¿Por qué lo llaman ‘aclaración’ cuando lo que han hecho es reconocer su temeridad? ¿Por qué hablar de ‘confusión’ cuando lo que se ha generado es una auténtica repulsa contra la falta de rigor y tacto de los responsables de contenidos de una revista que no ha tenido reparos en proponer prácticas como la acupuntura o la electrocancerterapia como alternativa a la quimioterapia? En un intento por suavizar los acalorados ánimos de sus lectores, Revista Mía ha emitido un comunicado en el que se compromete a publicar un artículo en su número 1.516 en el que se ‘aclaran’ los puntos que han generado ‘confusión’ entre sus lectores.
A Revista Mía le han faltado segundos para publicar una respuesta al escándalo sobre las alternativas a la quimioterapia del que se hacía eco prsalud en el día de ayer. Sin embargo, este artículo ‘aclaratorio’, lejos de templar el ambiente, ha provocado una nueva oleada de denuncias y críticas hacia la revista. Los lectores acusan a la publicación de volver a intentar manipularles haciéndoles sentir responsables de un error de interpretación en vez de asumir su completa responsabilidad y emitir la rectificación pertinente en la que se retracten de los beneficios atribuidos a las pseudociencias en el artículo de Carmen Castellanos.
En ‘Quimioterapia y métodos alternativos, fuera dudas’ se intenta cumplir con los requisitos de rigurosidad que exigían sus lectores. Ahora sí se acude a fuentes oficiales, como son la Asociación Española Contra el Cáncer o el doctor Pedro Pérez Segura, oncólogo de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Ambos arrojan matices de extrema relevancia que en el artículo anterior se trataban sin la rigurosidad oportuna, como la diferencia entre terapias complementarias y alternativas. ‘Nos faltó diferenciar’, reconocen. ‘Las alternativas se utilizan en lugar de la medicina convencional (quimioterapia). Las complementarias o integrativas son aquellas que se usan conjuntamente con la medicina convencional. Un ejemplo es el uso de relajación para mitigar la ansiedad que los pacientes pueden sufrir’, puede leerse.
Pero si esperabais que Revista Mía reconociese la falta de evidencia existente en la utilización de pseudociencias para ayudar a sobrellevar los efectos secundarios de la quimioterapia, esperad sentados. Se han buscado a uno de los pocos expertos que no ponen objeción a considerar la acupuntura y el reiki como prácticas beneficiosas para aliviar el dolor. ¿Datos de estudios científicos que cumplan los requisitos propios para ser publicados en revistas de prestigio y que avalen esta afirmación? No los aportan.
Del denigrante lugar en el que han dejado la reputación e imagen de Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), al relacionar sus declaraciones con el apoyo a ‘alternativas naturales’, mejor ni pío. No vaya a ser que finalmente las acciones legales que tenían contempladas emprender los pacientes vengan de un organismo mucho más poderoso.
Así las cosas, no hace falta señalar que la respuesta de Revista Mía ante esta tremenda polémica ha dejado mucho que desear. Igual si hubiesen pensado antes de actuar o hubieran contemplado una estrategia de Comunicación de crisis, otro gallo cantaría. Dice un gran comunicador experto en gestión de crisis que ‘la reputación tarda 20 años en crearse y solo 140 caracteres en perderse’. Tomemos nota y empecemos a llamar a cada cosa por su nombre.