Una gurú de los social media me explicaba recientemente el caso de una madre que había diseñado el juego chorewars.com para conseguir que sus hijos hicieran las tareas de la casa. A través de este juego, los niños competían para conseguir los superpoderes y recompensas que ganaban si ponían la mesa, regaban las plantas, y hasta si lpiaban la casa. Todo ello, de forma lúdica y divertida. Resultado: instauración del hábito del desempeño de las tareas domésticas dentro del entorno familiar.
Y es que, sin duda, el elemento divertido del juego trasladado a otros ámbitos puede ayudarnos a conseguir grandes resultados, también en la comunicación interna de las empresas. La gamificación consiste precisamente en aplicar dinámicas y mecánicas de juego a tareas o actividades, consiguiendo mejorar la experiencia del colaborador y una mayor fidelización, potenciando el sentiento de pertenencia a un grupo dentro de un contexto laboral.
La gamificación surge de la revolución en nuestra forma de comunicarnos y de la proliferación de los nuevos sotes tecnológicos, la aparición de las redes sociales y el naciento de las aplicaciones móviles. Las generaciones que han crecido con los videojuegos e intet están entrando en el mercado laboral y ocupando puestos de mando y este hecho hace que los juegos tomen protagonismo dentro de las operaciones de una compañía. Según la Entertainment Software Association, el 70% de los altos ejecutivos hacen un descanso durante las horas del trabajo para jugar, hecho que demuestra el amplio recorrido que tiene esta técnica si la aplicamos a la gestión estratégica de la comunicación interna, a través de campañas específicas o como metodología para realizar distintos procesos.
Desde la comunicación interna, el juego nos ayuda a alinear la estrategia de la empresa con sus colaboradores, potenciando, además, su engagement. ¿Cómo? Del mismo modo que una historia bien contada consigue conectar con la parte emocional del colaborador, la ludificación de una actividad aumenta el grado de compromiso, ana a participar, mantiene la motivación, promueve el trabajo colaborativo, genera competición y tanto permite dar lo mejor de cada uno, incrementando la productividad de calidad. Podemos utilizar, ejemplo, juegos de recompensa para llegar a los objetivos o consecución de procesos, así como aplicaciones móviles que ‘hagan vivir’ los valores de la compañía y anen a la participación, ya sea a través de un ‘triviados’ o ‘apalabrados’ customizado con la cultura de la empresa. También ayuda en el ámbito de la formación para conseguir que el colaborador interiorice y aplique algo nuevo, como el funcionamiento de una nueva intranet o el sistema de facturación, proponiendo juegos que venzan la resistencia al cambio.
En Inforpress, para diseñar una correcta estrategia de gamificación interna identificamos el problema o comtamiento que queremos cambiar, establecemos los objetivos concretos a alcanzar e identificamos a la perfección los perfiles de nuestro público y sus motivaciones. Y, sobre todo, tenemos presente el objetivo de negocio que persigue la compañía para diseñar una estrategia con resultados tangibles.
En definitiva, lo que es tante es gamificar para motivar, no solo para premiar. Lo esencial es conseguir que el colaboradorjugador acabe realizando la función que se siente motivado y ve beneficios tangibles en su aplicación. Para ello las claves son la facilidad de aceso, premios distintos e inesperados y un refuerzo intermitente ¿En caso contrario? GAME OVER.
Mónica Martínez, directora de Comunicación Interna Inforpress Barcelona