En la Tierra a lunes, noviembre 18, 2024

Blog Estudio de Comunicación: El líder si quiere influir debe preparar y planificar su comunicación

enrique_alcat

Enrique Alcat, director del programa superior en Gestión Empresarial y Dirección de Comunicación de IE Business School, escribe para el blog de Estudio de Comunicación un post que habla sobre la tancia de la Comunicación a la hora de que el líder sepa influir y gestionar esa influencia en su público.

 

El mundo en el que nos toca vivir se rige unos flujos de influencias que nos acompañan siempre, lo queramos o no. Las personas somos influenciables y algunas, además, influyentes. La influencia está en el ambiente aunque en muchas ocasiones no sepamos que en la toma decisiones, muy personales que sean, estamos sometidos a una influencia externa que viene desde muchos ámbitos diferentes y nos puede llegar a condicionar en mayor o menor medida.

 

Las personas influyentes no son necesariamente las más ricas, las más famosas, las que tienen más poder o las mejor situadas en cualquier escalafón del ámbito profesional o laboral. Las personas influyentes a veces están cerca, muy cerca de nosotros, y no debemos mirar muy lejos que muchas veces nos influye más una opinión de un familiar, de nuestra pareja o de alguno de nuestros amigos que una sesuda explicación procedente de estancias superiores con un mensaje, sublinal o no, del qué o para qué tenemos o no que hacer algo.

 

La influencia se respira en todos los ambientes y más en aquellos donde dedicamos tiempo o centramos nuestra existencia vital: el trabajo, la familia, las amistades y el ocio. Los líderes que influyen, los directivos más influyentes, la influencia que ejercen nuestros progenitores, la influencia de nuestros representantes de la política, la economía, la cultura, la ciencia o la religión…cualquiera que esté en nuestro entorno cercano pero también cualquiera que esté muy lejos de nosotros puede ejercer, sin saberlo, una influencia decisiva sobre nuestra inteligencia, sobre nuestro cerebro, que es donde radica el núcleo duro de la influencia.

 

La evidencia de la influencia hace que tengamos que tener los ojos abiertos y la mente muy preparada para saber que todo, absolutamente todo, nos influye. Incluso el más míno detalle, una palabra dentro o fuera de su contexto, una mirada, un gesto o un comentario puede debilitarnos y causar un efecto concreto en nuestra autoesta, en nuestro áno y en nuestra forma de comtarnos.

 

La prera decisión pasa siempre la otunidad: es decir, el momento de querer influir en los demás. La influencia que queramos ejercer sobre los demás siempre pasa el momento de ejercerla. Me atrevería a decir, sin ningún tipo de estudio científico que lo corrobore, que la práctica totalidad de las personas hemos tenido una vez en nuestra vida a alguna persona, cercana o lejana, que ha ejercido una influencia capital y, a veces, determinante sobre nosotros. Incluso más de una. Y, la mayoría de las veces, esa influencia no ha sido pasajera sino que se ha instalado dentro de nosotros, que aparece y desaparece de forma intermitente en nuestra personalidad, lo que consolida una capacidad muy determinada de quien la ejerce. Una influencia que puede durar años e, incluso, toda la vida.

 

La persistencia de la memoria hace que las personas que han ejercido alguna influencia sobre nosotros puedan aparecer en cualquier momento en nuestra mente, incluso, sin esperar su llegada. Muchas veces tomamos decisiones en el tiempo presente no con la información que tenemos en ese momento sino la influencia que recibos respecto a un determinado asunto desde hace ya tiempo.

 

La influencia afecta a lo que somos pero mucho más a lo que pensamos y lo que decos. La credibilidad personal se basa en la personalidad intransferible de cada uno teniendo en cuenta que ha sido influido e influenciado su entorno, su época, sus relaciones, sus vivencias, sus estudios, sus personas cercanas (y lejanas) y todo aquello que tenemos alrededor y al alcance de nuestros sentidos.

 

El valor añadido

La palabra influencia es la más repetida en el management moderno. Ya no se trata de ‘vender’ se trata, además, de influir. Diríase que la influencia es la venta intelectual con el máxo valor añadido. Los líderes políticos, económicos o empresariales son tales si son capaces de influir, de ir más allá de la venta de sus políticas, sus planes de negocio o sus propuestas. Es decir, si consiguen ‘hacerhacer’.

 

¿Cómo gestionamos, entonces, esa influencia? ¿Cómo podemos defendernos de aquellos que nos quieren influir sin nuestro permiso? ¿Cómo nos influyen ejemplo, las decisiones de nuestros gobernantes, de los medios de comunicación, de las redes sociales, de nuestros jefes directos o de las personas más cercanas?

 

La prera idea que debemos tener clara pasa, como todo, no mirar muy lejos. La influencia vive en ti y te afecta a ti. La reflexión interior es la clave para concluir que todo, absolutamente todo, nos influye y de nosotros dependerá que nos dejemos influir algunas personas o algunas ideas y si no tenemos preparada nuestra mente estaremos sometidos a muchas influencias externas, tal vez, sin saberlo o, lo que es peor, sin poder reaccionar ante las peores influencias posibles: las tóxicas.

 

La influencia afecta a las personas aunque los mensajes se vistan o se redecoren de números, otras veces de centajes, algunas ocasiones de percepciones y, en la inmensa mayoría de los casos, de intangibles que el cerebro no es capaz de analizar que está ocupado o preocupado en otras tareas.

 

La prera decisión, tanto, pasa la reflexión. Estemos atentos. Vigilantes. Tengamos preparado no sólo el corazón sino también el cerebro para saber que cualquier pacto externo e, incluso, interno, nos puede influir en la toma de nuestras decisiones. La capacidad de que nos influyan y, tanto, de querer influir en los demás pasa el cerebro. Por esa misma razón luego no nos echemos la mano a nuestra cabeza, que no a nuestro cerebro, cuando escuchemos expresiones como ‘te dejas influir fácilmente” o “alguien que tú sabes ejerce una mala influencia sobre ti’.

 

La influencia debiera ser la antítesis de la sorpresa, el desconociento, las prisas o las tensiones propias que nos toca vivir en un mundo cambiante, competitivo e previsible. El prer requisito para hablar de la influencia tiene que ver, siempre, con la información. Cuanta más información verídica y contrastada procesemos menos capacidad tendremos que nos influyan los demás. Y cuanto mejor estemos preparados, con la mayor y mejor información posible, mejor podremos influir en los demás.

 

‘El que tiene la información tiene el poder’ recordábamos no hace mucho tiempo. Hoy día y gracias a las nuevas herramientas y vehículos de comunicación ya no se trata de tener la información sino de influir con esa información que se tiene. ¿De qué te sirve tener toda la información si no la sabes utilizar?

 

Las redes sociales han conseguido derribar algunos muros y muchos mitos donde en las atalayas se encontraban quien ostentaba el poder. La influencia se está democratizando y ya no es exclusiva de los grandes o de los poderosos o de los que tienen mayor capacidad de llegar más lejos o a más personas sino de aquellos que saben buscar la otunidad de influir allá donde se encuentren sus objetivos. La influencia es, en el fondo, un medio para conseguir unos fines. Es el puente necesario para conseguir lo que nos proponemos que hagan los demás gracias a nuestro particular ingenio.

 

Seguiremos informando…

 

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