La campaña electoral ha comenzado esta madrugada con todos los partidos buscando la máxima exposición mediática. Es una campaña que viene precedida de la precampaña más larga de la historia y la que ha tenido quizás la mayor exposición de los candidatos a los medios. Desde hace meses que estamos viendo a los cuatro principales candidatos en todos los formatos y en todos los soportes, pero pocas veces les hemos visto expuestos a entrevistas o debates estrictamente periodísticos.
Es una campaña que además viene precedida por muchas denuncias desde todos los sectores, sobre la poca libertad de la prensa para realizar su trabajo y el amordazamiento que se ejerce desde ciertos sectores, en especial desde el Gobierno y los partidos políticos, para que los medios de Comunicación no destapen escándalos de corrupción ni sean extremadamente críticos. Es además una campaña que en muchos diarios estará siendo teledirigida desde Moncloa para intentar ganar enteros y perjudicar a los partidos emergentes.
En el caso de la Prensa la mordaza enlas elecciones existe ya que El Mundo, El País y ABC tienen a sus candidatos elegidos desde hace mucho tiempo aunque no lo reconozcan. ABC está muy identificado con el Partido Popular y se espera que en campaña relajen sus críticas a Mariano Rajoy y a su Ejecutivo. En el caso de El Mundo y El País han experimentado un súbito interés por Ciudadanos en las últimas semanas con encuestas favorables y editoriales en las que se pone en valor al partido de Albert Rivera.
Con todo, la prensa no ha sacado a la luz ningún verdadero escándalo que pudiese afectar la campaña electoral. Es sorprendente que nadie haya logrado destapar nada después de los dos últimos años en que los escándalos de todos los colores políticos llenaron todas las páginas de los diarios. Incluso El Español de Pedro J Ramírez que prometía ser el azote de Rajoy sigue sin hacer ruido y cuando solo faltan quince días para las Elecciones Generales siguen sin lanzar la noticia bombo prometida.
En el caso de la Televisión y la Radio, el verdadero contenido electoral ha dado paso a un espectáculo de proporciones pocas veces vista. Y éste es otro tipo de mordaza electoral. Mariano Rajoy se ha negado ha realizar un debate a cuatro con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, pero no ha dudado en acudir a COPE a comentar un partido de fútbol ni a realizar entrevistas masaje con Bertín Osborne y con Pedro Piqueras, está último el mismo día en que se hacía el primer debate a tres al que no quiso acudir.
Pero Rajoy no ha sido el único. De hecho sus contendientes han sacado el máximo provecho a las televisiones acudiendo a todos los debates posibles y a todas las entrevistas que les han invitado y sin escurrir el bulto de programas de entretenimiento que poco tienen que ver con política como ¡Qué tiempo tan feliz!, Planeta Calleja o El Hormiguero. Esta política espectáculo en que los candidatos muestran su lado humano y cercano ha pasado por encima de las entrevistas pausadas y con temas reales.
En campaña las cosas no serán diferentes, ya que los políticos seguirán prefiriendo ir a una televisión más dócil que no molesta, en vez de ir a otras tribunas donde puedan verse cuestionados y puedan perder enteros. Está todo milimétricamente calculado para que los partidos ganen y los medios pierdan. El problema es que los medios y las empresas periodísticas se han dado por vencidas sin presentar batalla y se han mostrado complacientes ante el poder, quizás como nunca se había visto en la historia de la Democracia.
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