El caso del niño de seis años vecino de Olot (Girona) que está ingresado en estado ‘muy grave’ tras habérsele diagnosticado difteria ha reabierto el debate sobre el derecho de los padres a tomar la decisión de renunciar a la inmunización de sus hijos. Ya sea por motivos de conciencia, por simple ignorancia o por creencias religiosas, algunos progenitores se oponen a que sus hijos reciban las medidas de protección que recomiendan los organismos internacionales y que constituyen uno de los mayores éxitos de la Medicina.
El resultado de esta decisión lo acabamos de ver en nuestro país. La difteria ha dejado de estar en el olvido después de casi 30 años sin que se registrara ningún caso. En concreto, los dos últimos casos de esta enfermedad se registraron en España en 1986, según datos del Instituto de Salud Carlos III.
El ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso, ha reaccionado con premura ante el caso y ha calificado de ‘irresponsable’ que haya padres que no quieran vacunar a sus hijos. En la misma línea se ha expresado Rubén Moreno. El secretario general de Sanidad ha apuntado que las consecuencias de no vacunar ‘pueden ser dramáticas’ y ha añadido que ‘el derecho a la vacunación es de los niños, no de los padres’.
En declaraciones a los medios con motivo de una reunión con el embajador de Rusia, el país que ha preparado el suero antitoxina para el caso de difteria, el ministro de Sanidad ha recalcado que lo primero es la salud del menor y de todas las personas con las que ha estado en contacto, que han sido revacunados.
Alfonso Alonso también ha señalado que este caso deber servir para concienciar sobre el valor de las vacunas y para deshacerse del peligroso discurso que comienza a expandirse impulsado por una poderosa herramienta: Internet. Precisamente, el entorno online se ha visto inundado en los últimos años por falacias y mitos que exageran los efectos secundarios de las vacunas, que falsean los datos sobre la efectividad de la inmunización, y que exaltan los beneficios de ‘lo natural’ frente a ‘lo químico’.
Contra esta vorágine de información inventada, sin aval científico y con argumentos poco sólidos sobre la vacunación han reaccionado los pediatras. Alertan a los padres de que los movimientos antivacunas les desinforman. ‘La actitud irresponsable de los padres que no permitan que sus hijos sean vacunados puede ocasionar que puedan empezar a verse patologías que habían desaparecido como es el caso de la difteria que desde hace 28 años no se había producido ningún caso en España’, asegura la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP).
Esta asociación también subraya que los colectivos que promueven la no vacunación se están aprovechando del alto nivel de cobertura que tiene la sociedad española al estar la mayor parte de los niños con sus vacunas correspondientes administradas. Aprovecha para afirmar que los efectos secundarios de las vacunas son prácticamente inexistentes.
