Google era de esas empresas en las que los gastos no importaban demasiado. Menos aún, como es lógico, su cuantía y su destino. Esto la había convirtió en el paraíso deseado por todo el mundo. Sin excepción. Era, por tanto, un buque sin fisuras con unos trabajadores muy felices ante unas oficinas en las que no falta de nada. Tenían todos los lujos imaginables. Estos, además, gozaban con la mente abierta de sus altos cargos, para los cuales las ideas siempre eran bien recibidas. No eran muy partidarios del no, por muy rocambolesca o estrambótica que fuese la propuesta. Seguro que se le podía sacar partido.
Se acabaron los privilegios
Google era una gallina de los huevos de oro. Por ello, es normal el preguntarse… ¿Por qué hablamos en pasado? Sencillo. La presión de Wall Street ha hecho que el viento este cambiando en Mountain View. Y es que, hace menos de una semana se conocieron los resultados de su segundo trimestre, en los que se pudo ver claramente que el ritmo de los ingresos de la compañía va cayendo en picado y sin freno. Haciendo un poco de retrospectiva, en 2011 la compañía creció un 29%, en 2012 un 22%, en 2013 un 21% y el año pasado un 19%. Un bajón preocupante que crece en importancia tras compararlo con el aumento en los gastos en un 22% en el último trimestre de 2014. Esta cifra se ha visto reducida en 2015 hasta un 10%, cantidad que, aun así, sigue siendo alta. ¿En qué se han gastado el dinero? Google ofrece una serie de beneficios a sus empleados: comida, gratis a diario, servicios de masaje, gimnasio, lavandería… Sólo con esto, sus arcas se ven reducidas considerablemente cada año. Pero el mayor consumo de dinero llega de tres proyectos concretos: los vehículos autodirigidos, los globos aeroestáticos, con los que pretenden llevar internet a zonas remotas, y la implantación de alta tecnología en prendas de vestir.
La publicidad es el factor determinante
Google lleva tiempo viendo como por la puerta de delante el dinero sale a una velocidad de vértigo mientras por la puerta de atrás, no entra al mismo ritmo. Esto ha hecho, como es lógico, que el crecimiento de la compañía se haya ralentizado. Uno de los principales culpables de este bajón es la publicidad, o más bien, la reducción de ingresos procedentes de ella. Las cifras no mienten: ha disminuido un 11% con respecto al mismo periodo del año pasado. ¿Motivos? Hay muchos, pero el capital, el más importante, es la reducción en el tamaño de las pantallas de los teléfonos inteligente y otros dispositivos en relación a los ordenadores de sobremesa.
Es necesario un cambio de rumbo drástico
Google no puede aguantar más esta situación, lo que ha hecho que la nueva Directora Financiera de la compañía, Ruth Porat, se haya puesto a trabajar en busca de soluciones. Sobre todo tras las presiones que llegan desde Wall Street. Una de las primeras que ha tomado ha sido el continuar con la política impuesta por su predecesor Patrick Pichette. De hecho, tiene intención de llevarla más allá. Va a revisar cada dólar invertido, todas las hojas de ingresos, de gastos, así como los sistemas contables. Ella misma lo comentó hace escasamente una semana: “vamos a tratar de establecer una lista de prioridades en nuestras inversiones y, con ello, asegurar que somos eficientes y efectivos con los gastos”. Así, su objetivo para redirigir la nave es poder trabajar con otros líderes empresariales con el fin de establecer prioridades, en lo relativo a recursos. ¿Lo conseguirá?
Austeridad, hasta que se supere el bache
Son muchas las señales lanzadas por Google al mundo que certifican este momento de cambio económico interno. Un ejemplo es que, en el primer trimestre de este año 2015, Google sólo contrato 1.819 caras nuevas, la cifra más baja desde finales de 2013 y muy por debajo de los casi 2.500 de media en cada trimestre del pasado año. Todo fruto de una nueva política que entró en vigor a finales de 2014 y que exige detallar los motivos de cada contratación, así como cuál será la aportación humana y económica del fichaje. Otro ejemplo, que sacaba a la luz The Wall Street Journal, es la cada más férrea política de justificaciones de cara a la aprobación de presupuesto para viajes, suministros y eventos. Eso sí, son muchos los recortes pero el nivel de dinero en efectivo, ‘cash’, sigue sin moverse: 70.000 millones de dólares. Contradicciones de la vida. Veremos cuál es su futuro.