Esta pregunta es hoy en día una de las más recurrentes en cualquier reunión o círculo en el que se hable sobre salud y nuevas tecnologías de la Comunicación. Y es que, aunque exista un escenario propicio para que las diferentes instituciones utilicen las redes sociales para conectar con sus usuarios, pocas se ‘arriesgan’ a ir más allá de la comunicación tradicional.
‘No estamos tan conectados como creemos. Las instituciones no quieren salir de su zona de confort, pese a que ello conlleve numerosas limitaciones. Ven las redes sociales como un hervidero de problemas: crisis, miedos, meteduras de pata, vertederos de críticas…’. Así describe el periodista Javier Jiménez Díaz la situación que se da en España con respecto a la integración de las herramientas digitales por parte de las instituciones sanitarias en general y de los hospitales en particular.
Este escenario es el causante de que ‘vayamos a una desconexión’. Según Javier J. Díaz ésta es producida por la falta de entendimiento de la función que deben tener las redes sociales en las instituciones y por la falta de ‘engagement’ con los pacientes; es decir, ‘no se está entendiendo cómo comunicar en los nuevos entornos’, afirma el experto en Comunicación 2.0.
Se cae en el error de utilizar las redes sociales para emitir los mensajes sin interactuar con los usuarios, para hacerse autobombo, o para estar al servicio de la agenda política y no del paciente.
Durante la Jornada ‘Seguridad del paciente 3.0: Papel de las TIC y las redes sociales’, el periodista propone una serie de soluciones que van desde el sentido común a la profesionalización de la Comunicación online. ‘Necesitamos un equipo de profesionales que se dediquen en exclusiva a las redes sociales porque éstas requieren definir una estrategia, marcar objetivos y tener clara la vocación’, subraya.
Para él, la fórmula del éxito consiste en conectar con la sociedad a través de las redes sociales a base de generar reputación e imagen de la institución en el entorno online; y de dar servicio al paciente y crear comunidad.
‘El peor error que se puede cometer es desaprovechar la oportunidad de escuchar al paciente de primera mano o consentir que el miedo a la crítica nos aleje de estar conectado con el usuario’, insiste Javier J. Díaz.
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