En la Tierra a sábado, noviembre 16, 2024

7 / ADOLFO SUÁREZ (y 3)

PERSONAJES DE AYER Y DE HOY / JULIO MERINO Reducir lo que fueron los 5 años de la Presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez en 4 folios es como intentar meter el agua del mar en una botella (San Agustín). Porque en aquel quinquenio pasaron tantas cosas y todas tan graves y decisivas que vistas en la distancia parece un milagro que la Democracia saliera a flote y que España no se hundiera una vez más en el abismo. No obstante, voy a sintetizar al máxo algunos de los acontecientos. El prero, el del Referéndum que se celebró el 15 de Diciembre para aprobar la Ley para la Reforma Política. Era la prera prueba de fuego, ya que nadie sabía como iba a reaccionar el pueblo español ni se sabía lo que era votar en libertad (“Habla, Pueblo, Habla”). Pero el pueblo español habló y su respuesta fue aplastante: el 94,17% votó a favor del cambio y la Ley quedó aprobada. O sea, que el pueblo también quiso decir adiós al franquismo (curiosamente los partidos de izquierdas defendieron el NO y la abstención y el País Vasco votó en contra). Aquella noche Adolfo Suárez vivió uno de los momentos más felices de su vida, aunque amargado que el GRAPO había secuestrado al ex ministro de Justicia y Presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo y al Teniente General Villaescusa y la ETA terminaba el año con más de 30 asesinatos en su haber.

 

El miércoles 22 de Diciembre el Rey invitó a una comida privada en La Zarzuela a Torcuato Fernández Miranda, Presidente de Las Cortes, y a Adolfo Suárez, Presidente del Gobierno, para celebrar el éxito arrollador del cambio. Los tres estaban eufóricos, pero algo inquietos que prera vez se había hablado de “ruido de sables” en los cuarteles. Según se supo entonces el Rey le tiró de las orejas a Suárez la reunión con los generales y le aconsejó que tratase al ejército si no con mos si con respeto y diplomacia. También se habló de la legalización de los Partidos Políticos y ahí hubo discrepancias. Suárez defendió que había que legalizarlos a todos incluyendo al PSOE y al PC. Fernández Miranda aceptaba hasta el PSOE, pero tenía sus dudas con respecto a los comunistas.

 

Mira, Adolfo, yo no me opongo a la legalización del PC, es más, creo que antes o después habrá que hacerlo dijo más o menos Don Torcuato. Pero, no sé si es el momento de traer a Madrid a Santiago Carrillo y a la Pasionaria. Ya sabes mi teoría del ritmo: en política se puede hacer todo, siempre que se siga el ritmo adecuado a las circunstancias. Te recuerdo que la II República fracasó no saber seguir el ritmo de la España de los años 30.

 

Pero, Torcuato, si a Carrillo lo tenemos ya en Madrid , aunque vaya disfrazado con peluca. Pienso que los comunistas nos pueden hacer más daño en la clandestinidad que en Las Cortes.

 

Bueno, dejemos ese asunto para más adelante y hablemos de las Elecciones Generales a las que ya nos hemos comprometido dijo Su Majestad.

 

Pero, comenzó el año 1977 y España vivió seis meses  angustiosos y sin duda los más difíciles de la Transición.

 

El 24 de Enero se producía la “Matanza de Atocha”, en la que resultaron muertos 7 abogados laboralistas de Comisiones Obreras y el PC, a manos de un grupo radical de los restos de los sindicatos verticales. Fue algo tremendo, un obús disparado contra la santabárbara del buque que acababa de salir al mar. Porque los comunistas y todas las izquierdas se echaron a la calle y a punto estuvieron de hundir la Reforma.

 

Todavía faltaba otro escollo. En aquellos preros meses Suárez fue legalizando los partidos, también el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra. Faltaba el PC y Suárez en una jugada de póquer, en un gran órdago, aprovechó la Semana Santa y el 9 de Abril, Sábado Santo, (Sábado Rojo) legalizó sorpresivamente al PC y los comunistas, con Santiago Carrillo al frente, pudieron brindar públicamente con champán . Claro que en el pacto había rendido su alma, que había renunciado a la República, al hno de Riego y a la bandera tricolor (la del morado) y había aceptado la Monarquía y, lo más  humillante para los suyos, al “Rey de Franco” (o sea, Juan Carlos I) y al falangista Suárez. Aunque eso para Carrillo, que ya venía escaldado de su Rusia y de su Stalin, fue “pecata minuta”.¡Ya está bien de exilios!

 

Sin embargo, la legalización del PC provocó un seísmo en el ejército. El almirante Pita da Veiga, a la sazón Ministro de Marina, ditió en el acto y los Ministros militares estuvieron al borde  y en los cuartos de banderas hubo más que palabras. Fueron dos días de pánico para Suárez y tenía motivos para ello. Porque él sabía mejor que nadie lo que había pasado momentos antes de hacer pública la legalización. Como se supo después, cuando Martín Villa, el Ministro del Interior, se reunió en su despacho con Sabino Fernández Campo, entonces Subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, para concretar cómo se hacía pública la noticia el siempre prudente asturiano sólo hizo una pregunta: “Ministro ¿se lo habéis comunicado a los generales que reunió el Presidente en Septiembre?”. “ Pues, no lo sé, supongo que sí respondió Martín Villa. Pero, espera voy a consultarlo”. Y a los pocos minutos volvió diciendo que sí y que todo estaba en regla. Otro tanto, y casi con la misma pregunta, había respondido Fernández Miranda cuando Suárez en persona le comunicó la decisión que había tomado y que se iba a hacer pública de inmediato.

 

Adolfo, ¿has hablado con los militares?.

 

Yo no, pero Gutiérrez Mellado me ha dicho que no me preocupe y que eso es cosa suya.

 

Pues, yo no estoy de acuerdo. Si tú en persona fuiste el que se comprometió en la famosa reunión de Presidencia a no legalizar al Partido Comunista tú tenías la obligación de haberlos vuelto a reunir para explicarles y razonar tu cambio. Y te aseguro que lo habrían entendido y te habrían apoyado aunque fuese a regañadientes, pero así me temo que a no tardar mucho tendrás problemas con los militares. Y ya te lo advertí entonces, que debías haber sido más prudente.

 

Mira, Torcuato, si nombré al Teniente General Gutiérrez Mellado como Vicepresidente Prero del Gobierno es que tengo plena confianza en él y según él los generales no moverán un dedo.

 

Bueno, Adolfo, el tiempo dirá quien tiene razón. Sí te digo una cosa, y eso me consta en firme, el “Guti” (como le llaman sus compañeros de armas) no goza de grandes spatías en el ejército. Todavía se recuerda aquello que, al parecer, dijo Franco: “A los espías se les paga pero no se les condecora”. (Fue el prer desencuentro entre el “Padrino” y el protegido).

 

Pero, de momento todo quedó en “ruido de sables” y Santiago Carrillo y los suyos pudieron entrar a bombo y platillo en la campaña electoral para las Elecciones Generales que habían sido convocadas para el 15 de Junio. Elecciones que ganó Suárez, con aquel revoltijo de Partiditos que consiguió meter en el “cestillo” que fue la UCD (Unión de Centro Democrático), con una mayoría casi absoluta (166 diputados, frente a los 118 del PSOE, a los 19 del PC y a los 16 de AP).

 

Fue un gran éxito de Suárez, pero allí mismo nació el mal que le llevaría a la disión de 1981: la prepotencia. Porque el de Ávila en cuanto se vio Presidente elegido el pueblo comenzó a creerse que era un genio y en consecuencia se fue alejando del “Padrino” Fernández Miranda, quien cierto dejó la Presidencia de Las Cortes aquel mismo 15 de Junio (Don Torcuato sería designado Senador el Rey, que además le hizo Duque de Fernández Miranda). Y más cuando en octubre del 77 consiguió que se firmaran “Los Pactos de la Moncloa”. Aquello le incitó a sacar más pecho todavía. Y no era para menos,las cosas como son. Porque poner de acuerdo a toda la Oposición, a los Sindicatos y a la Patronal fue un milagro. Sobre todo en materia económica, pues allí se  aprobaron,entre otras cosas, el despido libre, el derecho de asociación sindical, el límite de incrementos salariales,que se fijó en el 22 % (según la inflación prevista para 1978), la devaluación de la peseta, la reforma de la administración tributaria ante el tremendo déficit público y serias medidas para el control del sector financiero. Fue el gran éxito del Vicepresidente económico Fuentes Quintana. Fue la cúspide del consenso ( un consenso, eso sí, vigilado los sables).

 

Ahora damos un salto en la biografía y nos vamos al tema de la Constitución. En prer lugar hay que recordar que el Rey le pidió a su profesor de Derecho Político que no dejara sólo a Suárez y que le ayudara, “aunque sea desde lejos”, a redactar el texto de la Constitución de la Monarquía y la España democrática. Fue entonces, al parecer, cuando Fernández Miranda le dijo a Su Majestad prera vez que tuviese cuidado con el “encantador de serpientes”. También se supo después que Juan Carlos riéndose le contestó: “No te preocupes, a mí las serpientes y los encantadores se me dan como Dios”. El hecho, sin embargo, es que ahí, el texto de la Constitución, vendría el choque frontal y la ruptura del “Padrino” y el protegido. Hoy se sabe a ciencia cierta que Don Torcuato le entregó a Suárez un borrador que algunos llamaron “Constitución Gades” ( haberse leído en el restaurante del bailarín Antonio Gades) y otros, más conocedores de la verdad, llamaban “Constitución Torcuato”. El tema central que los llevó al enfrentamiento fue el de las Autonomías. Porque Torcuato levantaba el nuevo edificio con dos pisos: tres Estatutos de Corte Federal (Cataluña, País Vasco y Galicia) en el prer piso y 14 ó 15 regiones sin Gobierno y sin potestad legislativa, en el segundo. El Rey estaba a favor de este planteamiento. Por  contra  el sevillano y Ministro para las Regiones, Don Manuel Clavero Arévalo (profesor , entre otros de Suárez, Felipe González y Alejandro Rojas Marcos) se opuso a esta división administrativa, basándose en el “agravio comparativo” que eso iba a significar en el resto de España. Y Suárez se inclinó el “café para todos”, o sea las 17 Autonomías hoy vigentes. Tal vez sugerencia del Vicepresidente Gutiérrez Mellado, que ya era el nuevo “mentor” del “muchacho de Cebreros”, que el “Guti” sabía muy bien que los generales, que ya tenían enfilado a Suárez, no iban a aceptar la casi “independencia” (según ellos) de las tres Autonomías citadas . En Andalucía (28 de Febrero de 1980) se demostraría que Clavero tenía razón y eso lo supo ver el PSOE, incluso mejor que el Presidente del Gobierno, con Felipe González y Alfonso Guerra al frente, que fueron los que sacaron adelante el Estatuto para ganarse la Región.. Con el argumento del “agravio comparativo” convenció Suárez al Rey. (Fue el desencuentro definitivo entre Fernández Miranda y Suárez).

 

La nueva Constitución sería aprobada los españoles el 6 de Diciembre de 1978, aunque aquel “café para todos” haya llevado a España al desastre que ha sido y está siendo el Estado de las Autonomías y a las ansías separatistas de Cataluña y el País Vasco, pues catalanes y vascos no aceptaron nunca ni aceptarán ser “iguales” que los demás. Poco después de entrar en vigor la nueva Constitución (que mandó a la cuneta los restos del franquismo) Suárez convocó las Elecciones Generales  que se celebrarían en 1979. Y la UCD de Suárez volvió a ganar, aunque mayoría relativa (168 diputados). A esas alturas de la película Fernández Miranda era ya un hombre desilusionado y triste. (“Hemos vuelto a perder otra otunidad histórica”, diría poco antes de morir de pena en Londres).

 

  • Pero, ¿cuándo?. ¿Cuándo perdiste el control de la Marioneta? – le pregunté yo mismo un dia de 1980.
  • El día que descubrí que era el banquero
  • No lo entiendo. ¿Qué es eso del banquero?.
  • No hagas preguntas tontas… y repasa la Historia. Los 8 Borbones que han reinado en España tuvieron todos,todos, las mismas debilidades: las mujeres y el dinero. Y eso lo descubrió rápidamente Suárez, que sería inculto,pero no tonto. Así que en cuanto se percató de la realidad se puso a regar las dos plantas y ahí me ganó la partida. No te olvides que el Rey es enca de todo Borbón. Pero, favor,hablemos de temas serios.

 

¿Y qué pasó entonces? Pues, pasó que Suárez se creció un mucho más y llegó a creerse que era más que el Rey (Emilio Romero lo llamaba entonces “Juan Carlos I bis”) y eso no gustaba en La Zarzuela. Ahí empezaron las “cuitas” y el desencuentro del Rey con el de Ávila. Y ahí comenzó el últo vía crucis de Suárez. Porque la ETA seguía matando sin cesar (128 muertos en 1979 y 182 en 1980), y que el PSOE, y especialmente Alfonso Guerra, inició un ataque frontal contra el ensoberbecido Presidente (fue entonces cuando en Las Cortes le gritó un día a la cara que era “un tahúr del Missisipi con chaleco floreado”), y que muchos generales estaban ya al borde ( como demostraron los generales de la Guardia Civil Prieto y Atarés) y  el “ruido de sables” llegaba incluso al Palacio Real, y que la Economía se le había ido de las manos… y los nacionalistas casi le ahogaban.

 

En estas condiciones a Suárez le entró la depresión que acabó hasta con su famosa sonrisa y el sueño. Fumaba como un carretero. El “puedo prometer y prometo” de los días felices era ya un recuerdo lejano. También se fueron enfriando cada día más las relaciones con el Rey, quien ya estaba convencido de que la Monarquía necesitaba un Gobierno de Izquierdas para consolidarse definitivamente, tal vez recordando que ese fue el gran fallo de su abuelo Alfonso XIII.

 

Y Suárez no resistió más y el 30 de Enero de 1981 se hacía pública su disión, al tiempo que su título de nobleza, Duque de Suárez.“Sabino, hoy vengo a presentarle a Su Majestad mi disión. Me voy 5 minutos antes de que me echen”. Algunos  hicieron creer que Suárez fue forzado a ditir en la propia Zarzuela un grupo de generales, pero eso fue cienciaficción. Lo que sí supo Suárez, y probablemente boca del propio Monarca, es que ya se preparaba otra Moción de Censura para desembarcarle de la Presidencia con un Gobierno de Concentración que presidiría un general con el apoyo masivo de toda la Oposición, y principalmente con el del PSOE de Felipe González.

 

Lo que vino después ya es otro capítulo. Hasta lo del “23F” (¡Dios, cuántas tonterías se han escrito sobre “aquello”¡) Porque aunque fundase un partido propio, (el CDS) y siguiese unos años más en la política (fue diputado desde 1982 a 1991), la verdad es que a nivel humano era un hombre hundido y acabado, y lo sería mucho más con el calvario familiar al que Dios le sometió. Calvario que le ha llevado a la cruel realidad que hoy es su vida. Suárez padece un Alzheer progresivo. En la actualidad tiene 79 años.

 

Pero, a pesar de sus errores, y eso no se puede negar, hay que reconocer que Don Adolfo Suárez González fue un personaje  tante de la Transición. Así que recemos su recuperación. Que Dios le dé salud.

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