¿Vivimos nuestra mejor versión? No siempre es así. Rebobinamos para entenderlo mejor. Desde el coaching insistimos, por un lado, en vivir el aquí y el ahora y, por otro, hacerlo siempre partiendo de lo que tenemos y del lugar en el que estamos. Además, hemos de reconocer aquellas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida y alcanzar nuestros objetivos o sueños, siendo muy conscientes, en todos los casos, de que lo importante es el presente, aunque a veces sea necesario trabajar algunos aspectos de nuestro pasado. Para ello, hemos de entender que nuestro cerebro funciona de forma similar a un ordenador. Le podemos programar y desprogramar, trabajar con las emociones, sentimientos y patrones de pensamiento unidos a nuestros recuerdos.
Cuando operamos con ellos, en el momento en el que entendemos nuestra manera de pensar, nuestro mapa mental, y también el de los demás, podemos llegar a comunicarnos de manera mucho más efectiva, a ser más empáticos, comprendernos mejor a nosotros mismos, a los otros y, lo que es más importante: mejora nuestro bienestar y calidad de vida. Y es que podemos cambiar esos “programas” de manera que nos permitan superar aquellas limitaciones que nos impiden cumplir nuestro propósito en la vida y ser quienes realmente queremos ser.
El poder de obtener la mejor versión de uno mismo, está dentro de la propia persona y esa es la gran noticia. Tenemos todo lo necesario para poder cambiar aquello que deseemos. No hay más límites que los que nos pongamos a nosotros mismos. Los “fracasos” que cometemos empezamos a verlos como aprendizajes y la culpa que sentimos a veces por nuestros errores la cambiamos por sentido de responsabilidad, ya que la culpa no lleva a nada positivo. En esto es interesante ver cómo, en ocasiones, para no responsabilizarnos de nuestras acciones, lo que hacemos es echar la culpa a otros, lo que supone un gran error ya que de esta manera cedemos el poder a esas personas y nos boicotearnos a nosotros mismos. Mientras pensemos que los demás son los culpables de todo, lo único que lograremos es “discapacitarnos” para el cambio. Por otro lado, si nos culpabilizamos a nosotros mismos, nos metemos en una espiral destructiva y paralizante. Por ello insisto en borrar la palabra culpa de nuestro diccionario, y cambiarla por responsabilidad. Seamos responsables, no culpables. Por ello os propongo y me propongo un viaje en el que seamos capaces de cambiar, no nuestro entorno necesariamente, sino nuestra manera de pensar para ser capaces de vivir el aquí y el ahora como nos merecemos.
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