El trastorno por dependencia emocional es una patología que hace referencia a una necesidad enfermiza de cuidado y protección en contextos diversos (familiar, relacional, laboral o académico), cuyo resultado provoca una falta de funcionalidad y autonomía en la persona. Tal y como apunta la doctora Rosa Fernández Marcote, miembro de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) se trata de una patología cuya incidencia ha aumentado de manera notable en los últimos años. “Posiblemente haya casos anteriores, pero en los últimos cinco años el número de diagnósticos, su intensidad y complejidad ha crecido bastante”, comenta.
Entre los expertos parece que la hipótesis de las nuevas tecnologías (redes sociales, Facebook, WhatsApp) es la que mejor explica el aumento en número e intensidad de casos. “Antes cuando se perdía la relación con un amigo o se terminaba un noviazgo se cumplía un período de duelo, sin contacto, que favorecía la reconstrucción de la vida de una manera razonable. Ahora, siempre existe la posibilidad de saber algo de la otra persona, «espiar» su Facebook, revisar su última conexión a WhatsApp o mirar sus fotos de las vacaciones”, asegura la psicóloga clínica.
La dependencia emocional cumple con todos los criterios de cualquier otro tipo de adicción, siendo que el objeto no es una sustancia sino una persona: deseo irrefrenable, necesidad de contacto, pérdida de control, modificación de los patrones estables de personalidad, etcétera. “La dependencia emocional distorsiona a la persona que la padece y varía su comportamiento normal en el entorno laboral, familiar, social y emocional”, revela la doctora Fernández. “La persona suele darse cuenta de que tiene una relación perjudicial y reconoce a la persona «tóxica», pero cuando intenta romper el vínculo siente que no puede”.
Los especialistas en patología dual están avanzando en la búsqueda de conexiones entre la dependencia emocional y otros trastornos de personalidad. “Muchos estudios muestran cómo la dependencia emocional aparece ligada a ciertos rasgos de personalidad y asociado a sintomatología depresiva y ansiosa que nos hace pensar en unos patrones anteriores facilitadores de la aparición del problema”, revela la psicóloga clínica. “Es importante tenerlo en cuenta y evitar la comorbilidad con alcohol o depresores del sistema nervioso para evitar que se cronifique”.
La dependencia emocional está relacionada también con la violencia de género. Tal y como asegura la doctora Fernández “es un componente frecuente y se aborda en las consultas como las adicciones directamente ligadas a la violencia de género. La intervención trata de distanciar la persona y enseñar autocontrol en situaciones de riesgo para evitar recaídas”.
En este sentido, las redes sociales están suponiendo una dificultad añadida en la “deshabituación” de las personas. “La posibilidad de contactar por móvil, internet, chat, y otras redes sociales hacen que la dependencia emocional se convierta en algo más impulsivo por la facilidad en el contacto con la persona tóxica”, comenta la experta. “Muchas de las personas que tratamos reconocen que tener tantas opciones no ayuda a olvidar a la persona sino que alimenta la adicción”.
Aunque por el momento no se puede definir un prototipo, parece que la dependencia emocional es más frecuente entre las mujeres. La doctora Fernández Marcote lo relaciona con determinados rasgos de personalidad de las mujeres que lo facilitan a nivel cognitivo y emocional. “Cultural e históricamente muchas mujeres han autorizado a sus parejas para llevar las riendas de su vida y han perdido su capacidad de ser autosuficientes, creyendo que necesitan a otra persona para salir adelante. Tiene hasta una parte romántica en la que la mujer piensa que su pareja lo es todo para ella”, explica.
En relación a la edad, los primeros casos que se han registrado en las consultas se sitúan en torno a los 16 años. Las adolescentes son más vulnerables a la dependencia y tienen mayor acceso a las redes sociales. El problema principal es su asociación con otras patologías o con patrones de familia no estable, falta de amistades, etcétera.