La opinión de Alda Recas, ex vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Enfermería (AME)
Hace ya 15 días que llegó a nuestras manos, no sin un aura de clandestinidad, el borrador de los nuevos estatutos que nuestro máximo representante ha realizado y quiere que aprueben los colegios provinciales de España. El Consejo General de Enfermería no ha contado con las bases, siguiendo su línea habitual. No ha abierto un debate para que los colegiados participen de manera democrática y activa en su elaboración. Hemos sido los propios colegiados los que hemos publicitado y denunciado estas maniobras predemocráticas.
Comenzamos a leerlos como quien lee un libro de esos de cuando éramos pequeños ‘busca el truco’. En la primera parte se alude a un reglamento nuevo para una nueva enfermería acorde a los tiempos que corren y con el nivel de una enfermería autónoma, competente y actual que somos; íbamos bien pero la taquicardia iba en aumento ante la expectación de ‘¿dónde está el truco?’; y éste no tardó en llegar.
Llegamos a la parte creada a la medida para un dirigente que lleva más de casi 30 años en su puesto. Se habla de redes sociales, no como una herramienta activa de modernidad y participación si no dentro de las nuevas faltas graves, que pasan de 8 a 24. Así si ‘ellos’, un comité deontológico (cuasi policial y totalmente punitivo) considera que hemos atentado contra la dignidad de algún dirigente o representante de colegios o Consejo, podrán inhabilitarnos como profesional al quitarnos la colegiación que tan obligatoria es para realizar nuestro trabajo diario y solo podremos volver al ejercicio de la profesión tras realizar un ‘curso de reeducación’ y demostremos que ya no seremos malos.
Desde AME, Asociación Madrileña de Enfermería, y otras agrupaciones de España (Asociación de Enfermería de Asturias, Nueva enfermería, etc.) claramente vemos esto como un mecanismo que puede atentar contra los derechos fundamentales de libertad de expresión de las más de 270.000 enfermeras españolas.
Seguimos leyendo en busca de otro posible desatino, y no se hace esperar; lo encontramos en los requisitos para ser presidente del Consejo. Como si de su casa se tratara, Don Máximo González Jurado pretende cambiar un requisito que el Tribunal Supremo le he ha dicho que él no cumple y por eso no puede ser presidente: estar en el ejercicio de la profesión al menos 15 años. Pues lo cambiamos a 15 años de colegiación y ya tengo el traje a medida.
Ahora estamos en el plazo de alegaciones de dicho borrador de estatutos, y son los colegios oficiales de enfermería de España (COE), los mismos que, de manera mayoritaria, votaron a Máximo G. Jurado de nuevo presidente hace poco en contra del dictamen del Tribunal Supremo, los que deben hacerlo. Desde varios punto de nuestra geografía hacemos un llamamiento a la responsabilidad de nuestros representantes provinciales para que de una vez, y por todas, den un paso al frente ante un atropello a la profesión (otro de tantos), a los derechos fundamentales y hacia ellos mismos.
Si votan ‘sí’ a estos estatutos serán cómplices y, gracias a esas redes sociales que quieren silenciar, la nueva enfermería crítica, pero también activa, constructiva y democrática estará más unida que nunca y no olvidará.
De la misma manera que no olvidamos que, aunque estos señores (destaco ‘res’, poca mujer hay) crean que el máximo organismo de representación de la enfermería sea su casa, no lo es; son invitados que deben trabajar por la enfermería y por los la población a la que atendemos, que es nuestra razón de ser.
Desde aquí pedimos a los poderes públicos que ejerzan de forma eficaz las labores de supervisión y control de los Colegios profesionales; y al próximo gobierno, tras las elecciones de diciembre, que afronte la necesaria y urgente transformación de la Organización Colegial, con la oportuna ley, para garantizar su fin principal: el servicio a los profesionales y a la ciudadanía.
No podemos seguir así. Nos oponemos a que se instaure un modelo colegial de miedo, de represión, punitivo y no participativo; por ello hemos pedido amparo al Comité Internacional de Enfermería, amparo ante lo que puede ser un golpe más a una profesión que no se merece estos representantes, y aunque durante mucho tiempo les hemos dejado hacer, ha llegado el momento de decir NO NOS REPRESENTAN y no me van a callar.