En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

¿Vivir o sobrevivir? ¿Cuál es la opción que has elegido?

Seguramente que la mayoría conocemos el tema de Monica Naranjo Sobreviviré o el de Gloria Gaynor I Will Survive… De hecho, es un término muy utilizado en la comunidad LGTB debido a la necesidad de reivindicar nuestros derechos y de sortear o navegar las dificultades asociadas a la no heterosexualidad. También es un término que está relacionado con cualquier tipo de lucha u obstáculo que la vida nos presenta, bien sea a nivel material, físico o emocional. Pero lo cierto es que hay momentos para todo en la vida: para sobrevivir, para vivir… Personalmente creo que lo mejor es vivir una vida con mayúsculas en cada uno de ellos.

Sobrevivir implica seguir vivo a pesar de las estrecheces o dificultades de la vida o al menos seguir con lo imprescindible para ello. Sin embargo vivir va mucho más allá. No es solamente respirar, tener vida, crecer, desarrollarse, evolucionar, cambiar… Creo que vivir, además, implica disfrutar de cada momento como si fuera único y especial. Y es que, cada segundo que vivimos pasa y no vuelve a nosotros, por ello es importante saber disfrutarlo con lo que traiga y lo que implique, de la mejor manera posible, para ser capaces de vivir una vida con mayúsculas y saber sacarle todo el jugo.

No hay que dejar de pensar que si nos ocurren cosas, sean las que sean, es porque estamos vivos. Si somos capaces de apreciar cada una estas cosas que nos ocurren como un regalo, o una oportunidad para aprender, desde la aceptación que no la resignación, entonces estaremos viviendo de verdad. ¿Pero qué sucede cuando sentimos que todo aquello que estamos viviendo es demasiado difícil para enfrentarlo? Puede que adoptemos una posición de victimismo, de resignación o, en el peor de los casos, hasta nos deprimamos. Otra posibilidad es que ese sentimiento de supervivencia emerja desde el valor, la lucha, la rabia, desde una fuerza interna que nos lleva a sentirnos incluso como una especie de héroes o de heroínas.

A mi modo de ver, este sentimiento de supervivencia puede tener su lugar en esas circunstancias concretas, pero si lo prolongamos en el tiempo, haciendo de ello nuestro estilo de vida, nos puede llevar a una situación de estrés e insatisfacción crónica. Ahora vayamos al otro lado del terreno, es decir al de la vida, al de vivir y no sobrevivir. Aquí cambia completamente nuestra actitud y nuestro enfoque, permitiéndonos el espacio y el ambiente ideal para reconocer la vida en todo lo que somos, vemos, hacemos y en aquello que nos ocurre. Hay vida en una sonrisa, en una mirada empática, en la ternura, en el amor, también en la rabia, en el enfado; hay vida en la naturaleza, en todo el universo, y nosotros mismos somos parte de ella.

Os propongo la idea de que hemos sido diseñados para vivir y no para sobrevivir, al menos de manera continuada. Y si le damos la vuelta, podemos pensar que cada momento de esta es el resultado de la supervivencia. Tú decides como quieres enfocarlo. Sea como sea, lo importante es que vivas o sobrevivas tu propia existencia y que nadie lo haga por ti.

Seguiremos Informando…

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