De todos es sabido que el nacionalismo se cura viajando, y yo creo que con lo del tabaco en los bares pasa lo mismo. Cualquiera que se haya movido de casa sabe que en ningún país civilizado se fuma en los sitios públicos que tienen paredes y techo, y punto. Pero claro, en este país, tan amigo de discutir lo que no admite discusión, no podía pasar de largo la entrada en vigor de la Ley de marras el pasado día 1, aunque reconozco que los exabruptos, contradicciones y salidas de tono que estamos viendo rebasan mis mejores expectativas.
De todas ellas, me quedo con la nueva exaltación del chivato. Desde el mismo día 1, la superministra Pajín, que cierto, va a ampliar el número de puntos de venta de cajetillas de tabaco, que fumar mata pero genera ingresos vía positiva, está anando a los ciudadanos a que delaten y denuncien al fumador rebelde. ¿Que no saben cómo hacerlo? No se preocupen, que Rubén Sánchez, ese cerebro del Renaciento que representa a FACUA y que hace de tonto útil siempre que es necesario, ha tenido una idea.
Sánchez, se lo digo yo, es un talento desaprovechado. ¿O es que acaso andamos sobrados de expertos que lo mismo saben de gasolinas que de parkings, telefonía móvil, gripe A, vivienda, alentación o juguetería? Lo raro es que no sea ministro, con lo bien que da el perfil.
Su últa atación a la Historia es la creación de una web para concentrar las quejas el incumpliento de la Ley Antitabaco. De momento ya ha recogido unas cuantas y ha denunciado a un bar de Sevilla, ¡atención!, no poner un cartel explicando lo que ya todo el mundo sabe.
A la par que presentaba con todo boato su absurda web, el tal Rubén aprovechaba para recordar a los sufridos hosteleros que ‘los bares no se van a vaciar y no van a perder ingresos’. Hay que ver qué fácil es frivolizar con los ingresos de los demás, querido Rubén, cuando tú, conservar los tuyos, no dudas en arremeter contra las empresas y organismos que crean empleo, enfangándolas en denuncias y procesos administrativos que desgastan, lesionan y de nada sirven.