La Federación de Asociación de la Prensa de España (FAPE) ha lanzado un comunicado dada la cercanía de la campaña electoral en el que llama a la responsabilidad de los partidos para que no se repitan situaciones como la del Consejo de Administración de RTVE. Además piden la supresión de los bloques electorales.
La Junta Directiva de la FAPE ha aprobado un documento durante la reunión que ha mantenido en Segovia en el que insta a la responsabilidad de los partidos políticos de cara a las elecciones y a la campaña electoral. Esta declaración, denominada como la ‘Declaración de Segovia’ , llama a la responsabilidad de los partidos, entendiendo que para ello se tienen que terminar ‘las ruedas de prensa sin preguntas, en las declaraciones enlatadas, de los bloques electorales, de las cortapisas en la cobertura de los mítines y de la negativa de los líderes a entrevistas y debates’, apuntan.
La Federación rechaza que el derecho a recibir información sufra alteraciones y que los periodistas no podamos ser garantes de ese derecho como profesionales de la información. Y lamentan que las soluciones de que están aplicando los editores ante los problemas de la crisis se basen en ‘ajustes permanentes de plantilla o en rebajas salariales, sin que se haya escuchado en estos tiempos ni una sola autocrítica sobre sus inversiones en otros negocios deficitarios, algunas de ellas rotundamente fracasadas’.
Entre las sugerencias que plantean la FAPE para devolver a esta profesión al lugar que se merece está: rechazar los intentos de editores sin escrúpulos de mezclar la publicidad y la información; contrastar las noticias; defender los derechos de autor y pelear un salario digno.
Texto completo de ‘La Declaración de Segovia’
1)Ante la campaña electoral de las próxas elecciones, la FAPE insta a los partidos políticos a un ejercicio de responsabilidad para evitar situaciones como la vivida recientemente en el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española.
Tal ejercicio de responsabilidad incluye, entre otras cosas, el fin de las ruedas de prensa sin preguntas, de las declaraciones enlatadas, de los bloques electorales, de las cortapisas en la cobertura de los mítines y de la negativa de los líderes a entrevistas y debates.
Los políticos ya saben, la reciente experiencia con el Consejo de Administración de RTVE, que los ciudadanos exigen el máxo respeto a la libertad de información y de expresión y rechazan rotundamente cualquier atisbo de censura o de litación de estos derechos.
2) La FAPE rechaza que el derecho a la libertad de información que tienen los ciudadanos sufra alteraciones y que los periodistas no podamos ser garantes de ese derecho como profesionales de la información.
3) La FAPE constata que la crisis laboral y de modelo sigue minando el presente y el futuro de nuestros asociados. Comprobamos con indignación que las soluciones de futuro que ofrecen los editores se basan en ajustes permanentes de plantilla o en rebajas salariales, sin que se haya escuchado en estos tiempos ni una sola autocrítica sobre sus inversiones en otros negocios deficitarios, algunas de ellas rotundamente fracasadas.
4) Vemos también que, en algunos casos, crece la dependencia de los medios respecto al poder, plasmada en la resolución de las licitaciones con criterios de afinidad política.
5) Comprobamos que la búsqueda de beneficios a toda costa durante la ‘burbuja mediática’ pervirtió los valores éticos del periodismo y forzó la supeditación del ejercicio del periodismo al interés mercantilista.
Todo ello se tradujo en la confusión entre información y opinión, entre información y publicidad. La participación de conocidos periodistas en los anuncios publicitarios no ayuda a la defensa de la necesaria independencia del periodista.
6) La FAPE insiste, y siempre insistirá, en que el periodismo tiene futuro y los periodistas sabemos cómo debe construirse ese horizonte.
Estas son algunas de las premisas: anteponer la ética y el rigor al mercantilismo de la información; rechazar los intentos de editores sin escrúpulos de mezclar la publicidad y la información; contrastar las noticias; rechazar las pretensiones de algunos editores de favorecer a un determinado poder, venga de donde venga; no coquetear con el poder y la política; defender los derechos de autor; pelear un salario digno.
7) La FAPE recuerda a los editores que las normas éticas y deontológicas que rigen el ejercicio del periodismo también les atañen. Tienen que entender que su respeto y aplicación fortalecen el prestigio y la credibilidad de sus medios. Y este respeto abarca también las condiciones salariales. La explotación de los becarios y la contratación de recién titulados con sueldos de miseria indica la categoría ética y moral de algunos editores.
8) Nos negamos a fomentar la idea de que el periodismo es una profesión desprestigiada. Somos conscientes del daño que sufre nuestra agen con la aparición de ruidosos agitadores que se disfrazan de periodistas y se dedican a pervertir los valores éticos y deontológicos.
Pero también sabemos que en este país hay magníficos periodistas que trabajan con rigor, que respetan el derecho a la intidad, que verifican sus noticias, que difunden informaciones comprobadas y no engañosas y que no se pliegan a las presiones.
9) Este camino de lo que debería ser el buen periodismo necesita profesionales bien formados. Las lagunas que hay en este capítulo son enormes e intolerables, como puso de manifiesto el I Sondeo Janssen Observer 2. 0, realizado con la colaboración de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud y la FAPE.
Una de las conclusiones científicas del sondeo es que el 94% de los periodistas españoles utiliza las redes sociales, e incluso el 68% hace uso de ellas varias veces al día en su trabajo. Sin embargo, un 58% de los periodistas consultados no se considera bien formado y al 88% no le han ofrecido formación.
Los editores no invierten en formación, pese a que los gestores de los medios presos no dejan de mencionar que la alternativa a la crisis está en el periodismo de análisis y de investigación, en el de los artículos atractivos y bien escritos. Es difícil adivinar cómo se compagina esta previsión con la escasa inversión en la formación permanente de los periodistas, más necesaria que nunca a causa de la rápida evolución tecnológica que vive el sector.
10) Instamos, pues, a los editores a que inviertan en formación, ya que su falta de compromiso en este campo supone una ausencia de visión que perjudica sus planes de futuro. Cerrar la puerta a la formación en las nuevas tecnologías es cerrar la puerta a la recuperación de sus empresas y a la máxa profesionalización de sus periodistas.
Seguiremos Informando…