En la Tierra a martes, noviembre 5, 2024

Cada cosa a su tiempo y los nabos en Adviento

Nabos

Y héteme aquí que, un año más, hemos entrado en el periodo que la iglesia cristiana pritiva vino en llamar adventus Redemptoris o venida del Redentor, y que incluye los cuatro domingos más próxos a la festividad de la Natividad, celebración litúrgica de la Navidad. Tiempo este el de Adviento, para la grey cristiana, de oración y reflexión caracterizado la ‘espera vigilante’, de esperanza y de, aquí viene lo sustancial en referencia al dicho popular, de vigilia rigurosa, donde, como es lógico, el producto tenía su lugar de preeminencia.

El nabo, que hasta muy entrado el siglo XIX fue la patata de las ollas campesinas y los cocidos urbanos, nunca tuvo buena fama y a lo largo de las tantas centurias en las que fue protagonista de la pitanza cotidiana de los humildes cargó con al sambenito del desprecio culinario y gastronómico. Una desconsideración que Quevedo usa como ejemplo para ridiculizar al límite de lo posible al licenciado Cabra en su única novela Vida del Buscón. El ‘clérigo cerbatana, archipobre y protomiseria’ removiendo la misérra olla que ofrece a sus pupilos encuentra un nabo y dice gozoso: ‘¿Nabos hay? No hay perdiz para mí que los iguale. Coman que me huego de verlos comer’.

 

Actualmente y desde hace tiempo el nabo ha pasado de la desconsideración a la ignorancia suma; al ninguneo coquinario, que no es fácil discernir cual es peor situación. Aunque justo es reconocer que con excepciones, casi todas en Asturias, donde se siguen celebrando certámenes gastronómicos a base de nabos y a Adviento pasado, coincidiendo con las fiestas de san Antón, san Martín y san Mamés.

 

Aceptando y dando bueno que para los gustos se hicieron los colores, lo cierto es que el nabo es rico en vitamina C, tan útil en época invernal, en folatos y en compuestos azufrados ricos en antioxidantes que bloquen la acción de los tan temidos radicales libres y que protegen la piel de las inclemencias. Además, los nabos son extremadamente generosos en fibra, que previene o trata el estreñiento, reduce las tasas de colesterol en sangre y contribuye a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el tracto gastrointestinal, entre ellas en cáncer de intestino grueso. Por últo, su riqueza en potasio le confiere una acción diurética y tanto beneficiosa en casos de hipertensión, gota, cálculos renales, retención de líquidos y oliguria.

 

Resumiendo, que cada cosa a su tiempo y los nabos en Adviento.

 

Miguel Ángel Almodóvar, sociólogo, investigador, periodista, divulgador especializado en nutrición y gastronomía. Consulta sus publicaciones en La Fórmula Almodóvar .

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