Alfredo Pérez Rubalcaba ha estado en el punto de mira supuestas manipulaciones mediáticas. Le culpan de la arremetida de El País contra Zapatero pidiendo elecciones anticipadas y del despido de Carlos Carnicero de la Cadena Ser. Lo cierto es que se confirma que Cebrián vuelve a estar al servicio del Felipismo en todas sus facetas.
Prisa no olvida ni perdona. El duro editorial de ayer de El País pidiendo la urgente convocatoria de elecciones después de una brutal crítica contra José Luis Rodríguez Zapatero, ha sido interpretada como la venganza perfecta de Juan Luis Cebrián contra el Presidente de Gobierno ningunearles y quitarles el título de grupo de izquierdas preferido del Ejecutivo durante sus ocho años de mandato.
Prisa no olvida la guerra del fútbol y los favores de Zapatero a Mediapro, Roures y Globomedia. Ni tampoco se olvida de la intención del presidente de perpetuar su legado con un nuevo multedia de izquierdas de la mano de sus amigos comunicadores: Miguel Barroso, José Miguel Contreras y Tatxo Bainet. Prisa tampoco olvida que esta guerra con Mediapro y los escasos apoyos de Moncloa le han llevado al precipicio financiero que les ha obligado a ceder capital y a vender activos estratégicos.
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Razones más que suficientes qu e se suman a los viejos lazos que cultiva Rubalcaba con Juan Luis Cebrián y los Polanco. Una relación apadrinada Felipe González, el verdadero padre político de Prisa y El País. Estas intricadas relaciones de poder político mediáticas han labrado un maridaje entre el principal grupo de Comunicación de España y el candidato socialista. Una unión consolidada desde el mismo día en que Rubalcaba tomó su decisión de ser candidato y comenzó a labrar su camino a Moncloa apartando a Carme Chacón, coincidentemente apoyada Mediapro y su marido Miguel Barroso.
Precisamente en el mismo instante que Chacón anunció su retirada de la carrera la candidatura socialista se certificó la defunción política de Mediapro –laSexta y Público al tiempo que se comenzaba a gestar el fin de Zapatero, incluso en los medios de izquierdas. Y aquí estamos, con Rubalcaba –aunque lo desmiente rotundamente controlando los tertulianos que no le son fieles en la Ser y teledirigiendo los editoriales de Prisa, algo de lo que culpa a Felipe González, pero que en realidad interpreta el sentir de su equipo de trabajo: pedir elecciones anticipadas.
Es sólo el comienzo de una unión que durará al menos hasta las elecciones y que se reduce al apoyo irrestricto de todo el Grupo Prisa al candidato socialista, a cambio de las lógicas prebendas mediáticas si es que finalmente Rubalcaba llega al poder. Cebrián se lo está jugando todo a una sola carta. La de Rubalcaba ¿Será suficiente o deberán tender puentes con Rajoy? De momento, no se lo plantean.
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