El presidente argentino Mauricio Macri asistió el martes por la noche a la cena de fin de año de la Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (ADEPA), la entidad que agrupa a los principales medios de prensa del país. Ante directivos y dueños de medios, el nuevo mandatario pronunció un discurso donde se comprometió a apoyar el trabajo de estos profesionales y estar a su disposición para responder sus preguntas, en un claro distanciamiento del estilo de comunicación que caracterizó a su antecesora, Cristina Fernandez de Kirchner.
“Tenemos el enorme desafío de recuperar el valor de la palabra, que nos lleva a la confianza. Me toca a mí la tarea principal. No queremos que nos vuelvan a mentir con datos falsos. Estoy comprometido en decir la verdad, ser breve, conciso, preciso y eso tiene que ser un ida y vuelta permanente. Hay que investigar con rigor para saber dónde vamos, porqué y cómo lo estamos haciendo y esto involucra a todos, desde la política al periodismo”, dijo el presidente.
En su alocución, Macri aprovechó incluso para elogiar a los periodistas. “Valoro mucho el rol de ustedes. Gracias por la valentía con que defendieron nuestras libertades y la búsqueda de la verdad (…) cuando se discutía el rol de la prensa y hasta dónde llegaba la libertad de expresión”. Y agregó: “Quiero ratificar que no somos infalibles y nuestro compromiso con el hacer seguramente hará que nos equivoquemos, y necesitaremos una crítica constructiva para señalar cuales son los errores para entonces mejorar”.
Este afán por brindar información directa al periodismo, en contraposición a lo que ocurrió en los últimos años de kirchnerismo, es visto con buenos ojos por muchos. Pero también es puesto en tela de juicio. ¿La razón? Una polémica Ley de Servicios de comunicación Audiovisual, mejor conocida como “Ley de medios”, que mantiene dividida al gremio periodístico argentino.
Ley de medios
La polarización que se generó en el ambiente político y mediático de Argentina tiene una relación directa no con una crisis del sistema político sino con una dura confrontación generada entre los grandes grupos mediáticos y la presidenta saliente Cristina Fernández.
La nueva ley de medios, denominada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, fue aprobada en 2009 y sustituyó a una vieja ley de 1980 que venía de la época de la dictadura militar. Desde un principio el Grupo Clarín –el más importante en Argentina–, propietario del periódico más leído, del Canal 13 de televisión, de la empresa de televisión restringida más importante y de la cadena de estaciones Radio Mitre, rompió lanzas contra el kichnerismo en contra de esta ley.
Paradójicamente, Grupo Clarín y el kichnerismo tuvieron una buena relación hasta 2008, cuando comenzaron las disputas abiertas con el grupo gobernante por el futuro de las telecomunicaciones en este país. Pero al aprobarse la ley, el grupo y un conglomerado de otros 20 grupos mediáticos la impugnaron ante la Corte Suprema, por considerar anticonstitucional la orden de desincorporar y ceder varias concesiones de televisión y de radio. La Corte Suprema ratificó la ley en 2013, pero el litigio jurídico no ha disminuido. Por el contrario, se ha agudizado.
El objetivo fundamental de la ley de medios argentina fue limitar la propiedad monopólica de los medios y democratizar la propiedad de las estaciones de radio y televisión. Sin embargo, entre los objetivos y la concreción de las medidas ha generado una fuerte tensión que degeneró en la actual polarización política y en esta especie de juego de fuerzas entre corporativos mediáticos y el gobierno saliente.
Uno de los elementos más criticados entre los medios privados fue la orden de crear cuotas en mercados y porcentajes de licencias, ya que, argumentaron, se trató de crear así medios afines al oficialismo y afectar a los medios privados. Sostuvieron que no se garantizó la plena autonomía de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFCSA), el nuevo órgano regulador que otorga las licencias, ni se aprobaron reglas para el reparto de la publicidad oficial.
El gobierno de Fernández de Kichner ignoró una estrategia de comunicación política para disminuir la tensión y que sus evidentes logros sociales y en materia de derechos humanos y económicos no se vieran aplastados y opacados por esta confrontación. La entonces presidenta privilegió como respuesta sus polémicas “cadenas nacionales” vía televisión.
Ahora, Mauricio Macri, quien asumió el poder con miras a dar un cambio radical al sistema de poder que había construido el Kirchnerismo en los últimos años, ha firmado 29 decretos que derogan el marco legal establecido durante la pasada gestión. Entre esas medidas está reestructurar ministerios como el de Comunicaciones para que sea el que administre y autorice las labores de la (AFSCA) y la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (AFTIC). También ha designado a un nuevo Ministro, Oscar Aguard, quien según información de La Nación aseguró que “la regulación de la ley de medios no va a subsistir” durante su gestión.
“La norma fue creada para aniquilar a medios de comunicación, como el Grupo Clarín y también otros con los que el [anterior] gobierno no estaba de acuerdo”, argumentó el ministro en una entrevista radial. Un anuncio que generó la primera gran protesta hacia el nuevo mandatario.
Pero ¿fue tan malo el kirchnerismo para el periodismo argentino?
Para Néstor Sclauzero, presidente del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) la respuesta es sí. El líder de la entidad que agrupa a importantes periodistas del país piensa que uno de los grandes males del pasado gobierno fue instalar la idea de que debe existir un periodismo “oficialista” que haga frente al periodismo opositor.
“Me parece que es un gran error. Es una herida que nos deja a toda la sociedad y al periodismo en particular y que tenemos que tratar de cerrar. Se necesita acercar las partes, pero va a ser difícil hacerlo rápidamente [porque] hay periodistas y colegas que durante años trabajaron juntos que hoy no pueden tomar un café”.
En una entrevista en la sección “Conversaciones en La Nación” el periodista aseguró que “hay mucha corrupción en los medios argentinos y que “la pauta oficial fue una de las causas principales. “La cantidad de dinero que le han entregado a periodistas o seudoperiodistas, y empresarios ha corrompido aún más al periodismo en general (…) Los periodistas no podemos investigar la corrupción, teniendo periodistas y medios corruptos. Esa es una gran tarea que todos debemos denunciar porque es también es un carrera desigual para nosotros. Cualquier periodista que trabaje honestamente y viva de su sueldo, tener como ‘competencia’ a un colega que es un corrupto indudablemente te deja de lado, porque tiene mejores espacios y accede a una cierta cantidad de beneficios y cuestiones que no tienen que ver con el estilo de vida del periodismo”.
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