En la Tierra a martes, diciembre 24, 2024

El ‘Daily Miracle’

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He leído en algunos Medios la predisposición de algunos miembros del Ejecutivo a que Google pague a los editores aquellos contenidos periodísticos a los que enlace, como ya se ha planteado en países como Francia y Alemania. Eso me hace reflexionar sobre las conclusiones del ensayo periodístico de Robert Levine “Parásitos”, que acabo de leer y al que no puedo evitar dedicarle estas líneas, que, como a muchos periodistas, me van en ello las habichuelas.

 

Al joven periodista neoyorkino, con aspecto de ratón de biblioteca, no le tiembla el pulso al denunciar lo que él brillantemente denomina el “otunismo digital” de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses que, en nombre de la cultura libre, han socavado la idea de que los creadores de contenidos, entre los cuales como periodista que soy me incluyo, tengan o tengamos derecho a ser remunerados ellos.

 

Sé que con esta reflexión no me granjeo precisamente muchos amigos entre los defensores de dicho concepto de la cultura libre; y les oigo con su mantra: “faltaría más, pagar los contenidos, hasta ahí podríamos llegar”. Para los que así piensan, debe ser perfectamente normal que los periodistas trabajemos gratis y que nos horrorice ser remunerados nuestros artículos o nuestras creaciones de cualquier tipo, que al fin y al cabo, unos más que otros, pero también forman parte de ese acervo que llamamos cultura y que nos define, nos une, nos diferencia y nos identifica.

 

El ensayo de Levine permite estirar como un chicle el debate a lo largo de muchas páginas, pantallas y tuits, que es innegable que la cultura necesita a la tecnología tanto o más que la tecnología necesita a la cultura, para no ser la prera un mero sote sin contenido y para hacerse accesible y universal la segunda. Estoy segura de que sobre esta teoría habrá millones de opiniones a favor y otros tantos millones en contra, pero a mí lo que me ha dejado pensando al respecto del ensayo es el papel que han jugado los Medios de Comunicación, en concreto los periódicos, en este pulso entre tecnología y cultura.

 

Y es que el Sambenito de dinosaurios, trasnochados, carcas y obsoletos lo llevan colgando desde hace tiempo y, a fuerza de repetirlo, parece que ya se da hecho que sea así; pero, ¿realmente es la edición en papel algo antediluviano?; que, hasta donde yo sé, no se puede empapelar el suelo con iPads, si uno quiere pintar la pared del salón de su casa y no quiere estropear el suelo de tara flotante. Siempre ha habido consenso en que los periódicos eran un producto perecedero y que tras su consumo con fines informativos pasaba a dar un servicio en otros ámbitos del hogar, ya fuera cubriendo suelos o envolviendo bocadillos de sardinas, esa forma tan particular que tenemos los españoles de entender el concepto de reciclado del papel, pero hace ya tiempo que leer un periódico en el formato tradicional dejo de tener glamour pues los rotativos son considerados piezas de museo que, junto con las cabinas de teléfono, están condenados a desaparecer entonando el mea culpa no haberse subido al carro de la tecnología.

 

He de decir que yo no comparto esta tesis y coincido con el autor de “Parásitos” en que muchos creadores independientes, entre los cuales están muchos compañeros de profesión periodística, están sufriendo las consecuencias de la barra libre en la Red. En cambio, parece fácil defender la cultura libre y acusar a los Medios de obsoletos desde un cómodo despacho en Silicon Valley, cuando tus ingresos y con ellos el sustento de tus seres queridos están asegurados.

 

Tampoco parece que les haya ido mejor a los Medios de Comunicación que si han hecho la reconversión digital, que a estas alturas de la película ya deben ser prácticamente todos. ¿Ha sido el error de los Medios no abrir sus ediciones online para ganar seguidores como al parecer ponen de manifiesto los defensores de la cultura libre, quienes al mismo tiempo critican a aquellos otros Medios que si han ofrecido sus contenidos en la Red de manera gratuita apostando seguir cobrando en la edición en papel? Da la presión de que, sea cual sea el modelo de negocio elegido los periódicos, en Intet, a la hora de defender la gratuidad de los contenidos, su decisión siempre haya sido la equivocada.

 

Con estas premisas y en los tiempos que corren, realmente debe ser una tarea de titanes hacer un periódico de calidad y que sea rentable. Lo cual se traduce en que, además de mantenerse a flote en un mundo de competencia voraz y feroz y no quebrar, permita dar de comer a los periodistas que están en nómina, algunos de ellos jugándose la vida como corresponsales de guerra para que los demás podamos tener acceso a información veraz y sin censura; y a los freelancers y a los gráficos que no están en la redacción, pero que también trabajan. Que les digan a ellos y a todas sus familias que, en nombre de la cultura libre en la Red, no tienen derecho a percibir una remuneración su trabajo. ¿Será la cultura libre la que pagará sus facturas y el colegio de sus hijos? Porque aunque los “otunistas digitales” de los que habla Levine no lo crean, los periodistas y sus familias tienen la mala costumbre de comer y vestirse.

 

Y ya puestos, quienes consideran que los contenidos deben ser totalmente gratuitos, que compartan esta teoría con el resto de miembros que integran la plantilla de un periódico y sus familias, pues aunque ellos no generen contenidos, sin su atación no sería posible que el periódico se priera y distribuyera y llegara fresco como el pan Bbo a sus destinatarios cada mañana cuando este país se despereza.

 

De paso que les digan esos “parásitos” que menciona el ensayo de Levine, a ese ejército de jóvenes periodistas que como abejas de colmena alentan en tiempo real las webs de los Medios, que sus creaciones, en aras de la cultura libre, no van a ser remuneradas mientras que ellos cuelgan vídeos, redactan noticias y retransmiten ruedas de prensa a la velocidad de la luz para que el resto podamos acceder, nada más producirse un aconteciento, a la información desde nuestros smartphones y tabletas.

 

Y últo, que también se dirijan a toda una generación de periodistas en paro, muchos de ellos recién licenciados, para darles la buena nueva de que aún en el remoto caso de que llegaran a encontrar trabajo no sueñen con que les vayan a remunerar ello, ya no la crisis o la coyuntura macroeconómica que, qué no decirlo, es pésa para los diarios, sino que, y aunque las cosas fueran mejor, para qué se les va a pagar los contenidos que ellos creen si sólo ser creaciones deberían ser gratuitos.

 

Si yo tuviera que fundar un diario lo bautizaría sin duda “Daily Miracle”, el milagro diario, ya que, y puede que esta sea sólo mi teoría, pero hacer día a día un periódico es algo a caballo entre una obra maestra y un milagro, que merece mi más profundo respeto y que no deja de sorprenderme y admirarme. Por eso creo que los Medios de Comunicación no son ni serán los dinosaurios que creemos son o a juzgar la lectura de “Parásitos”; los intereses de algunos poderosos tecnológicos nos hacen creer.

 

Por Ana Pereira, consultora sénior de Estudio de Comunicación.

 

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