Así, ejemplo, un juzgado de Nueva York ha declarado recientemente ilegal la actividad de Airbnb, el tal que ofrece alquileres temales en casas de particulares, infringir la ley creada para proteger a su industria hotelera. Ciudades como Quebec, Ámsterdam, Madrid o Barcelona también han mostrado su preocupación. Un cambio en la legislación podría poner en riesgo un modelo de negocio que en siete años ha permitido encontrar cama a más de diez millones de personas.
Hay casos muy sonados en todos los ámbitos: la prohibición del tabaco en lugares públicos, el cambiante marco normativo que tiene en jaque a las renovables, el euro receta, la ampliación de horarios comerciales, o la tasa a las bebidas azucaradas contemplada en los presupuestos catalanes.
En el ámbito de las bebidas, el mes pasado, la America’s Food and Drug Administration (FDA), la agencia de seguridad alentaria estadounidense, ha anunciado que investigará las bebidas que contienen cafeína, como Red Bull o Monster, un mercado que genera 8.000 millones de dólares en Estados Unidos y cerca de 5.000 millones en Europa. El debate está servido, después de que estas bebidas hayan motivado cerca de 20.000 visitas a urgencias hospitalarias en Estados Unidos en los últos años.
Los asuntos públicos son globales. Las preocupaciones y las problemáticas de los políticos, las empresas y los ciudadanos están conectadas. Un debate público surgido en Nueva York no concluye en la Gran Manzana, sino que es susceptible de extenderse todo el mundo adoptando una forma idéntica o evolucionada. Por tanto, cualquier compañía cuya área de actividad esté relacionada con la cafeína debería seguir muy de cerca este debate para poder anticiparse a cualquier cambio que de él surja.
Y es que gran parte del éxito en los public affairs pasa la anticipación. No todas las empresas son capaces de influir en el debate público, e incluso la mejor estrategia diseñada la compañía más relevante no tiene el éxito garantizado, en un escenario caracterizado crecientemente la multiplicidad de actores y poderes. Sin embargo, las empresas deben ser capaces de anticipar cualquier cambio, tanto para evitar posibles efectos negativos como para aprovechar nuevas otunidades. Es fundamental que las empresas conozcan y entiendan los centros de decisión, que elaboren un mapa completo de quiénes son los actores involucrados en un asunto público, y que definan una estrategia a medio y largo plazo, que solo así podrán estar al corriente de los futuros retos y otunidades del sector con el tiempo suficiente para prepararse adecuadamente.
Héctor Calvo, consultor de Inforpress.