La edad preescolar, escolar y la adolescencia son etapas clave en la educación nutricional de una persona para la consolidación de hábitos de vida saludables. La primera se caracteriza por un crecimiento continuo (de 5 a 6 cm por año) y por un aumento del peso aproximado de 2 kg/año durante los primeros años, y de 4 a 4,5 kg cerca de la pubertad. Es una época en la que se incrementa la actividad intelectual y física, lo que implica un mayor gasto calórico y, por tanto, es importante adquirir hábitos saludables que repercutan en el comportamiento nutricional y en la salud a corto, medio y largo plazo.
En este sentido, propiciar el mayor número de comidas posibles en casa y en familia es la mejor forma de educar a los niños, según recomiendan los expertos de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB).
Respecto a la adolescencia, destacan que es el periodo de la vida en el que se produce una aceleración del crecimiento con importante aumento de la estatura y el peso, lo que produce un gran aumento de las necesidades de energía y nutrientes, que deberán ajustarse de acuerdo con la talla, el estado de nutrición y la velocidad de crecimiento.
En esta etapa es importante que los padres tengan especial cuidado con las dietas milagro (ya que el joven tiende a tener una mayor preocupación por el aspecto físico y la integración en su grupo social) y con la falta de actividad física del adolescente (ya que actualmente se tiende a llevar un estilo de vida más sedentario).
Otros consejos para la edad escolar pasan por incorporar hábitos adecuados en las comidas como el uso de cubiertos, mantenerse sentado durante toda la comida, no ver la televisión mientras se come, etc. Asimismo, es importante enseñar a los escolares a pedir platos saludables y raciones adecuadas cuando de ellos depende la elección de su alimentación.
Las necesidades energéticas para los niños entre 4 y 8 años son de 1.200 kcal para niñas y 1.400 para niños, mientras que cuando tienen entre 9 y 12 años se deben consumir 1.600 kcal/día las niñas y 1.800 los niños, incrementándose en caso de que se realice actividad física moderada o intensa. En el caso de los adolescentes, se recomienda ingerir 2.200 kcal/día para hombres y 1.800 kcal/día para mujeres.
En estas etapas de la vida es de suma importancia también el desayuno, al ser la primera comida y la más importante, donde pueden incluirse multitud de alimentos como lácteos, frutas, cereales, zumos, etc. ‘El desayuno rompe con el ayuno de 10-12 horas y debe aportar entre un 20-25% de la energía necesaria para todo el día, por lo que si no se realiza correctamente es difícil que se cubran los aportes de nutrientes necesarios’, explican los expertos de FIAB.
Algunos consejos para el desayuno pasan por dedicar entre 10-15 minutos, sentados en la mesa en un ambiente relajado; y aprovechar la media mañana para incluir alimentos que no se hayan tomado en la primera ingesta del día, evitando siempre periodos largos de tiempo sin ingerir nada para evitar la saturación de comidas posteriores.
Si el menor pone impedimentos para comer, conviene no forzarle a ello, ni procurar alargar el tiempo de las comidas. Asimismo, es conveniente dejarles manipular los alimentos, invitarles a participar en la compra y preparación de las comidas, así como en la presentación de las mismas, jugando con formas y colores de la fruta y las verduras.
‘También es importante tener en cuenta que en la adolescencia los requerimientos de vitaminas son elevados, sobre todo las del complejo B, así como de algunos minerales como el hierro, el calcio y el zinc’, según los expertos.