Julio Ariza aprovecha las doce horas de teletienda de Intereconomía para viajar a Mallorca y recabar apoyos para ingresar a la Orden de Malta. Los miembros de la Orden pueden definirse como gentilhombres católicos anados una altruista nobleza de espíritu y de comtamiento. Todos los caballeros de Malta responden a la condición prevista antiguamente para la concesión de títulos de nobleza: haberse distinguido su especial virtud ¿Y cuál es la virtud de Ariza?
De momento la única ‘virtud’ de Ariza es llevar ocho meses sin pagar a sus trabajadores y reírse en la cara de las decenas de familias que no pueden sostenerse debido a los abultados pagos. Esta ‘virtud’ crece si consideramos que Ariza sigue viviendo como rico, independientemente de los problemas que tienen sus empresas. Mantiene la construcción de sendos chalets en las zonas nobles de Madrid, viaja periódicamente a Mallorca como la realeza y no deja un elevado y lujoso tren de vida que contrasta duramente con la situación de sus trabajadores.
Es ello que suena a tomadura de pelo la últa locura de Ariza, viviendo prácticamente en una realidad paralela en la que las televisiones emiten teletienda, donde los estudios se montan en módulos prefabricados, donde no se paga alquiler y donde los empleados no cobran. El mundo ideal y abonado para que ‘gentilhombres’ como Ariza puedan seguir enriqueciéndose a costa de incautos empresarios a los que se les invita a colaborar ‘con la causa’ bajo coacción de supuestos ‘dossieres’ que nadie nunca ha visto.
Y es que no se nos debe olvidar que la ‘Orden de Malta’ está al servicio de los pobres y de los ricos como Ariza. Ricos que además aumentan su fortuna a costa de no pagar salarios, ni cotizaciones sociales, ni puestos de sus empleados. Ricos en piel de cordero que se autodenominan cristianos y que conocen a los pobres sólo televisión. Y no Intereconomía, que ahí sólo se emite teletienda.
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