Aunque el envejeciento encarece la asistencia sanitaria, sólo significa una parte del aumento de los gastos sanitarios de la últa década. La mayor parte de este incremento se debe a la inercia del propio sistema, decisiones clínicas como el incremento de pruebas, ingresos e intervenciones, así como a decisiones de gestión como ejemplo un mayor uso de la tecnología y mayores servicios. Por otra parte, también influyen las decisiones políticas (nuevos hospitales o aumento del número de prestaciones). A estos factores, la población responde con un uso más intensivo de lo que se le ofrece y aumentan sus expectativas de mejora continua.
Estas son algunas de las principales conclusiones del ‘Estudio de las pautas previsibles de utilización futura de servicios sanitarios mayores, frente a la viabilidad financiera del sistema de salud’, coordinado el Prof. Álvaro Hidalgo, director del SIES (Seminario de Investigación en Economía y Salud) de la Universidad de CastillaLa Mancha, y realizado la Fundación Gaspar Casal. Esta publicación se ha realizado gracias a la colaboración públicoprivada y cuenta con la colaboración de la Fundación Pfizer como entidad pulsora y promotora del proyecto.
Este estudio surge en el contexto del debate actual la preocupación del creciento del gasto sanitario y la sostenibilidad del sistema, en el que el envejeciento de la población se suele identificar como uno de los factores asociados, ya que las personas mayores suelen hacer un mayor uso de los servicios, tienen más ingresos hospitalarios y producen un mayor coste. En este sentido, se calcula que en España el gasto sanitario de las personas mayores de 65 años es 2,7 superior al gasto medio.
Para comprobar hasta qué punto el envejeciento es causante del aumento del gasto, el presente estudio ha realizado un análisis de dos Comunidades Autónomas concretas, de gran extensión de territorio y población dispersa, Castilla León y CastillaLa Mancha. Entre otros motivos, se han seleccionado tener un mayor envejeciento que la media nacional. Así, en el 2010, el centaje nacional de mayores de 65 años alcanzaba el 16,84 ciento, mientras que en Castilla y León era del 22,49 ciento y en CastillaLa Mancha del 17,68 ciento.
El uso de recursos grupos de edad es diferente en cada comunidad autónoma, en cuya diferencia tienen un peso tante los mayores. Para el coordinador del estudio, Prof. Álvaro Hidalgo, “conseguir que todas las Comunidades autónomas se acerquen al patrón de mayor contención en esta utilización sería un razonable objetivo de política sanitaria a medio plazo’.
El estudio demuestra que existen diferencias tantes entre la utilización de los recursos sanitarios entre las diferentes Comunidades Autónomas. Tanto es así, que el coste asociado al envejeciento depende del territorio y de la organización del sistema regional propio, de su cartera de servicios, de la práctica clínica (diagnóstico, hospitalización y atención a domicilio), y de las pautas sociales de utilización.
Los datos del estudio señalan que el pacto de la demografía y el envejeciento se traduce en una tasa anual acumulativa para el periodo 20092020 de creciento del gasto sanitario público del 0,28 ciento para Castilla y León y del 0,68 ciento para CastillaLa Mancha, tasas muy lejanas respectivamente al 9,65 ciento y al 12,44 ciento que reflejan las tasas medias de variación del gasto sanitario público nominal en cada comunidad en el periodo 20052008. En definitiva, aunque la carga del envejeciento es innegable e tante, no supone un factor tan determinante para la sostenibilidad del sistema sanitario.
Utilización de servicios sanitarios parte de la población mayor
“Cada vez habrá más mayores, aún más mayores” es la frase que podría resumir el envejeciento demográfico en Europa. De tal modo, se calcula que el centaje de europeos mayores de 65 años pasará de un 16,1 ciento en 2000 a un 27,5 ciento en 2050, mientras que los mayores de 80 años, que representaban un 3,6 ciento de la población en 2000, alcanzarán un 10 ciento en el 2050. Por tanto, el envejeciento de la población supone un desafío tante para los países industrializados.
Por ello, el presente estudio se ha planteado, entre otros objetivos, conocer la evolución de las pautas de utilización de servicios sanitarios y consumo de medicamentos de las personas mayores de 65 años en comparación con el resto de la población, utilizando para ello los datos de la Encuesta Nacional de Salud del año 2006 y comparándolo con los recientes resultados para España de la Encuesta Europea de Salud de 2009.
Los resultados muestran que los mayores de 65 años tienen una mayor dependencia de la cobertura sanitaria pública, reduciéndose su capacidad de acceso a la sanidad privada, probablemente, la merma en los ingresos que suele plicar la jubilación.
Respecto a la frecuencia en consultas, mientras que en atención praria se incrementan desde los 24 años (especialmente, tras los 55) en atención especializada se reducen a partir de los 65 años, siendo más elevadas durante la edad laboral.
Por otra parte, las personas mayores de 65 años realizan un mayor centaje de visitas a los centros de salud que la media de la población, mientras que las consultas a servicios de urgencias para estos grupos se sitúa debajo de la media. Asismo, las personas mayores, sobre todo a partir de los 75 años, concentran buena parte de la atención domiciliaria, debido a la menor movilidad que presenta este grupo de edad.
Atendiendo al motivo de consulta, el centaje de consultas motivadas el diagnóstico de una enfermedad o problema de salud va decayendo con la edad. Sin embargo, las consultas revisión de enfermedad sí se acrecientan desde los 35 años. Para los mayores de 65 años, el servicio que más se incrementa son las consultas administrativas, debidas en su práctica totalidad a la dispensación de recetas. Del mismo modo, el uso de recursos hospitalarios también es mayor en la población de más edad.
Aunque los factores demográficos tienen tancia, no son el motor del aumento del gasto sanitario público ni presionan excesivamente al alza el mismo. Existe consenso en señalar a la prestación real media persona y los cambios tecnológicos, como catalizadores del creciento del gasto sanitario público.
Otras entidades que han participado en el Estudio son el SESCAM (Servicio de Salud de CastillaLa Mancha), SACYL (Sanidad de Castilla y León), la UCLM (Universidad de CastillaLa Mancha) y el Instituto Max Weber.
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