El gobierno de Mariano Rajoy acaba de cumplir dos años y una vez pasado el ecuador de su mandato, tanto el gobierno como los partidos políticos, se aprestan a enfrentarse a los dos últos años de legislatura que tienen una marcado carácter electoral en tanto en cuanto el 25 de mayo de 2014 se celebrarán los comicios al Parlamento Europeo y antes de noviembre de 2015 unas elecciones generales que determinaran un nuevo gobierno. Dos años de larga campaña electoral que, como la sociología política demuestra, son malos para emprender las medidas que cierren el ciclo reformista liderado el gobierno del Partido Popular a instancias de la Comisión Europea (CE), El Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Europeo y el concierto de naciones que se angustiaron cuando descubrieron que España se dirigía directamente al abismo de la bancarrota.
Al día de hoy, los graves peligros se han alejado gracias al proceso reformista del gobierno de Rajoy, aunque el futuro de la economía española no está, ni mucho menos, asegurado, ya que todavía es necesario, en opinión de la mayoría de los analistas económicos, que continúe el pulso reformista, y de recordar esa situación se ha encargado la CE y el Eurogrupo al poner en duda las cuentas presupuestarias que se están debatiendo en el Parlamento español para 2014.
Los esfuerzos realizados España en los dos preros años de legislatura han sido encomiables y extraordinariamente duros para la sociedad española, aunque no parecen que sean suficientes para cumplir con los compromisos adquiridos con los organismos de la Unión. En efecto, con el horizonte electoral diseñado, todo apunta a que las reformas pendientes van a entrar en una situación peligrosamente laxa que pondría en riesgo la recuperación económica que supuestamente debería cobrar fuerza en 2014, ya que desde demasiados ámbitos se anuncia que el “estado de complacencia” puede poner en entredicho ese creciento que cuenta con unos fundamentos especialmente débiles.
España sigue teniendo asignaturas pendientes como pueden ser la de la consolidación fiscal y los altos niveles de desempleo y la CE ya ha avisado que los Presupuestos Generales 2014 no recogen las medidas suficientes para atajar el exigente déficit público comprometido. En concreto, las autoridades comunitarias recuerdan que las medidas discrecionales aprobadas para 2014, un te del 1,5% del PIB (la mitad de las establecidas en 2013), no garantizan el cumpliento con el objetivo de déficit estructural y que, en ausencia de ajustes adicionales, el déficit público se mantendrá en el 6% del PIB en 201516. Recordar que el pasado mes de junio, el Ecofin concedió a España una prórroga de dos años para cumplir los objetivos de déficit, que pasaron a ser del 6,5% para este año, del 5,8% en 2014, del 4,2% en 2015 y del 2,8% en 2016.
En este contexto, el gobierno español se enfrenta a los dos últos años de legislatura y lo hace bajo la duda, avanzada el BCE, respecto a la capacidad de España de cumplir la meta de déficit puesta Bruselas si no logra mejorar los ingresos fiscales y reduce el gasto público marginal.
Los analistas esperan con especial interés cómo el gobierno va a resolver la ecuación y hasta qué punto va a tratar de poner sus intereses a los de la Comisión que se ha mostrado inflexible, en solitario y como troika, a la hora de exigir el cumpliento de la hoja de ruta negociada, máxe después de la prórroga concedida a España.
Una de las muchas perlas ofrecidas Solbes en la presentación de su auto hagiografía, Recuerdos, aunque cargada de cinismo, parece anunciar el camino: “Tuvos mala suerte en coincidir con elecciones que es siempre mal momento para tomar decisiones”.
Carlos Díaz Güell es editor de Tendencias del Dinero, innovaspain.com y consultor de comunicación empresarial