La apertura del nuevo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) se anunció a bombo y platillo como ‘una renovación tecnológica sin precedentes para la sanidad asturiana en robotización, laboratorios, equipos de diagnóstico y en tratamientos avanzados de radioterapia, entre otros’. Iba a ser ‘el hospital sin papeles’. Iba a extender la informática cada uno de sus os. Y casi cinco meses después de su apertura, todo parece ser pura fachada. Prnoticias ha podido comprobar que las pilas de folios se acumulan en los despachos.
Hace unos meses, el HUCA cambió de ubicación, amplificó su dotación e incoró una plataforma digital que se extendía más allá de la historia clínica electrónica abarcando las solicitudes de pruebas a las consultas, la recepción de resultados o el intercambio de ágenes, entre otros servicios. Este cambio angustió a la mayoría de sus trabajadores, los cuales advirtieron en su momento de que habían recibido muy poca formación. Pero los gestores hicieron caso omiso.
Los responsables de esta mole de 479 metros de largo estaban demasiado ocupados colgándose las medallas sin ni siquiera haber pisado la línea de salida de la carrera. Les preocupaba más presumir de ‘burro grande’ y alardear de ser los ‘pioneros’ en tamaña empresa. Pero, ya lo prevé el castizo refrán: ‘…o no ande’. Y el equino no anduvo.
Solo hacen falta diez minutos dentro del complejo hospitalario para darse cuenta de que lo que brilla su ausencia es tanto el papel como las herramientas informáticas de las que todos se pavoneaban incluso antes de abrir sus puertas. Las únicas personas que llevan algún derivado de la celulosa en la mano son los preros pacientes con gripe y aquellos que buscan la máquina para canjear el ticket del parking.
Tan estrictos han sido con la medida que han solucionado la falta de orientación de todo aquel que pisa el edificio prescindiendo de mapas. A cada ciertos metros se haya colocado un profesional que muy amablemente da las indicaciones necesarias para llegar a las diferentes zonas. Tan estrictos.
Pero los que de verdad están sufriendo los fallos técnicos que dan lugar a las aglomeraciones y los retrasos son los profesionales sanitarios. Sin papel, pero también sin herramientas que les permitan ejercer sus labores de forma eficiente. ‘No nos dan dispositivos electrónicos aptos para nuestro trabajo, no funciona la wifi y en la mayor parte del recinto no hay ni siquiera cobertura’, aseguran algunos trabajadores del centro.
Mientras tanto, los gestores, o acercándonos más al colmo del asunto, el departamento de comunicación que a la postre debería predicar con el ejemplo, esconden montañas de papeles sobre sus mesas y enormes fotocopiadoras donde seguir produciendo material. Son los encargados de camuflar todos los ‘incidentes técnicos’ que ocurren en este búnker gigante, una apuesta que muchos tachan de pretensiosa y que está demostrando tener serios problemas en la salud de sus comunicaciones.
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