¿Brillas? ¿O más bien alumbras? ¿O quizás deslumbras? Existe un antiguo proverbio chino que dice: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”. Este, hace referencia a todos los términos que acabamos de nombrar:
Alumbrar: Es cuando permitimos que esa luz que llevamos dentro y que incluso recibimos, salga con el propósito de iluminar el camino a uno mismo, a otros o a situaciones que así lo requieren. Se puede producir de manera orgánica e inconsciente o de forma intencionada y consciente. Todo con el objetivo de hacer ver un camino donde antes no existía o no éramos capaces de verlo. Una salida, donde había un muro, esperanza y sabiduría y sólo había incertidumbre.
Deslumbrar: Es producir gran impresión con estudiado exceso de lujo. Es ofuscar la vista por el exceso de luz. La clave está en el equilibrio. Cuando pienso en la palabra –deslumbrar-, me viene a la cabeza la imagen del ego, de un cambio de foco, dónde lo importante no es necesariamente dar luz sino dejar claro que soy yo el que está lleno de esta y además quiero que lo veas. Normalmente este tipo de luz suele ser eléctrica, artificial, dependiente de demasiadas cosas materiales que tienen más forma o apariencia que fondo. Cuando somos deslumbrados se nos produce una falta de visión, de claridad ante lo que tenemos delante de nuestros ojos. Es una luz que ciega, es como cuando vamos conduciendo por la noche y alguien que viene de frente se olvida de quitar las luces largas. Nos impide ver nuestro propio camino, nos ciega por unos instantes y hasta puede llevarnos a salirnos de la carretera.
Brillar: esta es muy parecida a la primera, a alumbrar, y a veces se pueden confundir la una por la otra. Pero quiero pensar que brillar quizás tenga que ver más con el resultado inconsciente, natural y a la vez espiritual de ser luz y vivir en ella. Brillar es aquello que nos hace marcar la diferencia, algo que no se puede comprar. Brillamos cuando estamos tan conectados a la vida y a la luz, que sin quererlo nos hacemos uno con ella. No es tanto una cuestión de cargarnosla y descargarnos, como lo hace un dispositivo electrónico; es más una identificación con esa luz que ha llegado a formar parte de nosotros.
En resumen: brillamos cuando sonreímos, amamos, abrazamos, empatizamos, generamos confianza, esperanza, paz… Cuando somos vulnerables, nos amamos a nosotros mismos y a los demás sin juzgar. Te animo y me animo a brillar. Necesitamos esa luz.
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