El trabajo que hacen los corresponsales y los enviados especiales es periodismo en su más estado puro. Sin embargo, esta rama periodística corre peligro, pues se trata de un producto muy caro que se está resintiendo en esta época de crisis.
La mayoría de los profesionales que optan informar desde el exterior son freelance, que cobran a la pieza y en ocasiones no les llega para cubrir gastos. Elsa González, presidenta de la FAPE y Javier Valenzuela, que ha sido corresponsal en varios conflictos, explican a prnoticias la situación que atraviesa esta forma de hacer periodismo, actualmente muy denostada en España.
¿Cómo trabajan los corresponsales? Por citar algunos ejemplos, el fotógrafo Manu Brabo fue retenido en una cárcel de Trípoli cuando fue a cubrir las revueltas en Libia. Manu Brabo tuvo que financiarse su propio viaje. Más recientemente el magnífico trabajo de la periodista Mayte Carrasco nos ha acercado lo que ocurre en Siria, un país en el que los profesionales se encuentran con muchas trabas a la hora de trabajar. Mayte Carrasco trabaja para diversos medios nacionales e internacionales como El País Semanal, El País.com, Público, La Nación, Yo Dona, Informativos Telecinco, SKY TG 24 Italia, Foreign Policy Edición Español, La Nación, Opendemocracy, entre otros. Ella misma produce, graba y edita sus piezas.
La situación que atraviesan los medios de comunicación precariza cada vez más el periodismo y hace peligrar la existencia de la información internacional de prera mano. ‘Las corresponsalías están sufriendo un ataque duríso con la crisis económica que las empresas de comunicación están recortando costes. Me parece gravíso que son medidas de muerte al periodismo’ dice Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE).
‘Prácticamente no quedan corresponsales en plantilla ligados a las empresas. Casi todos son freelance que cobran a la pieza. En estos momentos esas piezas se pagan a unos precios irrisorios. Casi todos los corresponsales tienen que compartir varios medios de comunicación para lograr sobrevivir. Hoy día es una heroicidad mantenerse como corresponsal. Encontramos vocaciones tremendas’ comenta.
Además de las dificultades económicas, los corresponsales ponen en riesgo su propia vida acudiendo a las zonas de conflicto. ‘Los periodistas freelance son mucho más vulnerables. Muchos de los que cubrieron la pravera árabe no compraron un chaleco antibalas que no tenían dinero para ello. Si lo compraban, tenían que invertir el sueldo de un mes. Muchos de ellos están sin seguro’ asegura Elsa Gonzalez.
Para Javier Valenzuela la inmediatez y las redes sociales también juegan en contra de esta forma de hacer periodismo ‘A los corresponsales se les exige ahora cantidad y no tanto calidad. Deben hacer una producción incesante (constantes actualizaciones en páginas web, Twitter, Facebook, blogs, ediciones convencionales en papel o sote audiovisual), lo que les quita tiempo y energías para buscar temas propios y trabajarlos a fondo’ asegura. Este periodista ha sido corresponsal permanente de El País en Líbano, Marruecos, Francia y Estados Unidos, y como enviado especial ha cubierto acontecientos en Irán, Irak, Israel, Bosnia, Egipto, Turquía, Argelia, Senegal, Sudáfrica, Cuba y China, entre otros países. Lleva vinculado a este diario desde 1982 y actualmente trabaja en el área de Opinión.
‘Las empresas piden que todo sea barato: reduciendo los gastos de viaje, estancias, traducciones, etc. Es un frenesí que fuerza en demasiadas ocasiones a los corresponsales y enviados especiales a trabajar en base al copy & paste, y no tanto yendo al lugar de los hechos y hablando con el mayor número posible de sus protagonistas. Esto merma no solo la calidad del material enviado, sino su misma función: ¿para qué están allí si tienen que trabajar encerrados en una oficina o una habitación de hotel permanentemente conectados a Intet y las teles satélite para satisfacer la demanda de las redacciones centrales?’ se pregunta.
‘Los elevados costes de las corresponsalías en estos tiempos de crisis hace peligrar enormemente este tipo de trabajo periodístico. Pero aunque viviéramos tiempos de bonanza, el tipo de trabajo que ahora se solicita a los corresponsales (información continua, poco contrastada y elaborada, con frecuencia tomada de otros medios) cuestiona seriamente su utilidad. Se precisaría una vuelta a la sensatez: si una empresa tiene en un determinado lugar un corresponsal o enviado especial no es para que le mande lo que todo el mundo tiene, sino, al contrario, para que mande historias o enfoques propios, que no aparecen en ningún otro medio. Si no es así, el oficio de corresponsal proseguirá su declive actual’ afirma.
‘Está claro que la tendencia es a reducir los gastos en corresponsales. Eso da una otunidad extraordinaria a todos aquellos independientes (freelance) que ya están su propia cuenta sobre el terreno’ concluye.
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