Prisa ha desmentido esta mañana que tenga un ‘compromiso definitivo’ para la entrada en su capital, mediante la suscripción de bonos convertibles valor de 434 millones de euros. El Grupo sigue negociando con sus bancos acreedores para evitar que esta suscripción se transforme en una intervención financiera de facto, mediante la cual las entidades quieren asegurarse el pago de la elevada deuda. Prisa necesita que los inversores entren al capital, pero no que quieran controlar la compañía.
El grupo ha remitido un comunicado a la CNMV indicando que hasta el momento la sociedad no ha alcanzado ‘ningún compromiso definitivo de suscripción de los bonos de referencia parte de los inversores institucionales ni de las entidades financieras con las que se están manteniendo dichas negociaciones’.
Prisa ya informó hace algunos días que había abierto conversaciones ‘con distintas entidades financieras acreedoras e inversores institucionales’ para la suscripción de bonos obligatoriamente convertibles en el término de dos años en acciones de la compañía un te de 100 millones de euros en efectivo, en el caso de los inversos institucionales, y de 334 millones de euros, en el caso de los entidades acreedoras, que entrarían en Prisa mediante la capitalización parcial de sus créditos.
Dependiendo de la forma en que canjeen sus acciones, los nuevos accionistas tendrían entre un 28,5% y un 27,3% de Prisa, lo que dejaría a los actuales dueños con poco más del 70%. En esta operación la familia Polanco sería la que más participación perdería frente a Liberty. De esta manera, esta operación es vista en círculos financieros como un asalto al control de la compañía parte de los acreedores, que quieren asegurarse el pago de la deuda, algo que parece probable al calor de la actual crisis de los medios.
Los bancos acreedores entrarían en Prisa para controlar la compañía y supervisar la marcha de la empresa. Una verdadera intervención financiera de facto, que tendría silitudes con la intervención de un Estado parte de la UE: los bancos ejercen el control que les permite su capital, racionalizan la compañía y ponen sus propias condiciones para salir adelante y asegurarse el pago de los compromisos de Prisa.
Esto se produce que los bancos han dicho basta ante la inamovilidad de Prisa ante la crisis del mercado y la poca claridad respecto de la liquidez de la empresa para hacer frente a sus compromisos. En el mercado consideran clave que Prisa venda activos, la única forma de poder engrosar sus arcas, no obstante, la gestión de Cebrián ha señalado que no se malvenderán empresas en momentos en que la valoración de sus negocios está a la baja.
Precisamente una de las prioridades de los bancos que entrarán en Prisa es recortar costes y vender activos si es necesario. Es ello que Cebrián y su equipo siguen negociando para evitar esta ‘intervención’. El objetivo de los actuales gestores es poder mantener el control y consensuar las decisiones. Este es un punto fundamental que se debe resolver antes de que se anuncie la entrada de los inversores y anunciar –o desmentir el acuerdo definitivo.
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