Para José Palazón la fotografía es un instrumento de denuncia y una forma de promover el cambio social. Desde 1998, este activista español defensor de los derechos de la infancia, viene documentando la política represiva migratoria en la frontera sur de Europa. Por este trabajo ha sido reconocido con importantes reconocimientos, entre los que destacan los premios Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico 2015 y el Internacional de Fotografía Humanitaria Luís Vatueña 2015. Ahora una de sus instantáneas lo ha llevado a ser finalista en otro certamen de gran relevancia: el premio García Márquez de Periodismo, que este miércoles 30 se entregará en Medellín, Colombia.
Su foto, llamada ‘Paisajes de desolación’, recoge el momento en que un grupo de inmigrantes africanos protagoniza un salto a una valla fronteriza en la ciudad de Melilla. Lo impactante de la escena es que, a escasos metros, una decena de personas juega al golf ajenos al drama que está teniendo lugar. La fotografía refleja la indiferencia y falta de sensibilidad con la que, desde Europa, se ven los problemas del continente africano.
¿Cómo te sentiste al saber que eras uno de los tres finalistas en la categoría Imagen?
Todavía no me lo puedo creer. Estoy muy contento por el premio, porque es una cosa que uno ni se planeta conseguirlo y porque renueva el contenido de la foto. Se va a volver a ver y va a seguir sensibilizando a la gente con el tema de los refugiados que es la idea principal con la que se hizo.
Eres diplomado en Ciencias Empresariales y Relaciones Laborales. ¿Cómo surge este interés por la fotografía?
La fotografía siempre me ha gustado, desde pequeño. Y, efectivamente, estudié Economía y Ciencias Laborales, pero nunca me dediqué a eso (sino) a la enseñanza en un colegio privado que tenemos mi mujer y yo. Allí tuvimos contacto con niños que estaban en la calle y empecé a enfocar la máquina a los temas sociales. Desde hace mucho tiempo empecé mi trabajo como activista e informador de todo esto que está pasando en la frontera sur de Europa, la violencia que se ejerce contra los inmigrantes, la vida de la gente que escapa de la guerra, de la miseria de África… Y ya no pude dejar de hacer fotos de este tema, de intentar ‘guerrear’ con fotos, que es como mejor sabía hacerlo.
Háblanos un poco de la fotografía. ¿Qué pasó ese 22 de octubre del 2014?
Yo soy de una asociación de defensa de los derechos humanos y durante todo el 2014, y antes también, hubo una especie de crisis como consecuencia de todas las guerras del norte de África. Había mucha gente que intentaba entrar a Melilla saltando la valla y nosotros como organización teníamos montado un dispositivo de alerta, porque se ejercía una gran violencia en contra de los inmigrantes. Entonces aquel día hubo una alarma de que había un salto a la valla y que estaban los inmigrantes ahí. Yo fui, pero como siempre no me dejaron pasar. La guardia civil cortó el camino, por eso me subí a una montaña que hay cerca de allí y el espectáculo era lo que se ve en la fotografía.
Me di cuenta de que aquella no era simplemente una foto que mostraba la violencia de forma explícita, sino que era mucho más. Mostraba también las causas de todo lo que estaba pasando: las diferencias entre el norte y el sur, la visión que se tiene en el norte de los problemas que hay en el sur, las ganas que tiene esta gente de encontrar un refugio y de la oposición que se les hace. ¡Era un espectáculo lamentable! Estuve más de una hora sin poder marcharme y eso que aquí estamos acostumbrados a ver cosas muy fuertes, pero aquello era distinto…
La escena que capturaste ese día llamo la atención de muchas agencias de prensa y tu foto ha salido en varios medios internacionales que se hicieron eco de esa denuncia visual. ¿Pensaste que iba a pasar eso con la fotografía?
Yo me di cuenta que la foto tenía un contenido importante, que iba a ‘andar’ y que iba a servir para socializar a la gente contra el dolor que estaba pasando, pero no me imaginé que fuera a llegar tan lejos. La verdad es que todo el mundo que la ha visto, vaya donde vaya, se ha visto afectado de una forma u otro por la foto y estoy muy contento de ello.
¿Cómo te hace sentir el hecho de que aunque no eres periodista graduado, ni hayas ejercido esta profesión, el premio más importante del periodismo iberoamericano haya puesto sus ojos en ti?
Yo llevo tiempo colaborado con prensa local y nacional, como los periódicos ‘El Mundo’ y ‘El País’, pero de forma más activista que económica (por lo que) es un reconocimiento que me ha dejado un poco en shock. ¡Yo no lo podía imaginar! Todavía no lo asimilo.
Esta semana estarás en Colombia en la ‘Maratón de las mejores historias de Iberoamérica’, que organiza la Fundación Gabriel Garcia Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. ¿Qué quieres que el público conozca de ti y que cosas de tu trabajo deseas mostrar?
De mí tampoco es importante. Mi interés sobre todo será explicar cómo están las cosas por aquí, en esta Europa que se está desmoronando, que está perdiendo todos sus valores morales, éticos y todo aquello que forma parte de la propia esencia de la construcción europea. Voy a intentar dar un toque de alarma de lo que está pasando en la frontera sur con los inmigrantes y refugiados que es una barbaridad y lo voy a denunciar. Ya que estoy en ciertos foros, voy a hacer un poco de activismo. (…) Además estoy muy contento de poder ir a Colombia, porque yo soy de Cartagena y allí hay una ciudad muy bonita que se llama así también.
