A diario, los profesionales de la salud tienen el reto de comprender la condición del paciente, formular los tratamientos más adecuados a cada perfil, informar sobre los beneficios y contraindicaciones del mismo, y seleccionar los planes de seguiento pertinentes. En este escenario, las nuevas tecnologías están suponiendo una gran ayuda. Entre otras cosas, permiten una monitorización ininterrumpida y al detalle. Sin embargo, en personas sanas o en manos equivocadas, estas herramientas pueden suponer un gran riesgo.
Cada vez menos parámetros vitales escapan de los proyectos de los desarrolladores de tecnología wearable. Si hasta hace meses podíamos tener constancia de las calorías consumidas, los pasos andados, la tamperatura o el ritmo cardiaco, ahora hay dispositivos tan sofisticados que miden hasta la actividad cerebral. También se habla ya de sistemas cognitivos, una solución diferente a la tecnología programable que ‘ya permite interpretar los datos mejorando así la capacidad de percibir, razonar y relacionar de los profesionales sanitarios’, como asegura Miguel Ángel Martín, IBM Big Data Sales LeaderEspaña, Portugal, Grecia e Israel.
Y esto es solo el principio. Como muchos desarrolladores, expertos y profesionales de la salud aseguraron durante el I Congreso Nacional de Wearables y Big Data en Salud, estamos en el momento de innovar, de dejar de tratar patologías para tratar a pacientes y de que las compañías farmacéuticas se conviertan en proveedores de servicios de salud.
‘Hay potencial, hay ganas y existe la tecnología para permitir al médico ser más ágil y eficiente’, insiste José María Cepeda, responsable de la Secretaría de Innovación, Nuevas Tecnologías y Conociento de la Salud de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).
Sin embargo, no todas las soluciones son aptas o beneficiosas para cualquier usuario. Este experto advierte que ‘en manos equivocadas, los dispositivos que permiten una monitorización constante pueden suponer un riesgo, como ejemplo, llegar a generar o acentuar un trastorno obsesivo’.
Y es que, aunque se están desarrollando aplicaciones y sotes TIC para combatir el rechazo a la comida o la ansiedad, existen herramientas a las que puede acceder cualquier y que pueden ser un gran enemigo de las personas con anorexia o bulia, para quienes es especialmente peligroso tener un control estricto y en tiempo real de las calorías consumidas en cada comida o de las quemadas debido a la actividad física.
Psicólogos e investigadores han empezado a alertar de las consecuencias que pueden tener Intet y las TIC a mediolargo plazo en las más de 171.000 chicas del Estado español que se calcula que sufre trastornos de conducta alentaria (TCA). Las mismas, precisan a las autoridades competentes la necesidad de encontrar una regulación adecuada. Mientras tanto, instan a los familiares y educadores de estas adolescentes a obtener orientación para poder afrontar estas situaciones y a actuar con firmeza.
Seguiremos informando…