El Partido Popular (PP) tiene una larga lista de tareas pendientes de cara a una eventual reelección de Mariano Rajoy. El PP ha aprendido la lección y no quiere que pase casi un año para nombrar al nuevo responsable de la televisión pública como pasó en esta legislatura. De hecho, los líderes del partido son conscientes de que buena parte del desplome actual de la cadena se debe a que la cadena estuvo sin norte casi doce meses. Es por ello que ahora quieren cerrar cuanto antes al sucesor de José Antonio Sánchez.
El actual presidente de RTVE José Antonio Sánchez compareció probablemente por última vez ante el Congreso la tarde de ayer. Sus palabras sonaron a despedida oficial del cargo ya que como el mismo insinuó, no continuará al mando de los destinos de la Corporación pública en la próxima legislatura. Con ello Sánchez sólo completaría un año al mando del Grupo con un balance que no dejará demasiado para el recuerdo.
José Antonio Sánchez asumió, tras la espantada de Leopoldo González-Echenique que dejó el cargo cuando el Gobierno se negó a aprobar su plan de recortes de choque, un plan que quería cerrar cadenas y ajustar los costes fijos de la Corporación. Sánchez derogó este plan y a cambio realizó unos ajustes cosméticos que no han atacado el problema real de las finanzas de la Corporación que este año nuevamente registrarán un déficit, esta vez superior a 70 millones de euros.
En el PP se ponen en la más realista de las las situaciones, que para ello es no obtener mayoría absoluta. Y todo dependerá de pactos, incluso la puesta en marcha de la televisión pública. Rajoy y su equipo saben que lo más probable es que tengan que acordarlo todo con Ciudadanos, incluyendo RTVE. Es por ello que ya han cerrado la puerta de manera explícita a José Antonio Sánchez, un duro ex de Telemadrid que no cuenta con el apoyo de ningún partido que no sea el PP.
Rajoy considera que Sánchez ha hecho lo que ha podido en un contexto complicado y si consiguiese una mayoría absoluta no dudaría en renovarle en el cargo, básicamente para dar continuidad a su gestión y no empezar de cero ni con retrasos como ha pasado en esta legislatura. Pero como la mayoría absoluta es una quimera saben que deben poner sobre la mesa una figura de consenso, más cercana al centro político y que en principio pueda ser apoyado por el PSOE y Ciudadanos.
No es fácil, en especial porque pocos directivos del mundo audiovisual quieren aceptar una ‘patata caliente’ como lo es RTVE: sin presupuestos, con deuda endémica, sin posibilidad de hacer grandes fichajes ni grandes programas y con el problema añadido de las constantes acusaciones de manipulación. El objetivo es tener elegido al candidato antes de las elecciones para poder proponerle ante las Cortes nada más comience la próxima legislatura. Con ello, se intentaría realizar una transición suave y continuista, con alguien del PP, pero siempre con guiños hacia sus eventuales socios políticos. La sucesión ya está en marcha.