Si tienes pensado coger un vuelo a Lanzarote o desde el aeropuerto de esta isla canaria, deberías saber que, desde el 19 de julio, el edificio dispone de Servicio Sanitario únicamente durante las franjas horarias de mayor tráfico. Fuera de ese horario, quien valorará si el malestar sanitario que afecte a un pasajero es propio de una urgencia o no para proceder a llamar al 112 será el personal que esté de guardia en ese momento: agentes de terminal, ejecutivos e incluso… el personal que aparca los aviones.
Al día pasan el aeropuerto de Lanzarote una media de 14.000 pasajeros. Y, como es de suponer, en verano esta cifra aumenta. Miles de personas optan la ‘isla de los volcanes’ para recrearse con espectaculares paisajes y disfrutar de su espléndido cla. Sin embargo, todo este encanto puede verse truncado en pocos minutos. ¿El motivo? Que nos sorprenda una dolencia o enfermedad en las instalaciones del aeropuerto o a bordo de una aeronave fuera del horario laboral del Servicio Sanitario.
Y es que, según la últa instrucción operativa que ha enviado a todo el personal el jefe de operaciones de este aeropuerto canario, la presencia física de los miembros del Servicio de Asistencia Sanitaria pasa de ser de 24 horas a tan solo 11 horas diarias los días de menos actividad (lunes, martes, miércoles y domingos) y a 14 horas los días con mayor tráfico (jueves y sábados).
Fuera de estos horarios, el protocolo que insta a seguir el responsable del aeropuerto resulta ‘bastante alarmante la responsabilidad que conlleva’; al menos así lo han puesto en conociento de nuestros redactores de prnoticias algunas de las personas afectadas que aún no han transmitido su desacuerdo de forma pública.
El documento recoge que a partir del 19 de julio son los propios trabajadores de la terminal quienes deben estar pendientes de la evolución de la gravedad de los pacientes y determinan si la persona necesita asistencia sanitaria urgente o no.
Estas órdenes podrían estar supuestamente induciendo al personal a cometer un delito de intrusismo profesional, contemplado en el Código Penal. Ni agentes de terminal ni ejecutivos ni los ‘señalaros’ poseen los conocientos ni la titulación necesaria para ejercer de médicos o enfermeros; mucho menos, la autoridad para estar el grado en que un paciente necesita asistencia sanitaria urgente.
Incluso, de considerar éstos otuna la presencia física de los servicios de urgencia, el procediento a seguir ahora es bastante lento. Las instrucciones son llamar a Coordinación de AENA y que ésta sea quien se ponga en contacto con el 112.
En cuanto a las instrucciones a seguir en caso de la utilización de los equipos de desfibrilación automática, el comunicado peca de ser poco prudente. La ley exige a AENA dar de alta en la Consejería de Sanidad los equipos y dotar de seguros de responsabilidad civil a todo aquel que posea el título que acredite su uso. Por lo tanto, podría considerarse bastante grave sugerir a la ligera el uso de estos equipos y no mencionar a las personas que están formadas para utilizarlos.
Muchos han calificado la agen que está dando este aeropuerto como ‘tercermundista’ o han tachado la decisión de ‘supuesto delito de intrusismo profesional’, pero la auténtica preocupación de responsables y expertos son las consecuencias que para una persona puede tener el no ser valorado correctamente ante cualquier episodio médico alarmante que, como en la mayoría de los casos, no entiende de lugares ni de horarios.
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