Existe la creencia popular de que ‘los hombres no lloran’ y de que ‘las mujeres son emocionalmente inestables’. Y eso es lo que son: creencias. Podríamos estar durante horas hablando de esto pero os invitamos a hacer otra cosa: conozcamos nuestras emociones y permitámonos descargar y recargar emocionalmente. ¿Qué es esto? Algo tan simple como mirar al cielo, y tan antiguo como el mundo mismo. Las mujeres son más emocionales, es verdad. No es que su cerebro sea diferente, sino que, según estudios realizados, procesan las emociones de manera diferente a los hombres y, por ello, la importancia que les damos también es diferente. Nuestra emocionalidad nos permite llegar a tiempo a determinadas situaciones y anticiparnos en otras. Nos permite sonreír antes de que alguien lo espere y compartir en el llanto. Nuestras emociones nos llevan allá donde queramos ir, pero también nos traen de donde no debemos estar. Todas nos cuidamos, nos gusta sentirnos guapas por fuera y saber que todo marcha correctamente por dentro, pero… ¿Y nuestra salud emocional? ¿Somos conscientes de ella? ¿Nos paramos a preguntarnos qué nos pasa cuando no nos sentimos bien? El coaching nos ayuda a tomar conciencia de nuestra emocionalidad, a darnos cuenta de cómo nuestras emociones nos dan el pulso de nuestro estar general, a reconocer el impacto que tienen las emociones de los demás en nosotros y a decidir si queremos o no hacer algo con todo esto.
No debemos olvidar que no hay emociones buenas o malas. Todas tienen una finalidad. Lo interesante es conocer la función que tienen y, en determinados momentos, establecer un diálogo con ella. Como lo expresa Daniel Goleman (su fiel defensor), a los hombres les interesa el qué y a las mujeres el cómo. Es por esto que necesitamos establecer conversaciones con nuestras emociones, y tener una buena higiene emocional. Tenemos que ser conscientes de cómo las vivimos. ¿Y cómo hacer todo esto? Haciendo uso de la descarga emocional. Este término aparece en la vida de Myriam Gil cuando se da cuenta que enlas tienen están tan ocupadas que no poseen ni espacio ni tiempo para gestionarlas.
¿Qué es la descarga emocional (o recarga emocional como la han invitado a llamarla en algún caso)? De nuevo algo sencillo y simple: un espacio creado para desprendernos de las emociones que nos están ralentizando, haciendo daño, y que evitan que vivamos nuestra vida de una manera sana. Y un espacio generado para abrazarnos a las que nos están ayudando, potenciarlas, ponerlas en contexto y descubrir otras que necesitamos. Como no es algo fácil, tenía que buscar una fórmula que permitiera al otro llegar a desprenderse de sus emociones nocivas, casi sin darse cuenta. A través de un entorno confortable, el movimiento, la música y la relajación provoca esa ‘evacuación’. Es así como se provoca la necesidad del darse cuenta de las emociones y cuestionarse si se quiere o no hacer algo con ellas. Y lo mejor de todo es que no hace falta buscar fórmulas magistrales para esto.
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