Confieso que cuando hace unos años los gurús de la catástrofe empezaron a hablar de la argentinización de la economía española me temblaban las cas. El profesor Velarde ha repetido en 2009, 2010 y 2011 el riesgo de argentinización de la economía española y a esta tesis se han sumado otros expertos que no gozan como Velarde del prestigio del premio Príncipe de Asturias.
Argentina, que persigue ahora quedarse con la petrolera YPF supongo que a precio de saldo, ha sido un fantasma que continuamente se ha presentado en esta crisis para asustarnos. El paralelismo más sple y el prero que se hizo fue el del corralito financiero. Amigos y conocidos argentinos nos contaban su experiencia vital con los bancos cerrados y las cuentas bloqueadas. Y ese corralito ha sido una constante en esta crisis europea para los países intervenidos y para el resto de economías meridionales. La música financiera siempre nos sonaba a tango.
A fin de cuentas los argentinos tenían una crisis de deuda brutal que no podían pagar. Larga y famosa fue su quita que se prolongó durante lustros y que todavía da algún que otro coletazo. Nuestros queridos hermanos argentinos tenían además –como ocurre con el euro un cambio fijo e inamovible en este caso frente al dólar, lo que un peso argentino era igual que un dólar, aunque recuerdo que cuando se rompió esta relación pasó de 1 1 a 4 1.
Justo cuando más nos estamos hermanando económicamente con Argentina vienen ahora y nos quieren clavar la espalda la YPF que perdía dinero con la gestión pública. Si Argentina nos quiere reprochar que Repsol no es una hermana de la caridad, recordarle que casi ninguna empresa se mueve criterios de altruismo.
Pero hay otras silitudes, algunas preocupantes. La clase política española en los últos años ha estado a nivel de la casta política argentina. El paso los tribunales de los políticos españoles dan muestra de los altos niveles de corrupción. Además del robo directo, el uso faraónico de los recursos públicos o la asunción de las pérdidas del sector privado como prácticas habituales.
Argentinización política que tiene también su punto en la falta de unidad para afrontar situaciones de grave conflicto y en la estrategia de anteponer siempre los intereses de partido, de su región o de casta a los del propio país. Ya se sabe que los argentinos más pudientes adoran su país pero divisado desde las Vieja Europa. Aquí también empezamos a saber mucho de falta de cohesión sin tar la gravedad de la crisis. Por eso se recuerdan con tanta añoranza aquellos Pactos de la Moncloa.
En este camino de argentinizarnos, nosotros también estamos extando trabajadores algunos muy cualificados, tanto a la Vieja Europa como al Nuevo Mundo. Hemos conseguido colocar en países europeos algunos jugadores de fútbol, algo pensable hace un par de décadas. También tenemos algún play boy internacional que se casa con guiris adineradas y, lo más tante, tenemos al fin una Copa Mundial de Fútbol. Solo nos queda ganar otro Mundial y que Rajoy se haga un lifting labial para volvernos idénticos.
LUIS APARICIO
Director de Contenidos de INVERTIA
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