En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

Modelos de periodismo, policías y jueces

Por su interés:

Según informaciones vertidas por distintos medios, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y el juez encargado de la instrucción de la llamada trama Púnica parecen tener por sospechoso, llegando a la imputación, que un profesional de los medios de comunicación se dedique al posicionamiento en internet de instituciones. La imputación ha llegado a la Directora de Medios de la Comunidad de Madrid, Isabel Gallego. Si la razón es esa, la cadena de imputaciones puede llegar a miles de profesionales, entre quienes encargan estos servicios y, lo que a mí más me interesa, quienes lo realizan. Haber encontrado este nicho profesional parece haberse convertido en delito.

Más allá de la decisión de lo que pase por la cabeza del juez Velasco y de estos responsables de la seguridad pública, por la que imputan a unos y no a otros, por la que imputan a los ‘enemigos’ políticos y pasan de largo las actuaciones que tuvieron lugar bajo la responsabilidad de quienes coincidieron en pasillos y despachos, la cosa es cuál es la materia que está en juego. Para ello y sin intención de didactismo para quien no está interesado en escucharlo, creo que merece la pena una reflexión sobre los modelos de periodismo posibles en el siglo XXI.

Hay un modelo periodístico de partida, del que todos tenemos bastante idea. Es el periodismo destinado a alimentar la esfera pública con noticias. Es un periodismo que produce noticias. Sé que estoy caricaturizando; pero hay que ahorrar tiempo y espacio. Es el periodismo que está vinculado a una de las instituciones principales del constitucionalismo burgués, como es la libertad de expresión. Por ello, junto a la libertad de expresión está la institución de libertad de prensa.

Ese es el periodismo que ha venido definiendo la profesión y en el que siguen formándose buena parte de los estudiantes de nuestras facultades de comunicación. Tenemos la imagen, más o menos romántica, de ese periodista que lucha en la calle –y especialmente en los despachos y los bares- por obtener la verdad y proyectarla heroicamente en la esfera pública. Otra cosa es que sea el periodismo que se haga hoy en día y, sobre todo, al que fundamentalmente se dediquen la mayor parte de los periodistas en ejercicio.

Cualquiera que conozca una redacción actual, es consciente de que los periodistas ya no están en la calle. Esto no es rentable, porque no lo es que un profesional esté detrás de cada pieza publicada una media de una semana, que es lo que se estaban no hace tantos años. Como analiza el superpremiado periodista Nick Davies en su informe Flat Earth News, hoy un periodista tiene que publicar una media de siete piezas al día. ¿La calle? Para ir y venir a trabajar, o ir al supermercado para comprar víveres y seguir produciendo.

¿Dónde se genera entonces la información? Pues se genera por todos lados. Internet es su principal repositorio y está continuamente en ebullición informativa que producen tanto periodistas profesionales, como ciudadanos como usted o como yo. Unos dirán que esto segundo no es información periodística. Sobre todo los que han sido educados en el viejo periodismo. Y tendrán parte de razón.

Y aquí viene el segundo modelo de periodista. Es el encargado de dar forma y sentido a todo lo que está en el marasmo que es internet, lleno de informaciones interesadas y ofrecidas desde los más distintos puntos de vista. Tiene como principal función certificar lo que es noticia de interés público, seleccionando de lo que está en internet. También es una caricatura, pero es lo que pasa al trabajar con los tipos ideales. Hoy la mayor parte de las redacciones periodísticas se dedican a esta labor. La materia prima está fundamentalmente en internet, producida y volcada por miles o millones de personas en todo el mundo, y los periodistas la dan forma y la certifican como importante con la producción en su cabecera o medio de comunicación.

El tercer modelo también trabaja directamente en internet. Es el encargado de obtener el mejor posicionamiento de imagen de empresas o instituciones, desde grandes entidades a incluso personas individuales. Es el que más ha crecido en los últimos años y puede ser considerado como la cara opuesta del anterior modelo. Unos trabajan seleccionando posiciones e informaciones que están en internet; mientras que otros trabajan para que sus mensajes sean seleccionados. Ambos lados se conocen los hábitos profesionales mutuamente; pero cada uno hace su trabajo.

Este tercer modelo tiene sus antecedentes en lo que se llamaba –y se sigue llamando en muchos casos- agencias de comunicación. Un servicio que estaba al alcance de muy pocos, especialmente grandes empresas o políticos con capacidad económica. Puede decirse que con internet se ha democratizado la tarea con dos efectos o transformaciones importantes. Uno de ellos es que muchas empresas e instituciones, por pequeñas que sean, lo llevan a cabo. Otro es que da de comer a muchos profesionales que se han preocupado –y, en cierta forma- arriesgado por obtener los conocimientos necesarios para estas labores.

Uno de los argumentos que ha publicado la prensa sobre el caso referido en el inicio de este escrito, como si ésta pudiera entrar en la cabeza de guardias civiles y juez, es que piensan –digo bien, piensan- que por qué la Comunidad de Madrid ha encargado estos trabajos a un profesional externo –De Pedro en lugar de haber sido realizados por los profesionales que se encuentran en el Departamento de Comunicación o en la Consejería de Educación. Tal vez convendría que se lo preguntaran directamente a los profesionales que allí ejercen. Mejor, que los pusieran a prueba en el trabajo de su propia imagen. Así el juez Velasco los puede poner a prueba para trabajar el posicionamiento de la judicatura española. Él mismo comprobará los resultados, a pesar de su buena voluntad en contribuir a la buena imagen de los jueces españoles. No es fácil pasar del primer modelo, en el que siguen formándose la mayor parte de nuestros periodistas, al segundo y, sobre todo, al tercer modelo. Tal vez a quien habría que imputar y hacer un fuerte interrogatorio es a los responsables de las facultades de comunicación españolas de los últimos diez años. Se suele encargar fuera, incluso a agentes o profesionales extranjeros, porque aquí es muy poca la oferta, más allá de la moda –un tanto superficial- de los community manager.

 

Vía Diarioabierto.es

 

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