En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

La alargada sombra de Twitter

Fernando Geijo, consultor senior de Estudio de Comunicación España

Así como las huellas delatan a los sospechosos en la escena de un crimen o como una evidencia deja un rastro detectable, los mensajes lanzados en Twitter son indelebles y pueden ser rastreados en el ciberespacio. Huelga decir que el sentido común sigue siendo la mejor guía que debe siempre inspirar nuestra actuación en las redes sociales. Sin embargo, en demasiadas ocasiones nos encontramos con situaciones delicadas que nos sorprenden y resultan un tanto inexplicables.

La excusa del manido contexto esgrimido por los autores como bálsamo sanador, siempre que se rebasen sus sacrosantos y, a veces, movibles límites, no es suficiente, al menos para la Opinión Pública. De hecho, cuando se trata de personas ‘públicas’, léase políticos, famosos o ‘celebrities’ como dicen ahora los modernos, el eco de sus tuits se multiplica de forma exponencial como un virus hasta alcanzar el olimpo de los trending topics. Pero ciñéndonos al caso de los políticos, nadie en su sano juicio se atrevería a colgar en Twitter mensajes de carácter ofensivo, xenófobo, sexista o que incitasen a la violencia, de cualquier tipo o género.

El problema surge cuando alguien ‘anónimo’ utiliza su libertad de expresión para emitir mensajes a todas luces políticamente incorrectos y después, con el paso de los años y las vueltas que da la vida, llegan a ocupar puestos de responsabilidad en algún ámbito relevante de las instituciones públicas. El caso de un dirigente del Ayuntamiento de Madrid es ilustrativo de esto último aunque no es el único y me temo que no lo será. El célebre ‘donde dije digo, digo Diego’ afecta, en demasiadas ocasiones, las propuestas políticas lanzadas en el fragor de la batalla electoral de turno, provocando el apresurado borrado sanador inmediato del tuit en cuestión.

Pero el tiempo, que todo lo cura, es un mal espacio de juego si se conjuga con las nuevas tecnologías. Tradicionalmente las palabras siempre se las ha llevado el viento y, en todo caso, queda la opción de culpar al mensajero de haber transcrito mal el mensaje de turno. Pero cuando es el propio interesado, con su cuenta personal de Twitter y su fotografía a modo de avatar, el que dice digo, no hay Diego que valga. La cruel prueba del algodón se ha llevado ya por delante más de una carrera política. El actual espacio de comunicación instantánea demanda, por consiguiente, un acercamiento mucho más cauto que el que en demasiadas ocasiones se realiza por parte de muchos ciudadanos. Máxime en una época, como la presente, en la que los votantes demandan de forma legítima una hoja de servicios cuasi impoluta a sus representantes políticos.

La revisión de los timelines en Twitter al objeto de rebuscar en su hemeroteca los tuits que puedan dar lugar a algún tipo de polémica se ha convertido, una vez que los políticos de los denominados partidos emergentes cobran popularidad, en una práctica habitual. Unas veces se recuperan tuits para recalcar la frivolidad de su contenido ante situaciones diferentes a las originarias que los provocaron en el pasado y, en otras ocasiones, para subrayar las contradicciones programáticas o las tan de moda ‘líneas rojas’ de turno en el actual panorama político.

Los representantes de la nueva política son nativos digitales y, por tanto, se mueven con mayor soltura y naturalidad en las redes sociales que los tradicionales partidos políticos. Ya lo hemos visto en otros ámbitos de la vida, como el corporativo y empresarial. Hoy en día, la Opinión Pública demanda autenticidad y contenido atractivo en las redes sociales. No se trata tanto, en este caso, de ser unos meros replicantes de la consigna política de turno sino de interactuar con los seguidores sin caer ni en la charla de bar ni en la sesuda exposición de cátedra.

En este frágil y delicado contexto, contar con un adecuado equipo de profesionales con experiencia para asesorar en todas las situaciones que se pueden plantear resulta, a estas alturas, casi una obviedad. Como en el ciprés de la primera novela de Miguel Delibes, la sombra de Twitter, en este caso, es también alargada y debe ser tratada con cautela y máxima atención ya que, como asegura la popular cita, ‘somos dueños de nuestros silencios pero esclavos de nuestras palabras’.

Fernando Geijo, consultor senior de Estudio de Comunicación España (@fergeijo).

NOTICIAS RELACIONADAS

Relacionados Posts

Premiados de la XX edición de 'Los mejores de PR'

Noticias recientes

Newsletter
Logo prnoticias

Suscríbete a nuestro newsletter!

Recibirás nuestro boletín de noticias y contenido exclusivo.