Víctor Urrutia vendía su 10% de la compañía la pasada semana por 17 millones de euros. La noticia tomaba por sorpresa a todo el sector ya que significada la salida de la compañía de una de las familias fundadoras del Grupo. Según Vocento, Urrutia abandonaba la empresa porque quería centrar su cartera en otros intereses, aunque la verdad es que sus relaciones con el resto de accionistas iban cada vez a peor tras los últimos enfrentamientos por intentar tomar el control del Grupo.
Víctor Urrutia se ha marchado de Vocento para reorganizar sus negocios pero también porque ha visto que dentro del Consejo de la compañía ya no se podían cumplir sus proyectos. Uno de ellos y quizás el más importante era la fusión con Unidad Editorial que se han venido maquinando desde hace más de tres años en el seno de la facción ‘rebelde’ de este Consejo de Administración.
Durante este tiempo Santiago Bergareche, Víctor Urrutia y Jaime Castellanos han intentado convencer al resto de los accionistas: los Ybarra y las Luca de Tena, de la necesidad de dar un nuevo aire a la compañía y sortear la crisis junto a Unidad Editorial. Esto generó desencuentros en el seno de la empresa que desembocaron en diferentes momentos de tensión que tuvieron uno de sus puntos álgidos en febrero de 2012 cuando los Urrutia y los Bergareche plantearon un golpe de Estado para cambiar la posición del consejo.
De hecho, el pasado febrero Urrutia y Bergareche lograban hacerse con el control del Consejo nombrando a Santiago Bergareche como presidente en sustitución de Rodrigo Echenique. Este movimiento auguraba tempestades pero la mejora de los resultados económicos de Vocento, la pérdida de influencia de Jaime Castellanos y la tranquilidad en los negocios de la empresa aplacó los ánimos.
No obstante, tras la salida de Urrutia se desmonta el núcleo de los rebeldes y Castellanos y Bergareche quedan a la deriva en sus intenciones de fusionarse con Unidad Editorial para trocear la compañía. Es verdad que el negocio estaba casi sepultado pero sin Urrutia en Vocento se da el paso para su defunción definitiva. Es casi imposible que Castellanos logre articular apoyos en los socios que quedan y menos ahora que la tranquilidad ha llegado tras los buenos resultados económicos de los últimos años.
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