En la lucha contra el glioblastoma, una batalla clave es que los avances en supervivencia se acompañen del menor pacto posible sobre la calidad de vida y autonomía del paciente. Este tumor cerebral deteriora rápidamente la independencia del enfermo y es ello objetivo prioritario del tratamiento que los pacientes vivan más tiempo en las mejores condiciones posibles.
En los últos años apenas se han incorado novedades al manejo de esta enfermedad y ahora, prera vez en ocho años, un nuevo fármaco ata una mejoría sobre la supervivencia libre de progresión en pacientes recién diagnosticados. De ahí el interés que han despertado los nuevos datos asociados al uso de Avastin® (Bevacizumab) y presentados hoy en la Reunión de la Asociación Americana de Oncología Clínica, que hasta el 4 de junio se celebra en Chicago.
Así, según el ensayo clínico fase III AVAglio, añadir esta terapia antiangiogénica al tratamiento con radioterapia y temozolomida amplía la supervivencia libre de progresión (SLP) 4,4 meses en pacientes recién diagnosticados de glioblastoma, frente al esquema tradicional más placebo (10,6 vs. 6,2 meses) y mejora la calidad de vida de los pacientes. De acuerdo con estos datos, los pacientes tratados con el antiangiogénico redujeron un 36% el riesgo* de empeorar o fallecer (HR=0.64; p<0.0001).
En el ensayo AVAglio han participado siete hospitales españoles con 36 pacientes, del total de 921 incluidos. El máxo reclutador de este estudio en España es el doctor Cristóbal Belda, Jefe de NeuroOncología de HM Hospitales. Este especialista asegura que la investigación ha sido “toda una otunidad no sólo para que los oncólogos españoles adquiramos experiencia con la terapia antiangiogénica en este tumor, sino para que podamos ofrecer a nuestros pacientes esta opción con varios años de antelación a su disponibilidad”.
Los datos de SLP presentados en Chicago son muy relevantes estadísticamente, como aclara el doctor Belda, “si hasta la fecha sólo el 50% de los pacientes con glioblastoma multiforme conseguía superar la barrera de los 6 meses de supervivencia libre de progresión; ahora, al añadir Bevacizumab al tratamiento, ese mismo 50% alcanzará sin problema una supervivencia enca de los 9 meses. Desde el punto de vista del oncólogo y del paciente, ese es un dato de una relevancia absoluta. Baste recordar que desde hace ocho años no se ha conseguido identificar ni un solo fármaco capaz de mejorar la supervivencia de los pacientes con tumores cerebrales. Y así ha sido hasta que se ha visto la eficacia de una terapia biológica como Bevacizumab”.
El actual tratamiento estándar de este tumor se basa en cirugía o biopsia, radioterapia y quioterapia (temozolomida) seguido de quioterapia en solitario. Con estas opciones, en la mayoría de pacientes el tumor progresa al cabo de seis meses de recibir la prera terapia y la supervivencia no supera los 15 meses desde el momento del diagnóstico.
Según la doctora Carmen Balañá, del Instituto Catalán de Oncología de Badalona (Barcelona) y coordinadora nacional del estudio en España, “en glioblastoma no podemos olvidar que el objetivo es ganar meses de vida, pero en un tumor cuyo pacto sobre la capacidad funcional de los pacientes es tan agresivo, es necesario que logremos que estos vivan sin síntomas y que puedan llevar una vida normal durante el mayor tiempo posible. El deterioro que provoca el tumor les inhabilita para ser independientes, ejemplo, para relacionarse o para salir solos a la calle”.
Uno de los aspectos del estudio mejor valorados los especialistas es la posibilidad de que los pacientes pueden suspender el uso de corticosteroides. Según la doctora Balañá, “lograr que un paciente pueda prescindir de la cortisona supone un beneficio absolutamente esencial. Los corticosteroides producen iatrogenia, es decir, provocan que el paciente experente una enfermedad secundaria que conlleva un trastorno físico tante: obesidad, pérdida de masa ósea, fragilidad capilar, trastornos de carácter… Les produce además una destrucción de parte del músculo y eso obliga a que se vean necesitados de ayuda para subir escaleras, levantarse, etc.”
El doctor Belda coincide en que la mejoría sobre la calidad de vida que experentan los pacientes que añaden Bevacizumab al tratamiento es notable. “Tienen continúa “un menor deterioro neurológico y consumen menor cantidad de corticoides; hablamos de un consumo crónico y necesario al que se ven sometidos la mayoría de pacientes y que les provoca diabetes, hemorragias cutáneas, debilidad muscular, infecciones… Si con la terapia antiangiogénica estamos evitando la aparición de estas complicaciones, entonces estamos también ahorrando al paciente la obligación de tomar otros medicamentos para tratar todos esos problemas asociados”.
El estudio presentado en Chicago representa, en palabras de la doctora Balañá, “una esperanza de poder incorar una novedad al tratamiento de un tumor frente al cual, ahora, no se ha identificado nada, aparte de Bevacizumab, que mejore la eficacia de la radioterapia y la quioterapia. A diferencia de lo que sucede en otros tumores, en glioblastoma no hay tantos estudios en fase avanzada que prueben nuevas moléculas que actúen de modo distinto a la quioterapia. Se llevan a cabo estudios cada tres o cuatro años y lo cierto es que en casi una década y media se han registrado pocos avances relevantes”.
El glioblastoma resulta una diana terapéutica especialmente válida para Bevacizumab debido a que este tumor figura entre aquellos que concentran niveles más altos del factor de creciento endotelial vascular (VEGF). La angiogénesis es el proceso a través del cual un tumor desarrolla su propio suministro sanguíneo para seguir creciendo y lo hace liberando VEGF. Bevacizumab actúa inhibiendo precisamente este factor para poder controlar el tumor.
El doctor Belda aclara que una de las características que definen al glioblastoma multiforme es precisamente la proliferación vascular. “Son tumores con gran número de venas que están producidas un incremento en la actividad de ese factor VEGF. Es evidente que el uso de Bevacizumab es la prera demostración de que cuando actuamos sobre esas venas estamos consiguiendo un mejor control de ese tumor”.
La doctora Balañá apostilla que se ha visto que el VEGF está muy relacionado con el grado de malignidad del tumor. “No obstante”, precisa esta experta, “lo que no se ha acabado de demostrar es que tener niveles más elevados de esa proteína sea sinóno de una mejor respuesta al tratamiento”.
Según la revisión de un comité independiente, se mostró una reducción del 39% del riesgo de empeorar o fallecer, lo que supone una mejoría de la SLP del 64% (HR=0.61; p<0.0001); mediana de SLP 8,4 meses vs. 4,3 meses. Asismo el 72% de los pacientes del grupo de Avastin continuó vivo al cabo de un año frente al 66% de los tratados con placebo. A los dos años, el 34% seguía vivo frente a 30%, respectivamente (p=0.235). Se evaluaron parámetros de calidad, incluyendo estado general de salud, físico, social y funcional, así como problemas de comunicación, y se mostró que todos ellos permanecieron estables o incluso mejoraron en la mayoría de los pacientes en ambos brazos del estudio durante el tiempo entre el diagnóstico y la progresión de la enfermedad. El estudio también revela que durante el tiempo que la enfermedad estuvo bajo control los pacientes fueron capaces de cuidarse sí mismos.
Respecto a la supervivencia global (SG), el otro objetivo prario de esta investigación, no se han conseguido diferencias significativas entre ambos brazos de tratamiento (HR=0,88; ?95% CI 0.76, 1.02? P=0.0987). La mediana de supervivencia fue silar en ambos brazos (16,8 vs. 16,7 meses). En relación a la seguridad, no se han observado eventos o efectos adversos desconocidos respecto a estudios anteriores con Bevacizumab en otros tumores (mama, colon, pulmón, riñón, ovario).
Actualmente, Avastin® está autorizado en más de 60 países a lo largo del todo el mundo como tratamiento para pacientes con glioblastoma tratados previamente. En Europa el fármaco no está autorizado con indicación en este tumor.