La agencia de Comunicación Torres y Carrera ha preparado un informe en el que analiza la irrupción de partidos radicales en Europa y las claves sociales y comunicativas que están propiciando esta situación. Desde Torres y Carrera aclaran que les “ha parecido oportuno elevar la mirada (en este momento, en el que todos tenemos la atención centrada en la conformación de Gobierno en España) y compartir la singularidad de una Europa que sigue ofreciendo realidades bien distintas en el norte y en el sur”. A continuación se reproduce el contenido del estudio.
La constitución de un Gobierno estable en España se ha convertido en un deseo común para múltiples organismos públicos y privados de todo el mundo. Las estructuras de poder económico y político se decantan por una estabilidad que contribuya al incipiente proceso de recuperación económica que se está produciendo en nuestro país. A la espera de lo que suceda en este proceso, cabe recordar cuál es la situación que se está registrando en el seno de la UE en términos de estabilidad política: 24 de los 28 países miembros de la Unión están gobernados actualmente por dos o más partidos. Pero además, el mapa elaborado por Torres y Carrera muestra cómo (independientemente de lo que suceda en España) los resultados electorales registrados en 2015 en buena parte de los países miembros de la UE distan mucho de acercarnos a la estabilidad. Es más, atendiendo a la vocación antieuropeísta de los partidos políticos analizados lo que se debería empezar a tomar en serio es el futuro de una Unión Europea que, de momento, ejerce como fiel de la balanza en el delicado equilibrio político del continente.
El análisis de los procesos electorales celebrados en el último año en Europa pone de manifiesto cómo la extrema derecha avanza posiciones en el norte del continente, alcanzando a través de sus diferentes representaciones porcentajes de apoyos cercanos al 20% o incluso superiores como en el caso de Polonia, Austria, Suiza, Francia o Dinamarca.
El auge de los movimientos migratorios y una situación económica que incrementa las brechas sociales, han propiciado que estos partidos ultraconservadores y nacionalistas hayan dejado de ser opciones minoritarias y hayan conseguido una relevante representación en la mayor parte de los países de Europa o que incluso hayan conformado gobiernos como el caso de Polonia.
En paralelo, en la Europa del Sur los esfuerzos por aplicar las políticas de austeridad señaladas desde Bruselas, han generado un malestar ciudadano que han sabido canalizar nuevos partidos de izquierda y extrema izquierda. Estas formaciones se han enfrentado abiertamente a las políticas de recortes abordadas en los últimos años y han convertido el compromiso social en proclama de oposición a las recetas económicas de la UE.
El avance de los partidos radicales, tanto los que quieren poner freno a la inmigración como los que quieren romper con el statu quo establecido, lo que está cuestionando en realidad es el modelo de Europa. No se discute la Unión Europea que nació con el anhelo de acabar con los frecuentes conflictos que culminaron en la Segunda Guerra Mundial, sino a la Unión Europea burocrática y lejana que no es capaz de “proteger” la posición acomodada de los países del norte y que no deja de ser un quebradero de cabeza para los países del sur. Tras 60 años de historia, los movimientos sísmicos que se están produciendo en cada uno de los países en los que se celebran elecciones están trasladando la necesidad de reformular la Unión Europea desde sus cimientos para poder seguir convenciendo a una población europea, que navega a dos velocidades, de los beneficios de continuar unidos.
Xurxo Torres, socio fundador de Torres y Carrera, realiza una valoración a título personal sobre la nueva Comunicación política en Europa. Según él, “desde un punto de vista comunicativo, la crisis económica iniciada en 2008 se ha convertido en una tormenta perfecta debido a dos factores: su persistencia en el tiempo y la base tecnológica con la que cuenta la sociedad como suma de individuos”.
“La concurrencia de estos factores ha propiciado que la indignación de la ciudadanía se traduzca en apoyos a formaciones que hasta hace pocos años eran residuales o simplemente no existían”, continúa Torres.
“Esta evolución ha sorprendido a unos poderes tradicionales (tanto económicos como políticos) que siguen sosteniendo el paradigma comunicativo que se preocupa más por controlar los medios que de escuchar a sus audiencias clave. El problema de comunicación, al que en los últimos meses se han referido múltiples políticos y empresarios europeos para dar forma a sus problemas, es en realidad un problema de gestión”, añade el socio fundador de Torres y Carrera.
“La sociedad europea (marcada por los traumas de la crisis) no cree en lo que se dice sino en lo que se hace. Ni siquiera cree en lo que se dice que se va a hacer. El gap que existe entre ambas acciones ha sido reducido a la mínima expresión por una sociedad que produce y consume información de manera autónoma. Con todo, la nueva comunicación no es una cuestión de canales (aunque el rol de las RRSS sea incuestionable) sino de contenidos y transparencia. Por eso, paradójicamente, no es tan nueva. Simplemente, alguien en algún momento de nuestra historia la declaró obsoleta. El tiempo pone y quita”, concluye Xurxo Torres.
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