A falta de un representante que, en contraste a lo que hace Máximo González Jurado, vele por sus intereses y les defienda frente a los continuos ataques que les propina la Organización Médica Colegial, los enfermeros españoles han recurrido a Twitter una vez más para hacerse escuchar y para poner en valor sus capacidades profesionales. Les ofende que los médicos les consideren un ‘grave peligro’ para la salud e incluso señalan que detrás de estas acusaciones hay un turbio conflicto de intereses. Tal ha sido la magnitud del asunto que ha propiciado una grave crisis de reputación. ¿Ha supuesto un dolor de cabeza para el departamento de Comunicación de la OMC o han preferido priorizar su merecido descanso dominical?
En los últimos años, muchas han sido las empresas o instituciones que se han visto envueltas en una crisis de reputación. O sino, que se lo digan a Bayer, una compañía con más de 150 años de historia que hace unos meses se vio envuelta en la crisis que provocaron las polémicas declaraciones de su CEO, Marijn Dekkers.
No ha sido la única empresa que ha puesto a prueba los nervios y la capacidad de reacción de su departamento de Comunicación, pero sí de las pocas que ha demostrado que tenía una estrategia perfectamente cimentada y un equipo de profesionales bien formados y coordinados como para controlar cualquier tipo de crisis y en cualquier momento que ésta se desencadenase.
Gracias a casos como éste, hemos aprendido lo que se debe y no se debe hacer en determinadas situaciones. Una de las lecciones clave es que no se pueden hacen unas declaraciones polémicas o inoportunas y esconder la mano o dar la ‘callada’ como respuesta. Esto genera que la crisis se propague incontrolablemente y haga un daño irreparable en la reputación.
Le ha ocurrido a la Organización Médica Colegial (OMC) con unas declaraciones sobre la regulación de la autorización de dispensación de medicamentos por los enfermeros. A través de un documento aprobado por unanimidad en su última Asamblea General, el Consejo sostiene que ‘la prescripción forma parte indisoluble del acto médico’ y manifiesta su ‘seria preocupación y rechazo ante cualquier intento de prescripción de medicamentos no realizada por el facultativo que previamente haya establecido el diagnóstico’. Añaden que esto supone un ‘grave riesgo’ para la salud y la seguridad del paciente. ‘En ningún momento los enfermeros pueden usar, indicar o dispensar de forma autónoma medicamentos sujetos a prescripción médica’, denuncian.
Desde que el sábado se publicase a través de su cuenta en Twitter que la Asamblea había hecho pública una declaración sobre la gestión del medicamento, el máximo órgano de representación de los médicos ha recibido cientos de preguntas, críticas y ataques. ¿Y qué ha hecho su departamento de Comunicación para satisfacer las dudas o para controlar determinadas acusaciones? Nada. Han preferido contemplar desde la barrera cómo otros entran en el juego: médicos y enfermeros.
Los primeros sostienen que ‘el médico prescribe, el enfermero administra y el farmacéutico dispensa’. Mientras tanto, los enfermeros, escandalizados por esta ‘sutilezas’ y ‘machacados por falta de dirigentes o representantes’ que luchen por sus intereses, defienden estar perfectamente capacitados para conocer la indicación, la vía de administración, los efectos secundarios y las posibles interacciones de cualquier fármaco.
Otros enfermeros llaman a la precaución: ‘Están agitando el debate y promoviendo la confrontación’. Y es que, denuncian que la misma polémica se desata cada vez que llegan las elecciones de la Organización Médica Colegial, una cita que este año tendrá lugar el 26 de abril.
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