Existe una tendencia generalizada, fuera del mundo de la comunicación y del periodismo, a pensar que la elaboración y difusión de una nota de prensa es una tarea sencilla que puede llevar a cabo cualquier departamento de la empresa. Marketing, recursos humanos, innovación… Un poco de literatura aquí, las bondades de su producto allá, envío masivo y listo. Todos están capacitados. Curiosamente, son precisamente esas personas las que se sorprenden cuando sus escritos tienen una repercusión nula en los medios de comunicación, hecho del que culpabilizan a los periodistas no saber distinguir lo verdaderamente tante; o sea: ellos.
Mucho tiempo ha pasado desde que, en 1784, el King’s College enviara la prera nota de prensa de la Historia con el objetivo de obtener una cobertura informativa. Es cierto que las empresas tienen cada día a su disposición mayor cantidad y variedad de herramientas para relacionarse con los medios de comunicación y con la sociedad, y el auge de las redes sociales es un ejemplo de ello, pero la nota de prensa sigue siendo la vía excelencia, de ahí la tancia de cuidar su elaboración y encargarla a las personas adecuadas y formadas para ello. En definitiva, profesionales de la comunicación.
Hay que tener muy presente que una nota de prensa puede ser un arma de doble filo. Si nos ponemos en la piel del periodista y pensamos qué es lo que quiere o no quiere con el objetivo de establecer un equilibrio entre nuestras pretensiones y sus necesidades, puede convertirse en un instrumento de gran utilidad. Por el contrario, si sólo tenemos en cuenta nuestro deseo de aparecer en cuantos más medios de comunicación mejor y no seguos unas normas básicas, el destinatario del documento lo desechará, en ocasiones sin ni siquiera haber terminado de leerlo. Es muy fácil aginarlo si somos conscientes de que cada día llegan cientos de notas de prensa a una redacción. El informe Periodistas, empresas e instituciones. Claves de una relación necesaria, elaborado Estudio de Comunicación y Demométrica, desvela que los medios nacionales reciben un volumen medio diario de 139 notas, de las que sólo consideran publicables o aprovechables un 11,9%. Un 27% de los redactores se queja, además, de que no suelen estar escritas con mentalidad periodística.
La tendencia a no darle tancia a ciertos aspectos a los que, sin embargo, sí se la da el periodista, puede contribuir a que nuestra nota acabe en la papelera de reciclaje. Y más si pensamos que, como señala el mencionado estudio, casi el 41% de los periodistas consideran que habitualmente no tienen tiempo suficiente para analizar cuáles son las notas más interesantes. Huelga decir que un redactor trabaja día a día con el lenguaje, lo que en la mayoría de los casos las faltas de ortografía resultan sangrantes. Y no hablamos de confusiones entre b y v –que haberlas, haylas, sino de detalles como la manía cada vez más extendida de comenzar con mayúscula determinadas palabras bajo la creencia de que así cobrarán mayor tancia –“El Turismo creció un 3% en 2010” .
La estructura es otro de los caballos de batalla. Un titular llamativo es esencial, ya que, en muchos casos, es lo único que verá el periodista. Si incluye alguna cifra, mejor que mejor. Todo nuestro trabajo se quedará en agua de borrajas si no le enganchamos ahí. Después, cuatro o cinco párrafos con la información esencial de mayor a menor tancia (las notas no son tratados ni memorias y el 22,3% de los periodistas opina que el principal fallo de las que reciben es que contienen mucha paja). Y algo básico, pero no ello llevado a la práctica: la función de una nota de prensa no es vender un producto; no es un instrumento publicitario, así que olvidemos los adjetivos. Nuestra nota tiene que enseñar, no decir. Por tanto ha de ser breve, clara, concisa e informativa. Hay que evitar el ruido en el mensaje, e incluir adjetivos como “fabuloso”, o “excelente” al lado de nuestro producto no ayuda. Honestidad frente a exageración.
Tras la redacción entramos en la segunda fase: el envío. Se debe tener claro que en este caso la cantidad no es sinóno de calidad. La labor de selección de los medios a los que queremos remitir la nota, la búsqueda del contacto de determinados periodistas en lugar de un correo genérico de redacción y la actualización permanente de esas bases de datos requiere un trabajo arduo y laborioso que tampoco se puede dejar en manos de cualquiera.
En definitiva, aunque ha transcurrido mucho tiempo desde 1784 y el objetivo y la esencia de una nota de prensa son los mismos que hace más de 200 años, los avances en los estudios acerca de cómo abordar la comunicación son grandes. Apliquémoslos.
Susana Gómez
Consultora Senior
ESTUDIO DE COMUNICACIÓN