Enrique de Diego.- La candidatura Libertas-Ciudadanos a las elecciones europeas de 2009, encabezada por el abogado Miguel Durán, no fue una página menor de la intrahistoria de Ciudadanos, sino que ese partido hoy es la proyección, en buena medida, de aquella iniciativa política, en alianza con el multimillonario irlandés, Declan Ganley.
Tras tumbar en Irlanda, en referéndum, el Tratado de Lisboa, Declan Ganley –quien había hecho una fortuna con el comercio con las repúblicas bálticas y luego con sistema de avisos de emergencias en Estados Unidos- se propuso llevar al Parlamento Europeo a un grupo euroescéptico y con una postura clara a favor del derecho a la vida, lo que en la candidatura de Miguel Durán estaba bien de manifiesto con la presencia en lugar destacado de la máxima referencia del Movimiento ProVida en España, el prestigioso psiquiatra Jesús Poveda, organizador de las sentadas ante la Clínica Dator. Libertas presentó candidaturas en todas las naciones europeas y en España fue de la mano de Ciudadanos, en un pacto en el que actuó de mediador el presidente de Intereconomía, Julio Ariza.
Miguel Durán: “Albert Rivera estaba interesado en hablar conmigo”
Recordemos en boca del propio Miguel Durán –declaraciones hechas en la época- los entresijos del acuerdo. Lo de Duran con Libertas-Ciudadanos (22.805 votos, el 0,15%) fue un fichaje exprés que sorprendió a propios y extraños. Según declaró el propio Durán, “el primer ‘input’ lo tuve en enero pero dije que no. Yo estaba muy bien con mis pequeños negocios y mis tertulias. Cuando ya me había olvidado, el 24 de marzo, Julio Ariza me llamó para preguntarme si podía darle mi teléfono a Albert Rivera, que estaba interesado en hablar conmigo. Quedé a comer con Rivera el día 25. Me dijo que para hacer algo en las europeas necesitaban a alguien con tirón, a un candidato que fuera conocido, y que había pensado en mí”. Rivera, como se ve, no habló de ideas, ni de los objetivos del proyecto, sino que buscaba un mediático.
Al día siguiente, el ex presidente de la ONCE quedó a cenar con el empresario irlandés Declan Ganley, líder de la plataforma electoral Libertas, por la que se presentó Ciudadanos para las elecciones al Parlamento Europeo. “Me explicó por qué había votado ‘no’ al Tratado de Lisboa y yo le dije que no iba a ser un candidato títere, que me gustaba el trabajo en equipo”. El 14 de abril, en el restaurante “Príncipe y Serrano”, cerraban el acuerdo con la firma de dos ejemplares, uno en inglés y otro en español. La firma se hizo en presencia tanto de Albert Rivera como de Julio Ariza, quien, por cierto, tenía un amplio intercambio publicitario con el Grupo Arturo, así que el almuerzo corrió a cargo de Intereconomía.
La conexión salmantina de Libertas-Ciudadanos y la traición a CAPI-Tercera Vía
La candidatura incluyó un acuerdo con un pequeño partido, Unión del Pueblo Salmantino, que aportó los avales de sus cargos electos, concejales de pequeños municipios. Unión del Pueblo Salmantino se ha integrado en Ciudadanos, constituye su columna vertebral en Castilla y León. Uno de sus dirigentes, Luis Fuentes, es hoy portavoz de Ciudadanos en las Cortes de Castilla y León. Carlos Delgado, portavoz de Unión Por Leganés, el partido local independiente más votado de España (19.463 votos) en su clarificador libro de referencia “Albert Rivera es un lagarto de V”, sitúa a Luis Fuentes como el “topo” para dinamitar, en favor de Ciudadanos, a CAPI-Tercera Vía, la coordinadora de partidos independientes localistas.
La traición a CAPI-Tercera Vía es memorable y nauseabunda, tal y como la describe Carlos Delgado. CAPI y Ciudadanos establecieron un amplio acuerdo a largo plazo que pasaba por el apoyo en las elecciones europeas de 2014, donde Albert Rivera, con una candidatura ahora encabezada por Javier Nart, se lo jugaba todo. Los 50.000 votos de CAPI dieron, como poco, el segundo eurodiputado a Ciudadanos, el otrora forofo de Esperanza Aguirre, Juan Carlos Girauta. Y el día después, Ciudadanos se puso a conspirar contra sus aliados, junto con el topo de Luis Fuentes, de modo que los partidos localistas independientes, que habían apoyado a Albert Rivera, se encontraron con que éste, en su ambición desmedida, les montaba agrupaciones de Ciudadanos en sus localidades para segarles la hierba, frente a lo firmado solemnemente en el acuerdo: “ambas formaciones coordinarán sus estrategias electorales de forma que no entren en competencia electoral”. Y cuando pidieron explicaciones se les respondió que el acuerdo, unilateralmente, había quedado sin efecto. La palabra dada por Mister Transparencia bien poco vale.
Pero todo este devenir está ya incoado en Libertas-Ciudadanos: apoyarse en partidos localistas para fagocitarlos. Hay un cambio, a tenor de lo que explica Carlos Delgado en su libro. Los colaboradores de Albert Rivera no permiten ahora que su líder carismático se haga fotos junto a personas que no respondan a ciertos canones de estética metrosexual. Por ejemplo, rechazan que puedan hacerse una foto con él cualquier discapacitado.
Albert Rivera y Julio Ariza, dos exPP de Cataluña
¿Cómo llegaron a tener tanta afinidad Julio Ariza, hoy de capa caída pero entonces subido a su pretensión de ser el magnate de los medios de la derecha, y Albert Rivera? Ambos son dos exmilitantes del PP de Cataluña. Julio Ariza fue el número dos de Alejo Vidal-Quadras, el secretario general del PP catalán. Cuando, a petición de Jordi Pujol, José María Aznar descabezó al PP catalán, Vidal-Quadras y Ariza encargaron una encuesta para conocer las expectativas de voto en el caso de que rompieran con el PP y se presentaran con unas siglas enfrentadas con el nacionalismo. Las expectativas no eran malas: 4 diputados autonómicos. Pero Vidal-Quadras prefirió pactar una sinecura en FAES y un puesto ulterior en la Eurocámara, y también estaba en proceso de divorcio, así que quería poner tierra de por medio. Vidal Quadras y Ariza abandonaron Cataluña rumbo a Madrid, pero frente al poder tortuoso y esterilizante de los Fernández dejaron un foco de resistencia en Nuevas Generaciones.
Fue a las juventudes del PP a las que se afilió Alberto Rivera, con ficha de 10 de septiembre de 2002, avalada por los afiliados 18.813 y 24.221, con cuota de 30 euros anuales. Rivera permaneció como militante del PP hasta tres meses antes de ser elegido presidente de Ciudadanos, formación que surgía, con el lanzamiento de preclaros intelectuales, precisamente para llenar el vacío dejado por el vidalquadrismo.
En noviembre de 2006, la secretaría de prensa de Ciudadanos emitió una delirante y mendaz nota, en la que se decía que “Albert Rivera nunca ha militado en ningún partido, nunca ha pagado ninguna cuota a ningún partido político y nunca ha tenido carnet de militante alguno. La única militancia en la que ha ejercido y ejerce es en el sindicato UGT. En todo momento Rivera ha reconocido que, como muchas otras personas en Cataluña, ha buscado su representación política en partidos tradicionales y ha votado a CiU, PSC y PP en diversas elecciones sin que de ello pueda desprenderse que ha sido militante en ninguno de esos partidos”.
Reescribiendo su biografía, Albert Rivera trataba de generar la leyenda de una personalidad política incontaminada. Falso. Demasiados vaivenes en la biografía de Albert Rivera. No se entiende que la aguerrida profesión periodística no haya interpelado ya a Míster Transparencia, a este Robespierre new age, sobre Libertas-Ciudadanos, ni que nadie haya tenido interés en ponerse en contacto –como he hecho yo- con el multimillonario irlandés, Declan Ganley, ni que se haya exigido a Míster Transparencia que presente las cuentas de Libertas-Ciudadanos, respecto a cuya financiación Miguel Durán siempre se quejó de desabastecimiento, mientras más de tres fuentes, de toda solvencia, hablan de viajes a Dublín y de financiación abundante. Ni que sus competidores en las elecciones generales le interpelen sobre tales materias en los diversos debates previstos –ya han perdido la posibilidad del primero- o, simplemente, sobre sus posiciones respecto a Europa y al derecho a la vida.
Julio Ariza llora por el abandono de Rajoy
Que Julio Ariza urdiera una candidatura actuando de mediador entre Albert Rivera y Miguel Durán no tiene nada de extraño, nunca diferenció entre su condición de empresario y su antigua, y nunca abandonada de corazón, militancia en el PP. Ahí está su participación activa en el “tamayazo”, que trataré más adelante, y algunos otros servicios en las cloacas al citado partido.
Hace tres meses, Julio Ariza tuvo una reunión con Alfonso Arteseros, al que le debe por sentencia judicial, 170.000 euros, por los derechos de autor de los CDs de sus programas que se distribuyeron con aquel infame panfletucho de La Gaceta, que dirigió chapuceramente Carlos Dávila. La Gaceta siempre se vendió muy mal, pero los programas de Arteseros, como promoción opcional, fueron un éxito. Ariza se embolsó el dinero y Arteseros tuvo que acudir a los tribunales con el contrato incumplido. Arteseros ha sido reiteradamente estafado, pues como los tribunales le permitieron embargar la cabecera de La Gaceta y sacarla a subasta, Ariza buscó el acuerdo. Arteseros emitió una nota: “quiero agradecer a Julio Ariza el acuerdo porque me llamó él para cerrar el pacto y acabar con esta situación”. Poco pudo durar el agradecimiento, porque a los tres meses Ariza lo incumplió y Arteseros entró dentro del concurso de acreedores voluntario.
A pesar de tanto ninguneo, Ariza, sin piedad, adoptó el papel de víctima. Que todos le habían vuelto la espalda; todos los políticos a los que había lanzado: Albert Rivera, Cristina Cifuentes, Pablo Iglesias. Pero su encono lastimero se centraba en Mariano Rajoy. Rememoraba que, en la oposición, se veían prácticamente todas las semanas, almorzaban estableciendo estrategias, como el acoso a Baltasar Garzón para proteger a la trama Gürtel, y Ariza, con una catarata de lágrimas, afirmaba que le había hecho el juego sucio a Rajoy y ahora le había abandonado, ni tan siquiera le cogía el teléfono.
En realidad, un hombre tan próximo a Rajoy como Francisco Marhuenda siempre ha situado, como Rajoy y su entorno, a Julio Ariza como un hombre de Esperanza Aguirre. “Lleva un año actuando bien, pero los tres anteriores no era nada de fiar”, ha comentado Marhuenda. Parte de ese juego sucio al que se remitía un desolado Ariza fue su participación activa en el “tamayazo”.
La “conexión Mirasierra” en el “tamayazo”
Libertas-Ciudadanos puede interpretarse como parte de ese “juego sucio” de Julio Ariza en favor del PP y de Mariano Rajoy, del que esperaba que fuera su cuerno de la abundancia. Con Libertas-Ciudadanos se frenaba a UPyD, que no había conseguido consolidarse en Cataluña, en favor de Ciudadanos, considerada una marca blanca del PP, alguien con quien se podía pactar en el futuro. También, de paso, se cerraba cualquier posibilidad a Alternativa Española, de Rafael López Dieguez, que había hecho de la oposición al aborto su principal bandera, poniendo en evidencia las contradicciones del PP en esa materia. La citada presencia de Jesús Poveda en puesto destacado de la candidatura de Libertas-Ciudadanos buscaba, sin duda, ese objetivo. Ariza puso una vela a Libertas-Ciudadanos y un foco al PP.
Pero donde Ariza se implicó con hiperactividad, chapoteando en el lodazal, fue en el “tamayazo” y ahí se corrompió moralmente. Ariza no organizó el “tamayazo” pero colaboró con tal entusiasmo que lo pareció. El 10 de junio de 2003, se produjo la fallida votación que impidió que Rafael Simancas accediera a la presidencia de la Comunidad de Madrid, como habían dictado las urnas. Los diputados Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, de la corriente Renovadores por la Base, rompieron su compromiso con los electores y la disciplina de partido. El objetivo de Tamayo –Sáez fue una comparsa, mis últimas noticias es que ha tenido una conversión religiosa y estaba en el Movimiento Neocatecumenal de Kiko Argüello y de Fernando Giménez Barriocanal-, con el jefe de la corriente, el tortuoso José Luis Balbás, era controlar el Urbanismo o bien directamente, con la correspondiente Consejería, o a través de Medio Ambiente, y el margen de maniobra comisionista de los preceptivos estudios de impacto medioambiental. Rafael Simancas no cedió al chantaje. Actuó con honradez heroica, que no se le ha reconocido. Su conducta honra al PSOE y a España.
Los conspiradores entraron en contacto con empresarios corruptos próximos al PP. Y con el alto cargo del PP de Madrid y gerente de la Universidad Complutense, Dionisio Ramos. Del grupo de Gustavo Villapalos y Cristina Cifuentes, mentor de ésta, pues, como han explicado los siempre interesantes y bien documentados Genoveses, fue Dionisio Ramos, un astorgano recalado en Madrid, el que le hizo la carrera a la actual presidenta de la Comunidad de Madrid hasta que accediera al grupo A de funcionarios de la Complutense, por promoción interna. También Dionisio Ramos primó al esposo de Cristina, el arquitecto Francisco Javier Aguilar Viyuela encargándole reformas en Físicas y Podología, en los colegios mayores Diego de Covarrubias y Menéndez Pelayo y el anteproyecto del edificio de aulas para Derecho y Filosofìa.
Dionisio Ramos contrata a Ángel Expósito y Ariza lo ficha para “callarle la boca”
Dionisio Ramos fue quien contrató a un guardaespaldas para que protegiera a los dos diputados venales. Ese guardaespaldas responde al nombre de Ángel Expósito, condenado posteriormente por falsedad documental y usurpación de funciones públicas, pues se hacía pasar, en delirio fantasioso y delictivo, por agente del CNI. Los diarios de Expósito confirman que fue Dionisio Ramos quien lo contrató, lo que demuestra la implicación directa del PP en aquel escándalo. Es absurdo que Dionisio Ramos actuara por propia iniciativa, y no con el conocimiento y la supervisión de su línea jerárquica: Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre.
Julio Ariza es vecino de Dionisio Ramos en el barrio de Mirasierra y así, de manera tan sencilla, tuvo conocimiento de la trama. Inmediatamente Ariza pasó a encargarse de la logística. Puso a disposición de la seguridad de los golpistas a José María Calzada, su chófer y escolta personal. “Chema”, persona afable, era muy querido por toda la plantilla de Intereconomía. No le gustó lo que tuvo que hacer y se marchó del Grupo –hoy grupito en concurso de acreedores- con denuncias contra Expósito. Éste, tras los oscuros sucesos del “tamayazo”, fue fichado por Ariza como jefe de Seguridad de Intereconomía, con el objetivo claro de que mantuviera la boca cerrada, por aquello del “juego sucio”. Nunca se supo bien cuál era la función en Intereconomía de Expósito, aunque todo el mundo consideraba que se dedicaba al espionaje dentro de la empresa por encargo de Ariza. Rodrigo Gavilán, que hacía brillantes trabajos de investigación periodística para el Grupo, llevó, por su propia iniciativa, a un profesional de la Policía, quien tras un chequeo, le confirmó que la red de teléfonos fijos de la empresa tenía instalado un sistema de escuchas.
Una licencia de TDT de la Comunidad de Madrid
¿Hubo movimientos económicos en torno al “tamayazo”? La corrupción –en el sentido coloquial, no en el penal, que no me corresponde- en España se hace a la luz del día y eso, a veces, resulta absurdamente cegador. Julio Ariza recibió una licencia de TDT de la Comunidad de Madrid, que hoy es una ruina, pero que en su momento estaba valorada en más de dos millones de euros. También, si algún grupo o diputado tiene interés en hacer algo en vez de sestear, puede verse en los incrementos de publicidad institucional a Intereconomía de la Comunidad de Madrid y del Canal de Isabel II.
La nueva implicación de Julio Ariza e Intereconomía con el PP, cuando antes siempre se había predicado y ensalzado internamente la independencia y la profesionalidad, tuvo otro efecto perverso. Como una plaga agresiva y destructora recalaron en el Grupo periodistas orgánicos de Génova: Carlos Dávila, Pilar García de la Granja y Antonio Jiménez, quien, en las reuniones, no tenía empacho en mostrar, como argumento de autoridad y criterio infalible, los mensajes que le enviaba a su móvil la jefa de prensa del PP, Carmen Martínez de Castro.
Ildefonso de Miguel, fichaje visto y no visto
Según diversas fuentes solventes, el reparto de licencias de TV en la Comunidad de Madrid pasaba por las manos de Ildefonso de Miguel, un hombre de las cloacas de Esperanza Aguirre. Ildefonso de Miguel fue gerente del Canal de Isabel II, donde colocó a familiares y amigos, pero donde se sobrepasó en el concurso de atención telefónica: una adjudicación de 26 millones de euros en 4 años a la oferta más cara. También resultó ser el receptor de la adjudicación del control aéreo del aeropuerto de Castellón. Jugoso pelotazo por la magnanimidad del presidiario Carlos Fabra: la empresa de Ildefonso de Miguel, creada exprofeso, recibió un millón de euros para el control del inexistente tráfico aéreo.
Iba a celebrarse un Consejo de Administración del Canal de Isabel II para pedir la dimisión fulminante de Ildefonso de Miguel y había que sacarlo de allí. Julio Ariza, para ese momento ya era habitual de las cloacas, así que Ildefonso de Miguel anunció que se iba del Canal porque había sido fichado ¡por Intereconomía! Visto y no visto, nunca tuvo función real alguna. Fue uno más de los servicios al PP de Julio Ariza, que considera que no se le han pagado, hasta hacerle saltar las lágrimas navarras. Rajoy no paga arizas.