La opinión de Javier Burgos, director general de Neuron Bio.
El 11 de marzo de este año la empresa que dirijo, Neuron Bio, solicitaba una patente de diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer utilizando marcadores sanguíneos. Rápidamente los diferentes medios de comunicación se hacían eco de los resultados de la investigación, indicando el gran interés que tiene el público generalista con esta enfermedad, y con su diagnóstico en particular.
El reto de los neurocientíficos de todo el mundo en el campo del diagnóstico del mal de Alzheimer tiene dos propósitos: detectarlo cuanto antes y detectarlo de la forma menos agresiva posible. Hoy en día los neurólogos disponen en sus consultas y hospitales de tres tipos de herramientas, tales como las pruebas neuropsicológicas, las técnicas de imagen y la determinación de biomarcadores en líquido cefalorraquídeo. El problema de esta última aproximación es que, por el momento, es irremediable realizar punciones lumbares para su determinación, y esas punciones son tremendamente agresivas, especialmente en pacientes como los de alzheimer, que suelen presentar un grado de declive físico proporcional a la progresión de la enfermedad. Es por ello que resulta mandatorio disponer de una herramienta diagnóstica poco invasiva que permita identificar qué pacientes sufren o van a sufrir Alzheimer. Y en Neuron Bio estamos trabajando en desarrollar métodos diagnósticos en fluidos periféricos tales como la sangre.
Pero por otra parte también hay que diagnosticar antes la enfermedad. Las últimas tendencias en desarrollo de fármacos frente al Alzheimer se orientan a las fases iniciales de la dolencia, como el llamado deterioro cognitivo leve, que precede a la demencia de tipo Alzheimer. Por los últimos resultados de los ensayos clínicos, parece ser que la única posibilidad de desarrollar medicamentos que ralenticen o modifiquen el curso de la enfermedad pasa por diagnosticar cuanto antes la patología y empezar entonces con los tratamientos. Se estima que si pudiéramos retrasar el inicio de la enfermedad tan sólo cinco años, el número de enfermos en el mundo se reduciría a la mitad. Así que estamos en la obligación de seguir desarrollando fármacos, para lo cual se requiere un diagnóstico cada vez más preciso y más predictivo.
