El presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, inauguraba hoy los desayunos del Foro de la Nueva Comunicación en una ponencia que se centraba en un ‘análisis político’, más que en un análisis de los medios de Comunicación, y el suyo en particular, que es lo que los allí presentes esperábamos. Con la mayor crisis existente en los medios la conferencia empezaba remontándose a los tiempos de la Transición, ahí es nada.
Cebrián, en su discurso, hacía un análisis histórico, lo que nos permitos empezar el final, las preguntas, lo no escrito en el guión, cuando llegaba la prera cuestión sobre la posible presión de los dos bancos principales acreedores de Prisa para que venda a Telefónica el 56% de Sogecable (Prisa TV) 800 millones de euros, aunque Prisa pida mil y Sogecable (Prisa TV) esté valorada en 1.500 millones.
La respuesta empezaba con ironía ‘agradeciendo a los compañeros las preguntas sobre su conferencia’ para luego zanjar el asunto splemente diciendo que ‘es conocido que la voluntad de vender Canal Plus está en mi compañía desde 2005, tampoco hay que hacer un periodismo de investigación para saber que Prisa tenía intención de vender desde hace ocho años’.
Llega otra pregunta: ‘¿En qué punto se encuentran las negociaciones con los bancos para la refinanciación de la deuda de Prisa de 3.000 millones de euros?’, y vuelve a tirar balones fuera al decir: ‘Somos una empresa cotizada lo que las informaciones sobre negociaciones con los bancos las hacemos públicamente a la CNMV y no puedo ni debo decir nada diferente a lo comunicado hace unos días’.
Llega la pregunta obligada sobre el valor de los derechos del fútbol, a lo que ni contesta, y el estado del conflicto con Mediapro sobre lo que afirma: ‘No hay conflicto en este momento, hay unas sentencias que están en revisión para ser firmes, en las que en la prera instancia se acordó que nos tenían que pagar más de cien millones de euros, hay otra demanda en curso, pero en este momento hay buena relación y no hay un conflicto específico’.
Y no podían faltar los EREs y la queja de los periodistas que aseguran que el Grupo, bajo el mandato de Cebrián, ha quedado reducido a la mína expresión subrayando su alto sueldo de trece millones de euros: ‘No cobré 13 millones de euros, lo que cobró es público. Lo que hicieron fue darme unas acciones a dos euros de valor cuando estaban a 1,20 y ahora están a 30 céntos. Segundo, hay muchos periodistas afectados y unos opinan de una manera y otros de otra’.
Juan Luis Cebrián era preguntado su posible salida de Prisa, pero explicaba que esperaba renovar hasta diciembre de 2015 siempre y cuando el Consejo no le pidiera lo contrario.
Estas eran las herméticas respuestas al turno de preguntas pero la crónica de la conferencia podría ser la que empieza ahora.
Juan Luis Cebrián empezaba con una declaración de intenciones que no dejaba de sorprender al explicar que, ‘aunque es un curso de medios de Comunicación, he decidido que mis palabras sean de contenido fundamentalmente político’. Muchas han sido las afirmaciones que han seguido a estas palabras empezando asegurar que ‘el silencio recurrente de la clase empresarial, en este momento, respecto de las muchas cosas que pasan en este país, no creo que sea fruto de la prudencia, creo que es fruto de un clientelismo con el poder que, otra parte, el poder no reclama, luego tampoco lo agradece’.
En cuanto a Intet afirmaba: ‘La prensa prero, más tarde la radio y la televisión, contribuyeron durante dos siglos a vertebrar las opiniones públicas. La irrupción de Intet constituyó un cambio absolutamente revolucionario, la extensión de las facilidades de comunicación prácticamente a todos los individuos de las sociedades industrializadas, la posibilidad del anonato en sus acciones, la instantaneidad de los mensajes y la eclosión de las redes sociales han contribuido a la fragmentación de la opinión’.
Le llegaba el turno a las tertulias: ‘La ascensión del populismo entre políticos y periodistas, al hilo precisamente de la fragmentación de los movientos sociales, es un hecho tan lamentable como difícil de pedir. Cuando más están necesitados los españoles de criterios fiables, de debates honestos, de información solvente, las tribunas del congreso y las pantallas de televisión se llenan agravios, gritos, insultos, saciedades y tonterías’.
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