En la Tierra a sábado, noviembre 23, 2024

CRÓNICAS DEL HI-MALAYA: Cazando gamusinos

 Las dos últas semanas del juicio contra los acusados de la Operación Malaya han sido una auténtica caza de gamusinos. Fiscales y abogados empeñados en esclarecer la verdad de un saqueo a gran escala que tuvo como beneficiarios a quienes sientan en el banquillo y a muchos otros que se agazapan y se regodean de su suerte… o influencias.

 

GORKA ZAMARREÑO (ENVIADO ESPECIAL A MÁLAGA) La amnesia colectiva y un masivo desconociento de las actividades y sucesos que acontecían en la Marbella de Gil, Roca, el Cachuli, la Yagüe con el telón de fondo del Hotel Guadalpín y a ritmo de copla entonada la Panto, son la tónica general de unas soíferas audiencias judiciales. Sin embargo, a veces las sorpresas saltan como es el caso de la declaración de Salvador Gardoqui, el contable y testaferro de Juan Antonio Roca. Y es que a Gardoqui lo pillaron de “marrón” cuando los miembros de la Udico, luciendo camisetas negras ajustadas, registraron la sede de Maras y descubrieron la contabilidad del ex asesor de urbanismo.

 

 

Gardoqui como buen abogado y trilero manifiesta no saber a que corresponden las entradas en los libros que manejaba, “Yo era un mero amanuense y nunca le preguntaba nada a Roca, trasladaba a un fichero unos datos que me daba él, los apuntaba y me desentendía”. Lo tonto que hay que parecer para librarse de las penas derivadas de blanqueo de capitales y falsedad de documento. Por no saber, Gardoqui “nunca” supo que existiesen irregularidades urbanísticas en Marbella. Curiosamente sólo tuvo conociento de ellas cuando compró una vivienda en el municipio. La “tontuna” del letrado llegó incluso a alterar a Godino, presidente del tribunal, preguntando sobre las cantidades que le dictaba Roca. La lacónica respuesta que incrina a Roca no dejó dudas “”Supongo que eran anotaciones personales suyas”.

 

Otra de las interrogadas durante varias sesiones fue una perturbable Monserrat Corulla. La abogada madrileña se mantuvo firme en su inocencia afirmando que ella era una mera trabajadora de Roca y que se encargaba de la viabilidad de los proyectos hoteleros que este emprendió en Madrid. Destacó que su papel como administradora de varias sociedades de Roca era “puramente formal”. Corulla negó en todo momento que hubiera tratado de ocultar la identidad de ex asesor de urbanismo, ya que “era notorio que Roca tenía trato directo con sus socios en los proyectos.

 

El juicio da para un poco de todo, Oscar Benavente, otro de los testaferros de Roca que administraba sus empresas y estampaba su firma en todo papelote que le ponían delante, a cambio de “900 euros mensuales en mano y alojamiento”, un magro salario un trabajo que según sus palabras consistía en “dirigir las obras de su casa, sus instalaciones ganaderas, le llevaba un poquito sus cosas del día a día, como llevar a sus hijos al colegio cuando hiciera falta, ayudar un poco a su mujer… Cosas muy particulares, en fin, cosas muy normales y corrientes. También fui aprendiendo de caballos y luego me hice cargo de la ganadería».

 

Benavente también hacía “favorcillos” al cerebro de la trama consistentes en cobrar cheques valor de 70 millones de las antiguas pesetas e ingresarlo en sus cuentas. Un auténtico chico para todo como él dejó claro. “Yo como fiduciario de Roca hacía lo que él me decía. Yo compraba las participaciones de las sociedades indicación de él, pero era él quien ponía el dinero y llevaba la gestión, mientras que de la contabilidad se encargaba el gabinete jurídico (en referencia al bufete de abogados de Sánchez Zubizarreta Soriano Pastor).”

 

En el caso del abogado Manuel Sánchez Zubizarreta, arquitectos de la red de empresas de Roca, su titular declaró que “las sociedades de Roca siempre pagaron a hacienda”, aunque la estructura societaria permitía a Roca no figurar con nada a su nombre, al disponer de hombres interpuestos que manejaban los fondos que de manera, supuestamente ilícita obtenía.

 

Tras un año en prisión preventiva, Sánchez Zubizarreta sostiene, tras haberse retractado, que él mismo “getionaba personalmente las sociedades” y que los fondos provenían de “capital propio así como de la compraventa y de créditos e inversiones”. Cobrando 700.000 euros en concepto de honorarios, El abogado acusado de blanqueo de capitales manifestó que “nunca he tenido conciencia de ninguna actividad ilegal de Roca, que se lo hubiera recrinado”.

 

Lo dicho, una aunténtica caza de gamusinos…

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