Lo siento mi colega de la sección de opinión de nuestro PR Noticias César Cabo que tan popular se hizo como tavoz de sus compañeros los controladores aéreos, pero aunque ha pasado un año del suceso que colapsó los aeropuertos españoles todavía no se me ha ido el cabreo de ver a tanta gente colgada en nuestros aeropuertos. Quizá que la Justicia todavía no ha cerrado el conflicto diciéndonos el qué, quién, cuándo, qué y cómo del asunto, ya que el dónde todos lo tenemos, claro. Fue la prera vez que un Gobierno en la joven democracia española decretó un estado de alarma en nuestro espacio aéreo y eso, pasados ya doce meses, deberíamos hacérnoslo mirar también “todos” para evitar que vuelva a suceder. Ahora que andamos dispuestos a regularizar los puentes días festivos, para que éstos cuesten lo menos posible a la economía del país, asunto en el que la iglesia católica tiene mucho en lo que ayudar, sería una buena ocasión para que los que tuvieron algo que ver en el caos, acción u omisión, se encierren en un vuelo a Buenos Aires con otra representación de los pasajeros que se quedaron en tierra, para discutir civilizadamente sobre lo que se hizo o se dejó de hacer en aquellas “inolvidables jornadas”. A mí me parece que nuestros originales viajeros, encerrados en un avión, sin posibilidad de dar un tazo y marcharse, pueden llegar a conclusiones muy constructivas, que doce horas de vuelo dan para mucho. Y si, casualidad, el viaje de ida no es suficiente, en la vuelta, habría tiempo más que de sobra para redondear el acuerdo entre las partes en conflicto y celebrarlo con un buen brut nature del Penedés. Ha pasado un año y, sin embargo, ¿ qué los viajeros seguos teniendo miedo a quedarnos colgados con nuestra tarjeta de embarque entre las manos?
Manuel Fernando González
Editor y Director
