Ni Maggie Spson es una respetable científica en la vida real ni estamos hablando de la temática de un nuevo episodio de la popular serie ‘Los Spson’. El caso es mucho más alarmante y no solo ha dejado en evidencia a la industria de las publicaciones científicas, sino que está poniendo en riesgo la credibilidad de la comunidad científica y de estudios que de verdad cumplen con todos los parámetros exigidos.
La idea fue del ingeniero Alex Smolyanitsky, que en un esfuerzo demostrar que es cierta la sospecha de que casi todo lo que se publica en las revistas de ciencias es ahora mismo sospechoso de ser un fraude y atender a exclusivamente a razones económicas, creó el estudio ‘Fuzzy, Homogeneous Configurations’ y lo envió a dos publicaciones de la industria: Journal of Computational Intelligence and Electronic Systems y Aperito Journal of NanoScience Technology.
El estudio solo contenía una mezcla aleatoria de palabras científicas y técnicas sin orden ni concierto para dar la presión de ser un trabajo riguroso y merecedor de ser avalado cualquier cabecera científica. Pero, si no fuera del todo evidente, el creador del documento decidió atribuirles el mérito a los personajes de una de las series de dibujos más populares de todos los tiempos. Así, como autores del mismo figuran Margaret Spson, K Jong Fun y Edna Krabappel.
Por supuesto, ninguno de estos personajes de ficción escribió el documento, pero a los revisores de ambas revistas se les pasó alto. Mientras una de las revistas aceptó inmediatamente publicarlo, la decisión de la otra empresa se dilató un periodo de un mes, pero finalmente aceptó hacerlo un módico precio.
Sin generalizar para no herir sensibilidades, este caso vuelve a dar la razón a quienes aseguran que detrás de la industria de las publicaciones científicas solo hay intereses económicos. Y para demostrarlo, Alex Smolyanitsky ata la factura de 459 dólares que le fue enviada la broma. Lo lamentable es que ante casos como este, quedan expuestos muchos trabajos rigurosos y transparentes.
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