Se ha celebrado tan silenciosamente el Día de Concienciación contra el Ruido, bajo el lema STOP al ruido, que apenas nos hemos enterado. Según algunos estudios, España es el segundo país más ruidoso del mundo, sólo superado Japón. Se calcula que más de nueve millones de españoles sotan cada día unos niveles de ruido que superan el límite establecido de 65 decibelios (dB) la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una encuesta desarrolla GAES Centros Auditivos revela que el tráfico es el ruido más odiado los españoles (84%), seguido de las obras (60%). Curiosamente, un 39% de los españoles afirma estar harto de oír a los políticos y un 27% haría oídos sordos al fútbol.
Otros de los ruidos más desagradables que evidencia este trabajo son el ladrido de los perros (25,3%) y el camión de la basura (24,6%). Pero incluso hay otros, algunos de ellos muy más “familiares”, que son muy odiados, como el chirriar de un cuchillo en un plato (32,6%), la sirena de una ambulancia (23%) o los ronquidos de la pareja (20,8%).
Entre los sonidos más agradables, según el estudio, la gran mayoría de los encuestados cita el del mar, seguido a distancia de la voz de un ser querido, una canción y el caer suave de la lluvia.
La exposición a sonidos que superan los índices considerados como saludables puede provocar diferentes grados de pérdidas auditivas. Además el ruido puede generar trastornos como insomnio, irritabilidad, dolor de cabeza, fatiga, hipertensión y mayor riesgo cardiovascular.
Ruidos ambientales a los que a menudo no nos podemos sustraer y que originan desde molestias, sensaciones insotables, dolores o daños de sorderas serían: conversaciones muy elevadas, cadenas de montaje, claxon de automóvil, sirenas de coches de servicios públicos, martillo pilón, cortacésped, discusión a gritos, concierto de rock, despegue de avión a 25 metros o petardo que estalla al lado.
Mayka Sánchez