PERSONAJES DE AYER Y DE HOY / POR JULIO MERINO La vida de Muammar el Ghadafi bien se podía resumir en aquella frase de Séneca cuando ya roto con Nerón espera su sentencia de muerte: “El Poder corrompe y enloquece, pero el Poder Absoluto corrompe y enloquece hasta el infinito”. Sin embargo, el coronel libio no fue siempre un corrupto ni un loco. Hay una fase de su vida muy distinta a la agen de hoy, hasta el punto de que llegó a ser calificado como “el Ché Guevara árabe”. Pero comencemos el principio.
Muammar el Ghadafi nació al raso en una jaa o tienda de la tribu beduina gaddafa, pastores nómadas del desierto de Sirte, en la región de Tripolitania, y de ascendencia árabe bereber. Su abuelo paterno fue ya un nacionalista radical que murió combatiendo a los italianos cuando éstos invadieron Libia en 1911 y su padre, conocido como Abu Minyar, pasó muchos años en la cárcel sus ideas nacionalistas antes de ganarse la vida como obrero industrial en Sirte. En ese ambiente llegó al mundo el 7 de junio de 1942 el niño al que pusieron de nombre Mu´ammar alQaddafí (en árabe). Según su mejor biógrafo, Fernando Latorre, fue un niño muy inquieto y ansioso de saber, lo que leía todo lo que caía en sus manos. A los 10 años entró en la escuela coránica de su ciudad natal, coincidiendo con un aconteciento que marcaría su vida: la revolución egipcia liderada el coronal Nasser. Cuatro años después pasó al liceo de Sebha, en la región interior de Fezzan, en el que rapidamente se distinguió sus actividades antonárquicas, lo que fue fichado la policía y expulsado, teniendo que concluir la formación secundaria en una escuela de Misrata, en la costa tripolitana. A la edad de 21 años se graduó en Leyes la Universidad de Bengasi, pero lo suyo no era la abogacía y en 1963 ingresa en el Colegio Militar de la capital de la Cyrenaica, donde encontró el terreno abonado para difundir sus ideas republicanas y en el que muy pronto constituyó en la clandestinidad un denominado Moviento Unionista de Oficiales Libres, siguiendo el ejemplo de su ídolo Gamal Abdel Nasser. En 1965 obtiene con los máxos honores el despacho de Teniente, pero siempre ansioso de ser el mejor se marchó a Inglaterra a seguir unos cursos de perfeccionamiento en el Royal Armoured Corps Centre de Bovington (Dorst); luego pasó a la Academia militar de Beaconsfield y terminó en la prestigiosa Royal Academia de Sandhurst. En 1967 vuelve a Libia y se reincora al ejército. En 1969 asciende a Capitán, cuando ya es lider del Moviento de Oficiales Libres, y poco después dirige el Golpe de Estado que derriba al corrupto rey Idris I. Ese día de septiembre comenzó “la era Ghadafi”. Hace casi medio siglo. Tenía 27 años.
¿Y qué hace un hombre con tan sólo 27 años que se ve Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Lider de una Revolución triunfante?.
Lo prero de todo anunciar los puntos fundamentales que iban a guiar su Gobierno: a) Neutralidad exterior. b)Unidad nacional (preámbulo de la unidad árabe). c) Prohibición de los partidos políticos. d) Evacuación de las bases militares británicas y americanas. Y e) Explotación de la riqueza petrolera en beneficio del pueblo.
E inmediatamente después inició un ambicioso programa de obras públicas, dotación de servicios sociales a la población y extensión de la tierra cultivable a costa del desierto. Pero, como para llevar a cabo su programa necesitaba dinero enseguida comenzó a nacionalizar la producción de petróleo, los bancos, las grandes empresas y las grandes fincas (todo estaba en manos extranjeras).
Todo ello consiguió que el pueblo libio, que estaba sumido en la más completa pobreza, los nefastos años de la Monarquia, pasara a disfrutar de uno de los niveles de vida más elevados del mundo árabe. En tan sólo 10 años la producción petrolífera pasó de los 3 millones de barriles anuales a los más de 20 millones.
Pero, las reformas de aquel joven Ghadafi no se quedaron sólo en lo económico, pues el devoto musulmán sunni que era, no obstante profesar una ideología política, el panarabismo, conocida entre otras cosas su secularismo, revolucionó las costumbres: proscribió el juego, el consumo de alcohol, los locales de alte, el pelo largo en los hombres y las vestentas prooccidentales (aunque él vistiese siempre un raído uniforme militar). Y fue más allá con las mujeres, a las que concedió un estatus jurídico que las igualaba en todo a los hombres.
Por contra prohibió los derechos de huelga y libertad informativa, y codificó la pena de muerte para los delítos tipificados como contrarrevolucionarios.
Esté nacionalismo autoritario y el gran desarrollo económico entusiasmó a los austeros pobladores del desierto de estirpe beduina y a las empobrecidas masas proletarias de las ciudades, no así, supuesto, a los ricos terratenientes (que eran casi todos italianos y a los que confiscó todas las tierras y expulsó del país).
En esos preros meses Ghadafi era muy aplaudido los paises árabes más progresistas. Sobre todo su ídolo de siempre Gamal Abdel Nasser, con quién tuvo una prera entrevista tan sólo dos meses después de alcanzar el poder y con quién firmó la Carta de Trípoli, donde ya se pactaba una cooperación política y económica entre Egipto y Libia.
Durante esa prera decada, y cuando Libia era ya la nación africana con mayor PIB, publicó su gran obra política, El Libro Verde, que dividió en tres volúmenes: “La solución del problema de la democracia: el poder del pueblo”, “La solución del problema económico: el socialismo” y “El fundamento social de la Tercera Teoría Universal”. Esta obra refejaba su visión particular del Estado y pretendía desmarcar a la administración libia de cualquier alineamiento internacional.
Encarrilada la economía, unidas las buenas o las malas las más de 100 tribus, que componen el país y sometida la oposición política, Ghadafi se volcó en su panarabismo, con su sueño de unir a todos los países árabes. Y lo intentó prero con Egipto y luego con Túnez, Argelia y Marruecos. Pero, sus esfuerzos resultaron baldíos, tal vez que a esas alturas del siglo había demasiados intereses económicos en juego y Europa y los Estados Unidos controlaban a casí todos los Gobiernos de la zona. Y el lider libio se fue radicalizando hasta extremos que rondaban el terrorismo. En una ocasión, y en uno de sus violentos discursos llegó a decir estas palabras: “Sí, soy un terrorista cuando se trata de defender la dignidad de este país. Asumiré mis responsabilidades y emprenderé acciones terroristas contra los gobernantes árabes: los amenazaré, los aterrorizaré y, si puedo, los derrocaré uno a uno”. Eran los tiempos de su Ideología Verde, aquella que sustituía los modelos de gobierno tradicionales “un gobierno directo de Alá”, fundado en la obediencia de la ley coránica y en el principio islámico de la shura o consulta colecctiva de los fieles. O sea, una mezcla de socialismo, Islam y democracia directa.
En 1979 , cuando ya lleva 10 años de poder absoluto, da un paso más y convoca a Tripoli a los más tantes grupos terroristas de Europa y América ( el IRA, ETA, las FARC, los “camisas negras” italianos, los Tupamaros, la BaaderMeinhof y algunos más) y allí se acuerda crear una especie de Moviento Terrorista Mundial.
Este “patrocinio” estatal del terrorismo y su enfrentamiento con los Estados Unidos marcará la década de los años 80. La administración Reagan, en especial, le declaró prero una guerra diplomática y poco después, en 1986, aviones americanos bombardearon con misiles las ciudades de Tripoli y Bengasí, e incluso el propio Palacio del lider libio, que se salvó de milagro , aunque no una de sus hijas. Reagan consideraba a Ghadafi como un terrorista. Esta situación de cerco internacional le obligó a encerrarse en su mundo y en sus tribus, al tiempo que se emborrachaba de Poder y se iba arabizando y enriqueciendo. Se le achacaron los tremendos atentados de la discoteca berlinesa de “La Belle”, el derribo del Vuelo V 103 de Pan am y el 747121 (con 270 victas de 21 paises) en la ciudad de Lockerbie. Y el mundo se puso en su contra. Así hasta que años más tarde se dio cuenta que Libia se quedaba cada vez más aislada y comenzó su “etapa diplomática”, hasta llegar al siglo XXI, ya con buenas relaciones con Europa y Estados Unidos, naturalmente gracias a su petróleo con el que fue comprando voluntades y Gobiernos. Así no sorprende que al aeropuerto de Trípoli lleguen con frecuencia banqueros y empresarios de todo el mundo, Jefes de Estado y líderes políticos.
Sin embargo, las excentricidades o locuras de Ghadafi no disminuyeron, sino más bien lo contrario. Su propia figura física ya no es la de aquel joven coronel que asumió el poder en 1969. Ni su familia (tiene cinco hijos). Tanto es así que incluso se rodeó de una “guardia amazónica” compuesta 200 mujeres virgenes expertas en artes marciales, en el uso de armas de fuego y todo tipo de combate en general; expertas en pilotar aviones, elicopteros y barcazas, y entrenadas como franco tiradoras y expertas en armas blancas. Por ellas se produjo el incidente internacional cuando aterrizó en Nigeria el año 2006.
Y así ha llegado al 2011, el año que puede ser el fin de la “era Ghadafi”, que ahora ya no domina su país y muchas tribus se han sublevado a pesar de su férrea dictadura. Los Dictadores no mueren en la cama… y menos cuando tienen sobre su cabeza los aviones de medio mundo y las bombas estallando a su alrededor.