‘El dolor como proceso clínico es uno de los problemas más prevalentes en la mayoría de las especialidades médicas’, ha señalado el doctor Javier Vidal, responsable de la Unidad de Dolor Reumático del Hospital Universitario de Guadalajara y vocal de la Sociedad Española del Dolor (SED). ‘Esa tancia asistencial se acompaña de un gran pacto en la calidad de vida de los pacientes, lo que representa unos costes sociosanitarios muy elevados’, añade.
El tratamiento sintomático del dolor ‘ha mejorado con la aparición de nuevas clases terapéuticas, fundamentalmente de fármacos analgésicos opioides, y con la creación de unidades especializadas en los distintos servicios de salud’. La mejora de la capacitación en dolor ‘es uno de los objetivos prioritarios para los próxos años’.
Por otro lado, el experto demanda una mayor coordinación asistencial entre Atención Praria y las unidades del dolor. ‘Para hacer más eficiente la asistencia de estos pacientes, habría que seguir poniendo en marcha programas y protocolos específicos que contemplen la conformación de equipos de atención al dolor en los propios centros de salud –cuyos profesionales sirvan, a su vez, de interlocutores con los hospitales y el estableciento de ciertos criterios de derivación’, afirma. Además, ‘es tante que existan programas de formación en dolor que puedan ser coordinados las sociedades científicas correspondientes, como la SED’. En este punto, hay que tener en cuenta que el dolor es una de las causas más frecuentes de consulta en el prer nivel asistencial.
El doctor Juan Pérez Cajaraville, director de la Unidad del Dolor de la Clínica Universidad de Navarra, ve probable que el dolor esté presente en, al menos, una tercera parte de las causas de procesos crónicos que requieren asistencia continuada en nuestro país. Es ello que se están desarrollando planes específicos sobre dolor crónico en el marco de la Estrategia para el Abordaje de la Cronicidad en el Sistema Nacional de Salud. ‘Por el momento, se ha elaborado un programa prelinar general y multidisciplinar muy interesante que establece tres áreas fundamentales: la inclusión del dolor como elemento prioritario y transversal dentro de las estrategias y políticas de salud del sistema sanitario; la atención basada en la evidencia científica, y la coordinación y continuidad asistencial’.
Avalancha de pacientes en las unidades de dolor
Por su parte, el doctor José Cid Calzada, anestesiólogo de la Unidad del Dolor del Complejo Hospitalario de Toledo, ha dicho que “uno de los problemas que hay ahora en las unidades de dolor es el gran número de pacientes que son derivados a ellas”. Según este experto, “muchos de estos casos podrían tratarse en Atención Praria u otros servicios hospitalarios si se creasen las estructuras de atención al dolor necesarias en estos niveles. Por ello se deben pulsar programas de formación y optizar los criterios de derivación para evitar las largas listas de espera que pueden perjudicar a aquellos casos con patologías más urgentes. En nuestro ámbito local se ha dado un pulso muy tante para incrementar las sesiones quirúrgicas de tratamiento intervencionista del dolor, y sería necesario que se potenciaran en otros hospitales. En este sentido, debe cuidarse la excelencia clínica alcanzada en Unidades de nuestro entorno, creadas ya profesionales muy plicados y de prestigio. También se está haciendo un esfuerzo muy tante parte de las Sociedades Científicas como la Sociedad Madrileña del Dolor, desde la que se han creado unos Estándares de Calidad de las Unidades del Dolor que han sido en gran parte asumidos el Ministerio de Sanidad para la redacción de un documento en este sentido. Desde esta Sociedad también se han creado grupos de trabajo que han consensuado unos criterios clínicos para el manejo intervencionista de la lumbalgia, publicados parcialmente en la prestigiosa revista Pain Practice, así como unos Indicadores de Calidad de las Unidades del Dolor. Estos documentos se han realizado siguiendo un método científico”. Asismo, se esta una necesidad de una unidad del dolor de nivel III (para la atención del paciente con dolor agudo complejo o de difícil tratamiento) cada 1,52 millones de habitantes.
En este contexto, ‘las autoridades sanitarias deberían tomar conciencia de la tancia de este problema de salud para dedicarle los recursos necesarios’, comenta. ‘La calidad del dolor está sustentada los profesionales que nos dedicamos a su abordaje y muchos hospitales, pero no existe un programa global específico que plique a los médicos de Atención Praria, a pesar de que algunas sociedades científicas autonómicas sí lo están intentando pulsar en sus respectivos territorios’, añade. ‘Tenemos claros los estándares de calidad de las unidades del dolor, pero cuesta trabajo ponerlos en práctica culpa de la crisis económica’. El doctor Cid destaca especialmente la necesidad de categorizarlas en función de los pacientes que tratan.
¿Se puede ser feliz con dolor?
El doctor José Antonio Flórez Lozano, catedrático de Ciencias de la Conducta, del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo, ha sido el encargado de partir un taller muy especial con el objetivo de responder a la siguiente pregunta: ¿Se puede ser feliz con dolor? El experto cree que sí. ‘Se trata de lograr un estado emocional potente que filtre y module la percepción del dolor; una fórmula eficaz para que factores psicosociales como el estrés o la ansiedad se puedan convertir finalmente en un estado de bienestar y felicidad’, afirma. Asismo, ‘el objetivo terapéutico pone un especial énfasis en reforzar la autoesta y neutralizar emociones negativas y sentientos tóxicos destructores de la felicidad y estulantes’.