El cáncer de cabeza y cuello engloba una serie de tumores no muy conocidos la población general. Es el quinto cáncer con mayor incidencia (número de casos nuevos al año) en el mundo y el tercero en prevalencia (número de casos totales), sólo superado los tumores de mama y colorrectal.
Engloba laringe, hipofaringe, orofaringe, nasofaringe, cavidad nasal, senos paranasales, glándulas salivares, labio y cavidad oral (lengua, paladar, suelo de la boca, mucosa de las mejillas, encías…). Los principales factores de riesgo son el tabaco y el alcohol, ya sea independientemente cada uno o los dos; en el segundo caso se produce un efecto sinérgico y el riesgo se multiplica, no se suma.
Por sexos hay una diferencia notable, ya que es muy superior en los varones, generalmente fumadores de bastantes años y de unos dos paquetes al día, así como en los bebedores sociales y en los alcohólicos. Sin embargo, en los últos años se está observando un ligero incremento del tumor de cabeza y cuello en la mujer, tal vez que la población femenina se ha incorado más tardíamente a los factores de riesgo.
Los expertos subrayan que con un diagnóstico precoz este tipo de tumores tienen muy buen pronóstico, con una supervivencia del 70% al 98%. Advierten asismo de la tancia de vigilar la posible existencia de ganglios linfáticos en el cuello, que en algunos casos es cuando el paciente consulta, y esto significa que el cáncer ha empezado a hacer metástasis.
El tratamiento más resolutivo es la cirugía y después, según los casos, quioterapia y/o radioterapia. Actualmente se practica una cirugía lo más conservadora posible para tratar de preservar la función y la estética. Si hay grandes pérdidas de tejido, los cirujanos maxilofaciales, en el mismo acto quirúrgico que extirpan el cáncer, van reconstruyendo la zona dañada.